Cada vez son más los que postergan el retiro laboral

Algunos siguen en el mercado de trabajo por vocación, otros por razones económicas. Según un estudio, el 14% de las personas de 75 años o más sigue ocupada en el país.

Medico-que-no-se-retira“Mi señora quiere que me retire, que viajemos por el mundo. Pero a mi me encanta la medicina y más en un momento tan apasionante como éste, con Internet acortando distancias, poniendo al alcance de la mano las investigaciones más avanzadas. Voy a seguir trabajando mientras el cuerpo me lo permita; por ahora no me quiero jubilar. Quiero disfrutar cada minuto de mi trabajo y hacerlo como a mi me gusta. Atendiendo el consultorio como cualquier médico de barrio y visitando enfermos a domicilio, algo que ya pocos hacen”, dice Carlos Rosas Ato, un médico geriatra platense que a los 73 años sigue trabajando cuatro días por semana en su consultorio de Barrio Norte. Para Rosas Ato, que se jubiló como médico de emergencias del hospital San Martín y durante más de un año se desempeñó como director del hospital de Bolívar, seguir ejerciendo su profesión en el ámbito privado es también una manera de complementar la jubilación que percibe por sus años de trabajo hospitalario.
A Carlos Ghione todos lo conocen como “el Cordobés”. Al volante de su taxi sigue recorriendo las calles de La Plata a pesar de que ya tiene la edad y la cantidad de años trabajados necesarios para jubilarse. Pero Carlos no se quiere bajar del auto y con 66 cumplidos planea seguir manejando hasta los 69 y recién entonces buscar otra ocupación más liviana. Sus razones son económicas: “hoy trabajando once horas por día saco alrededor de 7.000 pesos por mes. Si me jubilara lo haría con la mínima, que son 3.800. Con eso apenas podría pagar el alquiler de mi casa, que me cuesta 2.500 pesos mensuales. Y alguna que otra cosa más. Además, qué quiere que le diga… no me imagino parado”, dice.
Como Carlos Rosas Ato, como Carlos Ghione, cada vez son más los que postergan el momento de desvincularse del mercado laboral. Algunos, después de haberse jubilado, vuelven a trabajar cuando y como la ley se los permite (hay restricciones, por caso, para volver a desempeñar trabajos en relación de dependencia en el ámbito público si se es jubilado estatal). Otros, demoran el mayor tiempo posible el momento del retiro.
Las motivaciones detrás de este fenómeno, que se registra en distintos países de la mano del crecimiento de la expectativa de vida, son básicamente dos: el interés profesional o la necesidad económica.
Enrique Amadasi es Coordinador del Barómetro de las Personas Mayores de la Universidad Católica Argentina y, en diálogo con este diario, prefiere no hablar de una tendencia, aunque señala que la cantidad de mayores ocupados en todo el país es “sorprendentemente alta”. Para eso se basa en los datos del “Primer Informe de la Deuda Social con las Personas Mayores: Condiciones de vida e integración social”, una iniciativa de la Fundación Navarro Viola y el Observatorio de la Deuda Social, recientemente presentado y que él mismo coordinó.
“Del estudio surge que tres de cada diez personas mayores de 60 años está ocupada. Ese renglón contempla tanto a personas que están en condiciones de jubilarse como otras que no. Pero si se pone el foco en las personas de 75 años o más (1.800.000 personas en todo el país), en ese caso la tasa de empleo es del 14.4 %, un número sorprendentemente alto”, afirma.
El trabajo arroja a su vez, luz sobre las características de la porción de la población que retrasa su retiro del mercado laboral. En ese sentido, revela que en su mayoría se trata de varones con un alto nivel educativo, pertenecientes a los sectores más favorecidos de la sociedad y que desean continuar en el mercado laboral por inquietudes profesionales y vocacionales.
Así, si bien la tasa de empleo entre los mayores de 60 en general es de 29,6% es entre los que pertenecen al estrato más alto donde resulta notoriamente superior (65,5%) frente a los estratos más bajos (16,2%).
“Lo que se aprecia es que los adultos mayores que tienen trabajos poco gratificantes tienden a abandonarlos lo antes posible, apenas la ley se los permite. Pero hay una proporción grande de gente a la que su trabajo la entusiasma, como los profesionales, y si bien es difícil generalizar, da la impresión de que el tipo de trabajo es determinante en el caso de los que postergan el momento de retirarse”, dice Amadasi.
Hay también otro factor a tener en cuenta: para las personas más preparadas desde lo educativo, que son además las ubicadas en los estratos más altos de la pirámide social, son también mayores las posibilidades de reinserción en el mercado laboral.
“Pero hay también otra avenida para tratar de entender este fenómeno y es ésta: del estudio surge que el 33% de los consultados consideran que sus ingresos son insuficientes. Este sector es candidato a la búsqueda de empleos complementarios, pero se encuentran con un mercado laboral con oportunidades muy escasas, sobre todo en lo que tiene que ver con empleos en relación de dependencia”, agrega el especialista.
También resulta difícil establecer para los expertos si es bueno o malo trabajar a edades avanzadas. En este caso, todo va a depender de la situación de cada persona. Es bueno si la persona puede mejorar su nivel de vida a través de un ingreso complementario, si el trabajo le genera satisfacción y le permite evitar el malestar psicológico y mejorar su sensación de felicidad, dicen los expertos que también identifican un rasgo común en los que eligen seguir trabajando: hacerlo en el marco de rutinas más livianas, con horarios más flexibles, en contextos menos estresantes.
Rutinas coincidentes con el proyecto de Francisco Engroba, jubilado del Servicio Penitenciario que trabaja como taxista en las calles de La Plata y piensa hacerlo por unos años más: “mi hijo es cocinero y en un tiempo pienso ir a ayudarlo a él en algún proyecto vinculado a la gastronomía”, dice.