Los últimos datos de Aluba advierten una escalada peligrosa en el número de chicos adolescentes que presentan problemas con la alimentación. El promedio de edad de las primeras consultas se ubica en los 13 años.
Se los asocia siempre al mundo femenino, pero lo cierto es que los trastornos alimentarios no son para nada patrimonio exclusivo de las mujeres. Desde la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), de hecho, remarcaron que en el último decenio estas patologías aumentaron en el país un 350% entre los varones adolescentes.
El diagnóstico que trazan desde esta entidad entra en perfecta sintonía con la mirada que tienen sobre la problemática distintos especialistas locales. El nutricionista Norberto Russo, por caso, aseguró ayer que la presencia de varones en la consulta por casos de bulimia y anorexia es cada vez mayor. “Y a edades más tempranas -remarcó el experto platense-el promedio de edad de los chicos con este tipo de problemas se ubica en los 13 años”. Uno de los últimos informes de Aluba reveló este incremento de casos basado en un relevamiento de más de 100 mil casos en varias provincias, únicas cifras existentes en el país sobre la temática. “En el 2004 se registró un nivel de patologías del 2% en el total de adolescentes varones encuestados, mientras que en el último informe el índice llegó al 9%”, explicó Mabel Bello, fundadora y directora médica general de Aluba.
Bello recordó que hace 30 años, cuando nació la Asociación, “las estadísticas y las consultas mostraban que del total de afectados por desórdenes alimentarios un 95% eran mujeres y el 5% restante varones, mientras que hoy hay un número proporcional muchísimo mayor en ellos”. Para la psicóloga Olga Ricciardi, en tanto, especializada en desórdenes alimentarios, “la bulimia y la anorexia tienen la misma raigambre, el inconsciente no encuentra palabras para traducir la situación traumática que atraviesa la persona y entonces esas cuestiones terminan poniéndose en acto”.
En el caso de la anorexia, dice, “así como cierra la boca para no hablar la cierra para no comer y es el acto de la abstinencia, mientras que en el caso de bulimia se trata de tragar palabras en forma de comida y vomitar para no pronunciarlas, porque lo que no se pone en palabras se pone en el acto del atracón y del vómito inducido”. Aluba calcula que uno de cada diez adolescentes sufre algún tipo de trastorno alimentario. Hace años los varones representaban el 5 % del total de los casos y hoy alcanzan el 15%. Muchos de ellos se volcaron hacia una nueva manifestación de la enfermedad, en la que también aparece la distorsión de la propia imagen, a la que denominan vigorexia. Son chicos que, en lugar de verse gordos, se ven flacos, de aspecto débil. Y por más que se pasen el día entero en el gimnasio para sacar músculos, y recurran a anabólicos, jamás están conformes con la imagen que el espejo les devuelve de su cuerpo.
“Hay un síntoma que se llama distorsión de la imagen corporal, ven distorsionado su cuerpo en dimensiones mucho mayores, entonces buscan adelgazar en forma permanente porque nunca ven el cuerpo adelgazado”, dice Ricciardi tras enfatizar que “es el inconsciente que genera una distorsión de la imagen corporal”.
En este marco, también va a haber una distorsión de la noción de cantidad y una porción de alimento no es lo mismo para una persona que padece anorexia que para otra que no la padece. En el caso de la bulimia, otro trastorno alimenticio que quiere decir ‘hambre de buey’, “hay una necesidad de incorporación de alimentos, una ingesta desmedida, de una manera muy primitiva, muy pulsional en donde los alimentos son ingestados a gran velocidad, en general se hace en momentos en que la persona está sola”, precisó.
Añadió que a esta situación se la llama “atracón, en donde la ingesta no tiene nada que ver con la necesidad de comer sino con una impulsión que lleva a llenar un vacío imposible de llenar con alimentos, que tiene que ver con el mundo afectivo, y después viene el vómito inducido vinculado a la necesidad de deshacer ese acto que genera mucha culpa”.