El grupo amenazaba con fusiles, que son armas de guerra.
Tiene sólo 20 años y, para la Justicia, era el jefe de la banda del M-16. Fue detenido durante la madrugada del sábado luego de una persecución y un tiroteo que comenzaron en San Martín y terminaron en Pablo Podestá. Durante el enfrentamiento hirió a tres efectivos de la policía bonaerense. Si bien había dejado el fusil norteamericano M-16 de lado, habría disparado contra los uniformados con un arma igual de letal: un fusil táctico Remington calibre 2.23, similar a los que usan los grupos de elite y las fuerzas militares del Primer Mundo.
Según fuentes policiales y judiciales, el imputado habría sido identificado como Carlos Javier Velázquez Pellegrino. Lo buscaban desde el 12 de octubre pasado, cuando los efectivos de la Dirección de Investigaciones de Tres de Febrero, a cargo del comisario mayor Gustavo Bustamante, desbarataron la banda que se dedicaba a realizar secuestros exprés y entraderas.
El fiscal federal de Tres de Febrero, Paul Starc, quien estuvo a cargo de la investigación, acusó a Velázquez Pellegrino de ser el supuesto líder de una asociación ilícita que habría sido responsable de, al menos, siete secuestros exprés y robos con privación ilegal de la libertad, en San Martín y San Isidro.
“Nosotros somos conocidos. Somos la banda del M-16”, le dijo uno de los integrantes de la banda supuestamente comandada por Velázquez Pellegrino a una empleada judicial cuando la abandonaron en la esquina de Mendoza y 4 de Febrero, en San Martín, en abril de 2014. Una hora antes, la habían interceptado cuando salía de su casa.
Velázquez Pellegrino había logrado eludir a los policías, que, a mediados de octubre pasado, en uno de los 12 allanamientos irrumpieron en el departamento que alquilaba en Santa Fe al 1200, en Retiro.
Entre los fundamentos del fiscal Starc para pedir los procesamientos de los nueve imputados figuraba una escucha telefónica en la que se revelaba que algunos de los integrantes de la banda no dudaban en usar los fusiles tácticos de alto poder de fuego contra los policías, armados sólo con pistolas calibre 9 mm. Fuentes de la investigación indicaron que esta conversación telefónica habría tenido como protagonistas a Velázquez Pellegrino y Nadia, la única mujer que integraba la organización.
“Queda «la gorra» a cinco cuadras nuestro, encaramos para el auto caminando y «el Ciego», que estaba atrás, ni siquiera había arrancado el auto. En ese momento, se nos puso «la gorra» a la par nuestro, y le grité a «el Ciego»: ¡Arrancá, tirale! Pero se quedó quieto. Le saqué la metra, me puse atrás de un árbol y le sacudí. Empecé a tirar. Cuando me quedé sin balas, corrí. Ahí, «el Ciego» me dijo que le habían dado. Creo que seguía vivo. Nos fuimos todos, menos él”, habría dicho el imputado. Cuando lo detuvieron, Velázquez Pellegrino habría mantenido otro enfrentamiento similar, pero no pudo escapar.
Según fuentes de la investigación, en los últimos meses el imputado habría intentado reorganizar la banda. Durante la madrugada del sábado, supuestamente armado con un fusil táctico Remington calibre 2.23 y dos cómplices, repitió la maniobra que le habría dado buenos resultados en ocho oportunidades anteriores.
Pero el asalto salió mal. El VW Bora que interceptaron en Sarmiento y Lincoln, en San Martín, era conducido por un capitán de la policía bonaerense. El uniformado se resistió y lo hirieron de tres tiros. Entonces comenzó una persecución. El primer móvil que pudo interceptar a los delincuentes recibió una andanada de balas; dos policías fueron heridos, uno en el tórax y el otro en una pierna. Los efectivos a bordo de otros móviles lograron apresar a los tres imputados.
“Una pistola 9 mm como la que usa la policía puede llegar a matar a una persona a 100 metros. Un fusil M-16 perfora el casco blindado de un soldado a 1500 metros”, explicó un perito balístico al describir la diferencia de poder de fuego a la que se tuvieron que enfrentar los policías el sábado pasado.