Los conservadores logran, contra pronóstico, los escaños para gobernar en solitario. Importante derrota de los laboristas y descalabro de los liberales-demócratas
Ed Miliband, Nick Clegg y Nigel Farage, que pierde su escaño, anuncian su dimisión. Los nacionalistas escoceses obtienen un resultado extraordinario.
El Partido Conservador del primer ministro David Cameron ha ganado las elecciones celebradas el jueves en Reino Unido, con una mayoría basoluta que nadie esperaba. A falta de unas pocas circunscripciones electorales por terminar el recuento, los tories alcanzan los 326 escaños necesarios para gobernar en solitario, una posibilidad que ninguna de las encuestas publicadas en los días previos contemplaba.
Los resultados han provocado la dimisión, a lo largo de la mañana, de los líderes de los tres partidos perdedores: el laborista Ed Miliband, el liberaldemócrata Nick Clegg y Nigel Farage, de UKIP.
El resultado ha cogido de sorpresa a la propia reina, que se encontraba en el palacio de Windsor. Ha tenido que cambiar sus planes para llegar hoy a Buckingham, donde se espera que este mediodía reciba la visita del primer ministro para informarle de que está en disposición de formar Gobierno.
Los grandes derrotados de la noche son los laboristas y los liberalesdemócratas. Los primeros, prácticamente barridos del mapa político de Escocia, habrían perdido al menos 25 escaños en una noche que su líder, Ed Miliband, no dudó en calificar de “muy difícil y decepcionante”. La dimensión de la derrota plantea serias deudas sobre la continuidad del candidato, “He felicitado esta mañana personalmente a David Cameron”, ha asegurado en su comparecencia a las 13.15 (hora peninsular española). “Asumo toda la responsabilidad de esta derrota. Reino Unido necesita un Partido Laborista fuerte y es hora de que lo lidere otra persona”, dijo, antes de anunciar su dimisión, que será efectiva esta tarde.
Mayor si cabe es el derrumbe del Partido Liberal Demócrata, que apenas retendría ocho de los 57 escaños que obtuvo en 2010 en una noche “cruel y castigadora”, según Nick Clegg. Los centristas pagan un extraordinario precio tras formar parte de un Gobierno por primera vez en generaciones, y ocuparán la mitad de los escaños que lograron en las primeras elecciones a las que concurriente en 1992. La dimensión de la derrota ha llevado a su líder, el todavía vice primer ministro Clegg, a anunciar su dmisión. “Es una noche triste pero no permitiremos que los valores decentes liberales se extingan de la noche a la mañana“, ha declarado.
Ambos partidos perdieron durante la noche los escaños de algunas de sus principales figuras. Hacia las 9.30 (hora peninsular española) terminaba el ajustado recuento en Morely and Outwood que suponía la salida del Parlamento de Ed Balls, portavoz de Economía laborista, que hasta ayer contaba con la posibilidad de convertirse en el próximo canciller del Exchequer. Su rostro, al escuchar el recuento que le dejaba fuera el Parlamento, dibujaba el sentimiento general de un partido atónito ante la inseperada debacle. “Cualquier decepción personal por este resultado no es nada”, dijo, “comparada con la sensación de dolor que me producen los resultados del laborismo por todo el país”.
También el veterano Jim Murphy, que dirige el partido laborista en Escocia desde el final del año pasado, ha perdido su escaño. “Hemos sido golpeados por dos nacionalismos: el escocés y el inglés, este último representado por David Cameron y su mensaje de que un voto laborista era un voto al SNP”, ha declarado a las 12.15 (hora peninsular española). Y el propio Douglas Alexander, director de la campaña laborista y portavoz de Exteriores de la oposición, perdió su escaño contra la joven nacionalista de 20 años Mhairi Black, en lo que se ha convertido en un símbolo del cambio sucedido en Escocia. Por parte de los liberales demócratas, pierden sus escaños hasta tres miembros del actual Gobierno de coalición -Vince Cable, Danny Alexander y Ed Davey- y el exlíder del partido Charles Kennedy.
La otra gran noticia de una noche, que los medios definen en conjunto como la mayor sorpresa en unas elecciones desde 1945, fue la aplastante victoria del SNP de Nicola Sturgeon. Escocia se convierte en una región prácticamente bajo un solo partido, que obtiene todos los 59 escaños escoceses menos tres, quedando solo uno en manos de los laboristas, antes mayoritarios al norte de la frontera. “Sabíamos que lo íbamos a hacer bien”, ha declarado su líder, Nicola Sturgeon, “pero nunca habría soñado que conseguiríamos 56 de los 50 escaños escoceses”.
El resultado implica que Reino Unido celebrará un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea antes del final de 2017, como ha prometido el primer ministro. Cameron tendrá ahora que manejar las presiones de los sectores más eurófobos de su partido si quiere mantener al país en la UE.
El partido eurófobo y populista de derechas UKIP, castigado por un sistema electoral que penaliza el voto disperso, solo obtiene un escaño, aunque puede convertirse en el tercer partido más votado (12,6%) y queda segundo en cerca de 90 circunscripciones electorales. Su líder, Nigel Farage, una figura omnipresente en la actualidad política británica en los últimos años, ha perdido su escaño en South Thanet en favor de los conservadores y ha anunciado su dimisión al frete del partido.
Cameron deberá también manejar las presiones independentistas de una Escocia que, después de votar en septiembre pasado por permanecer en Reino Unido, ha abrazado ahora mayoritariamente al partido que defendió la secesión. Sturgeon ha confirmado a la BBC que el sorprendente resultado no constituye el “cambio significativo” que, como había prometido, haría falta para desencadenar la convocatoria de otra consulta sobre la independencia. “Insisto en que el resultado de las elecciones no va a provocar un nuevo referéndum”, aclaró. “La gente debe respetar el resultado en Escocia, y hacer que los escoceses se sientan parte de un Reino Unido fuerte”, ha declarado George Osborne, canciller del Exchequer. “Hay planes para avanzar en la devolución de poderes a Escocia. Sería un error no hacerlo”.