Las nuevas biopsias líquidas y el uso de la Inteligencia Artificial permitirán afinar mucho más los diagnósticos y los tratamientos contra la enfermedad.
Ahí está, silenciosa. Durante muchas décadas de la vida de un hombre no reparamos en su existencia. Cumple su función invisible y sencillamente se prepara para envejecer. Pero pocos seres humanos masculinos terminarán pasando con creces la cincuentena sin reparar en su existencia. La próstata es el órgano específicamente masculino que más relevancia clínica tiene. Y la ciencia no deja de producir avances sobre ella.
El último de ellos llega de la mano del Instituto Nacional del Cáncer y los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, y se refiere a la mayor preocupación relacionada con esta glándula sexual: la posibilidad de padecer un cáncer metastásico. La investigación, publicada en Jama Network Open, demuestra que un análisis de sangre sencillo puede servir para predecir la supervivencia de los pacientes diagnosticados con esta patología en etapas avanzadas. En concreto, el análisis mide las células tumorales circulantes.
La idea es utilizar nuevas tecnologías de lo que se denomina “biopsia líquida”, desarrolladas bajo el nombre comercial de “CellSearch”. Consiste en la introducción de minúsculas esferas inmunomagnéticas que se adhieren a las células tumorales. Estas partículas suelen impregnarse de un anticuerpo monoclonal, una especie de radar que es capaz de detectar dónde hay una célula maligna. Luego se separan del resto para poder contabilizar con mayor facilidad la cantidad de corpúsculos patológicos que circulan por la sangre. El estudio sugiere que los pacientes en cuyo análisis de sangre existen más de cinco CTC (células tumorales circulantes) presentan una supervivencia media más corta y muchas más probabilidades de que si cáncer progrese.
Cuando se detecta de manera temprana, el cáncer de próstata es una de las patologías tumorales más fácilmente tratables y con mejor pronóstico. Cuando alcanza la fase de metástasis, sin embargo, el tratamiento se complica. Por eso, las biopsias líquidas son una herramienta fundamental en la toma de decisiones rápidas para mejorar los pronósticos.
La mortalidad es inversamente proporcional a la riqueza de un país
Según una prospección estadística publicada este año por la revista The Lancet, los casos de cáncer de próstata se duplicarán en el mundo de aquí al año 2040, pasando de cerca de 1,4 millones de casos a año a casi 3 millones. El número de muertes producidas por esta enfermedad se espera que aumente un 85% en las próximas dos décadas, alcanzando los 700.000 fallecimientos a escala global. La mayor parte de estos fallecimientos tendrán lugar en países con bajos recursos económicos. De hecho, en los países ricos el número de decesos por esta patología no ha dejado de descender desde 1990.
Con todo, el tumor de próstata sigue siendo una de las causas de mortalidad más comunes en hombres y supone el 15% de todas las patologías oncológica masculinas. Obviamente, la edad es el principal factor de riesgo de este mal, de manera que se espera que los casos crezcan en paralelo al aumento de la esperanza de vida.
En este escenario, las estrategias de prevención y detección temprana son vitales. En la mayor parte de los países desarrollados, el protocolo establecido es realizar controles periódicos de sangre para detectar los niveles de PSA (Antígeno Específico Prostático) que alertan de una posible patología. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones, un PSA alto no significa un riesgo real (de hecho muchas veces detecta un tumor que jamás producirá síntomas y no requeriría tratamiento), lo que puede conducir a un exceso de diagnóstico y a tomar medidas terapéuticas innecesarias. Por ejemplo, a realizar una biopsia.
Según The Lancet, la monitorización de PSA a partir de los 50 años ofrece una herramienta útil pero no perfecta. Muchos futuros cánceres en la edad avanzada se detectarán, pero los cánceres precoces en personas más jóvenes quedan fuera del registro.
En este sentido, un nuevo avance tecnológico puede venir a solucionar el problema. Científicos del Centro Alemán de Investigación del Cáncer DKFZ han desarrollado un programa de Inteligencia Artificial que promete mejorar la capacidad de predicción de un futuro cáncer de próstata. Para diseñarlo han utilizado miles de imágenes de resonancia magnética de pacientes diagnosticados. El algoritmo utiliza una combinación de datos derivados de esas imágenes, del análisis de PSA de los enfermos y de otras variables clínicas.
Tras utilizar esta nueva herramienta, los científicos confirmaron que el 49% de los pacientes a los que se había sometido a biopsia, realmente podrían haber sido catalogados como “de bajo riesgo” y haberse librado de la intervención. La idea es poder combinar en el futuro el uso de resonancias y herramientas de “deep learning” para afinar mucho más los diagnósticos, reducir los recursos empleados en tratamientos injustificados y, por supuesto, mejorar la terapia que reciben los enfermos que si requieren un abordaje urgente y preciso.