A dos meses de su llegada al cargo, el jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi, terminó de ordenar una de las áreas más sensibles de la Fuerza y la que mejor conoce: la que tiene a su cargo la lucha contra las drogas.
A través de una resolución que firmó el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, esta semana se concretaron 20 designaciones de nuevos jefes en diferentes delegaciones. Los cambios en los mandos de Narcotráfico incluye reparticiones de zonas tan calientes como La Matanza, Morón, San Isidro, Lomas de Zamora y San Martín.
En la Jefatura explicaron que Bressi busca poner en los lugares estratégicos a oficiales de su estrecha confianza. Conoce bien los antecedentes y la trayectoria de los promovidos por su recorrido dentro de la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas, donde estuvo hasta el 10 de diciembre pasado, cuando la gobernadora María Eugenia Vidal lo nombró jefe.
El ascenso de Bressi al vértice de la cúpula policial fue una señal de la nueva gestión que había prometido en la campaña una “pelea intensa” contra las drogas en la Provincia. Pero las primeras semanas de trabajo estuvieron concentradas casi en exclusiva a la búsqueda de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez, que se fugaron horas después de la Navidad de 2015.
Terminado el ordenamiento en las delegaciones de Narcotráfico, las autoridades de Seguridad provincial ahora preparan otras medidas que modificarían la estructura de esta Fuerza de 92 mil hombres.
Según adelantaron cerca del despacho de Ritondo, en marzo se anunciará una reestructuración orgánica en la Institución. Se reducirían superintendencias (ahora hay más de 20) y están evaluando la fusión de aquellas dependencias que tienen funciones similares. O que actúan en territorios cercanos. Es que, según la evaluación que hacen quienes están ahora en el Ministerio, en los últimos años se registró un crecimiento desmedido de la estructura jerárquica. “Se armaban superintendencias y jefaturas distritales a pedido de los intendentes y por otros criterios políticos”, es la conclusión.
Otro aspecto que el equipo de Ritondo quiere revisar es el de la formación y capacitación del personal. “Se entregaron armas y chalecos a jóvenes que no estaban con suficiente formación. Tampoco se hicieron relevamientos socio ambientales para conocer en profundidad a los aspirantes”, señalan las actuales autoridades.