En el marco del crimen de Tomás Tello en Santa Teresita, surgió una declaración testimonial donde se indica que una persona muy cercana al intendente del Partido de la Costa extorsionaba a los fabricantes de churros para que pudieran trabajar los vendedores.
El crimen de Tomás Tello en las primeras horas del 2024 en la localidad de Santa Teresita ha llevado a la aparición de un nuevo tema sobrevolando la venta ambulante de churros en esa localidad durante la temporada.
En una de las declaraciones de uno de los detenidos, se denunció el pedido de coimas para poder vender en las playas y que van a una persona muy cercana al intendente del Partido de la Costa, Juan Pablo De Jesús. El abogado Carlos Dieguez habló al respecto en la 99.9 indicando que “esto sucede luego del trágico hecho que le costó la vida a Tomás Tello luego de una pelea el primero de año en Santa Teresita. Ahí participaron diferentes grupos, entre ellos, algunos que venían a trabajar en el verano desde diferentes partes del Gran Buenos Aires a hacer venta de churros en la playa. Hay cuatro sospechados, 16 detenidos actualmente, dos recuperaron la libertad junto a un chiquito con una discapacidad que es hijo del Sr. Kopelian”.
Justamente fue la declaración de Avedis Kopelian la que termina destapando este caso de corrupción: “declaró hace 48 horas porque se lo acusa de pertenecer a una mafia de vendedores ambulantes. En esa pelea donde pierde la vida Tello, aparece Damián Kopelian que es el que se pelea y este hombre que es fabricante de churros no tuvo participación en el crimen pero igual está detenido. En una de las preguntas que le formulo, sobre los controles y la habilitación, refiere que para poder vender le tiene que poner una cuota de 80 mil pesos por vendedor a la mano derecha del intendente De Jesús que sería un hombre apodado “El Toro”.
Esto replicado en la cantidad de personas que se trasladan a ese municipio desde Gran Buenos Aires lleva a pensar en una gran caja negra para la intendencia: “estamos hablando de infinidad de vendedores. Había unos 20 o 25 chicos, sólo de la zona de Morón. La venta de churros, se da tanto en horarios de playa como en horarios nocturnos de boliche. Es una cifra considerable. Esto en la esquina de mi casa se llama extorsión porque si no pagaba, le tiraban todos los churros al piso, lo maltrataban y como excusa, le hacían un control de alcoholemia que no tiene nada que ver”.
Por último, Dieguez indicó que lo valores especificados eran los del verano pasado y ese precio habría tenido un fuerte incremento: “estamos hablando de 80 mil pesos la temporada anterior, ahora están hablando de 155 mil pesos por vendedor. Esto es pisarle la cabeza al que menos tiene, vivir de la pobreza. De que forma una persona reúne ese dinero clandestino, a que bolsillo va a parar eso”.