Un estudio en cinco países de la región muestra que la enfermedad se descubre en etapas avanzadas. Proponen 25 cambios.
Cada treinta minutos se diagnostica un cáncer de la sangre en Argentina, son quince mil nuevos casos por año. Este sábado es el Día Mundial de la Leucemia y en ese marco se presentó un informe que se hizo en cinco países de la región, incluido el nuestro, sobre cómo mejorar la atención de las leucemias, el mieloma y los linfomas. Es que quedó al descubierto que casi el setenta por ciento de la gente accede tarde al diagnóstico, lo que dificulta los tratamientos y en muchos casos es determinante en la evolución de la enfermedad.
El informe de la consultora KPMG relevó el trabajo de los centros de referencia en oncohematología de cada país para destacar 25 buenas prácticas y así contribuir a que todo el sistema de salud mejore. Varias de las medidas exitosas son de bajo costo y fácil implementación: mejor y más rápida detección, formación de especialistas, equipos multidisciplinarios y atención centrada en el paciente y su familia son algunos de los ejes que se destacan.
El informe “Mejorando el abordaje de las neoplasias hematológicas malignas en América Latina” dice que en la región hay menos de un hematólogo por cada 100 mil habitantes y se estima que entre el 60 y el 70% de los pacientes con cáncer de la sangre son diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad. El tiempo es muy valioso y llegar tarde empeora el pronóstico.
El informe estudió Argentina, Brasil, Colombia, México y Uruguay. Analizó las mejores prácticas que se dan en 10 centros de referencia en oncohematología para proponer iniciativas que puedan ser replicadas por otras instituciones. Por Argentina participaron FUNDALEU y el Hospital Universitario Austral.
“Muchas veces son pacientes que llegan por casualidad a una guardia, pero presentan un estado crítico que debe ser abordado inmediatamente por personal idóneo e iniciar un tratamiento específico cuanto antes. En Argentina, necesitamos más centros especializados, que estén mejor preparados para brindar atención de calidad a estos pacientes y que estén mejor distribuidos geográficamente”, dice Fernando Piotrowski, paciente con leucemia mieloide crónica y Director Ejecutivo de la asociación ALMA, organización que asesoró sobre el diseño y la revisión de los resultados del estudio.
Uno de los principales problemas es el conocimiento y la capacitación de los especialistas sobre estas patologías conducen a un diagnóstico y pronóstico tardíos. Un aspecto cada vez más determinante son los testeos moleculares que se hacen tras la biopsia de médula ósea, para identificar qué tipo de alteración genérica presenta la enfermedad y así tomar las decisiones terapéuticas más acertadas.
“En algunos casos, hay tratamientos que sólo pueden indicarse rápidamente cuando se inicia la quimioterapia. Entonces, la ventana de oportunidad es estrecha y la velocidad para realizar ese estudio y obtener los resultados se vuelve un diferencial determinante para el pronóstico del paciente”, explica Gustavo Kusminsky, jefe de servicio de Hematología y Trasplante Hematopoyético en Hospital Austral.
El recorrido de los pacientes con neoplasias malignas hematológicas agudas o crónicas comprende varias fases: hallazgo incidental y la toma de conciencia sobre la enfermedad, diagnóstico y pronóstico de la afección, tratamiento y manejo médico, trasplante de médula ósea (si corresponde), supervisión y seguimiento, remisión (definitiva o transitoria) y, eventualmente, cuidados paliativos.
“Quienes reciben quimioterapias prolongadas o quienes pueden tener indicación de trasplante de médula ósea, suelen requerir largas internaciones con su sistema inmune disminuido por el tratamiento, lo que los expone a infecciones severas, potencialmente mortales. Los centros tienen que trabajar mucho en la esterilización de las instalaciones y en el adecuado manejo del instrumental médico. En esto, la especialización del personal de salud es crítica”, explica Miguel Pavlovsky, Director Médico y Científico de FUNDALEU.
En algunos países es lenta la aprobación regulatoria de nuevas terapias innovadoras y la fragmentación y falta de cobertura por parte de los sistemas públicos de atención provoca que los pacientes con frecuencia tienen un acceso limitado a los tratamientos más efectivos. Se calcula que el 30% de las personas carecen de cobertura de salud adecuada en Latinoamérica. Y casi no hay cuidados paliativos.
El informe destacó algunas buenas prácticas. Diagnóstico: contar con equipamiento de avanzada propio para el diagnóstico molecular. Atención centrada en el paciente: protocolos para humanizar la relación entre médicos y pacientes, mejorar la comunicación y seguimiento posterior luego de la externación. Alojamiento: Ofrecer o gestionar alojamiento para familiares de los pacientes cuando vienen desde lejos y requieren internaciones prolongadas. Enfermería: formar equipos de enfermería propios y ajenos para manejar el abordaje integral. Infecciones: desarrollar protocolos para garantizar los niveles de asepsia necesarios para prevenir infecciones en pacientes inmunosuprimidos. Agilizar las altas médicas para exponer menos al paciente a las bacterias multirresistentes potencialmente presentes en las instituciones de salud. Equipos: propiciar el trabajo multidisciplinario y herramientas digitales. Investigación: Promover la participación del centro en investigaciones clínicas para formar a especialistas.