Según un estudio, reduce el riesgo de perder la capacidad de moverse sin ayuda.
Toda caminata empieza por un paso, y aporta muchos beneficios para la salud. Según uno de los últimos estudios científicos, las caminatas frecuentes reducen el riesgo de perder la capacidad de moverse sin ayuda. Lo hicieron investigadores de 8 universidades de los Estados Unidos que reclutaron voluntarios hace cuatro años.
La inclusión de los participantes fue original. Generalmente los estudios sobre actividad física incluyen a personas activas. En cambio, según informó Gretchen Reynolds, en el diario The New York Times, el nuevo estudio incorporó voluntarios que eran sedentarios. Consiguieron el consentimiento de 1635 hombres y mujeres que tenían entre 70 y 89 años. Eran sedentarios pero capaces de caminar 4 cuadras por su propia cuenta. Fueron divididos en un grupo para hacer ejercicio y otro educativo. Este último grupo tenía que visitar un centro de investigación una vez por mes y aprender sobre nutrición, cuidado de la salud y otros temas vinculados con el envejecimiento.
En cambio, el otro grupo no sólo recibió información sobre el envejecimiento sino también empezó un programa de caminatas y entrenamiento con pesas livianas. Esos voluntarios tenían que ir 2 veces por semana al centro de investigación para caminar en una cinta. Y les pidieron que también completaran 3 o más sesiones de ejercicio en la casa. El objetivo semanal era que llegaran a caminar un total de 150 minutos y que realizaran 3 sesiones de 10 minutos del entrenamiento con pesas.
Cada 6 meses, los investigadores chequearon el funcionamiento físico de los voluntarios, pero le prestaron más atención a observar a la capacidad de caminar las 4 cuadras sin ayuda. El experimento continuó durante 2 años y 7 meses. En ese momento, los voluntarios que habían hecho actividad física eran un 18 % menos proclives a experimentar un episodio de discapacidad física. También era un 28% menos probable que pasaran a tener una discapacidad permanente.Según Marco Pahor, director del Instituto de Envejecimiento en la Universidad de Florida y líder del estudio, el costo de la intervención con ejercicio representó 1.800 dólares por cada participante, incluyendo los viajes al centro de investigación. Pero es menor que el costo de un cuidador de una persona con discapacidad.
Pahor aconsejó que un adulto mayor debe consultar al médico antes de largarse a las caminatas si no las ha realizado por mucho tiempo y que elija un grupo. Tal como lo hizo Mildred Johnston, de 82 años y jubilada: siguió con las caminatas semanales con otras dos voluntarias que conoció en el estudio. Le permitió darse cuenta sobre cuánto puede hacer por sí misma. Además, opinó sobre las charlas durante las caminatas en grupo: “Me mantienen conectada con la vida”.