Al principio sentí que mi pregunta era un poco tonta. “La violencia en todo el mundo es perpetrada predominantemente por hombres jóvenes. Eso lo sabe todo el mundo”, me respondió un profesor de criminología y estadísticas de una reconocida universidad de Estados Unidos.
Pero la segunda parte de su respuesta me devolvió la confianza para investigar por qué las mujeres, que son poco más del 50% de la población mundial, cometen sustancialmente menos homicidios que los hombres.
“Nadie sabe realmente por qué. Pero hay mucha especulación que va desde la testosterona hasta la socialización. No tengo conocimiento para opinar sobre esto. Lo siento”, me dijo.
Y aunque no quiso ser entrevistado, me dio luces de una realidad cuyas estadísticas son contundentes.
De acuerdo con el más reciente estudio mundial sobre el homicidio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), publicado en 2014, cerca de 95% de los homicidas a nivel global son hombres.
Ese porcentaje me impresionó y no fui la única.
“La diferencia es enorme y fue impactante para mí también. Me quedé muy sorprendida“, señala en conversación con BBC Mundo Caron Gentry, académica especializada en género y terrorismo de la Universidad de St Andrews, en Escocia.
“Me gustaría tener más información cualitativa. ¿Qué hay detrás de esos números? Si entrevistas a las mujeres que han cometido un homicidio o si ves las circunstancias de las vidas de esas mujeres ¿qué está pasando ahí?”, dice la experta.
Y agrega “me pregunto si hay datos que no están a la luz. ¿No arrestamos tantas mujeres porque pensamos que ellas no son capaces (de asesinar) o porque sus actos violentos se registran de una forma diferente? No estoy segura”.
Un asunto de hombres
Los porcentajes del estudio de UNODC son más o menos constantes “de país a país y entre regiones, independientemente de la tipología del homicidio o del arma empleada”.
“Los homicidios son principalmente un problema de hombres, desde la perspectiva no sólo de los perpetradores sino de las víctimas, y en su mayoría involucra a menores de 30 años”, le dice a BBC Mundo Enrico Bisogno, jefe de la unidad de desarrollo de datos de la UNODC.
En un informe publicado en marzo por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas sobre las tendencias de la delincuencia a nivel mundial, se afirma que alrededor del 80% de las víctimas de homicidio intencional en todo el planeta son hombres.
Y añade: “el 90% de quienes cometen homicidio en el mundo son hombres, y la tasa es similar en todas las regiones”, indica el reporte.
Según Bisogno, los homicidios cometidos en los espacios públicos son generalmente perpetrados por hombres contra hombres, mientras que en la esfera doméstica en la mayoría de los casos las víctimas son mujeres, asesinadas por sus parejas, exparejas o familiares.
“Mientras que los hombres son asesinados por alguien que ni siquiera conocen, casi la mitad de todas las mujeres víctimas son asesinadas por las personas más cercanas a ellas”, señala un comunicado de la UNODC.
La concentración de asesinatos entre hombres es una de las constantes más firmes de la criminología, señala en comunicación con BBC Mundo el director del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge, Lawrence Sherman.
Para ilustrar ese punto, el profesor de criminología cita los hallazgos del historiador urbano estadounidense Eric Monkkonnen, quien es considerado una autoridad en la historia del crimen.
Monkkonnen analizó exhaustivamente las estadísticas de homicidios en algunas ciudades.
Un enigma
Aunque hay evidencia de que a nivel global los hombres cometen más crímenes violentos que las mujeres, las razones no lo son.
“Hay una gran incógnita sobre por qué pasa y no hay una explicación. Los criminólogos, los psicólogos y todos los que se han acercado al fenómeno no han sido capaces de dar una respuesta satisfactoria (…) Hay más disenso que consenso”, le dice a BBC Mundo Antonio Andrés Pueyo, profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona.
Para Bisogno, es importante ir más allá de lo que pudiese parecer obvio: los roles del hombre y la mujer en ciertas sociedades, el consumo de alcohol, el acceso a armas de fuego, la tendencia masculina a participar en pandillas o en actividades del crimen organizado.
Sin embargo, en muchos casos esos factores son los detonantes.
Y es que de acuerdo con la UNODC, “el consumo de alcohol y/o drogas ilícitas aumenta el riesgo de cometer un homicidio. En algunos países, más de la mitad de los homicidas actuaron bajo la influencia del alcohol”.
“Las armas de fuego son las armas homicidas más utilizadas, al causar 4 de cada 10 homicidios a nivel mundial, mientras que una cuarta parte de las víctimas son asesinadas con cuchillos y objetos punzantes”.
La tesis de la testosterona
Investigadores como Martin Daly y Margo Wilson, autores de “Homicide: Foundations of Human Behavior” (“Homicidio: Fundamentos del comportamiento humano”), exploran una “psicología biológica evolutiva del homicidio que toma en cuenta las diferencias de género”, señala Sherman.
Entre esas diferencias, explica el académico, están las biológicas subyacentes, incluyendo la testosterona.
De acuerdo con Pueyo, cuando uno observa que los hombres son más violentos físicamente, más agresivos que las mujeres, “naturalmente lo que más sobresale desde el punto de vista hormonal es la preponderancia de la testosterona”.
Y es que la testosterona, explica el profesor de la Universidad de Barcelona, tiene una relación directa con la competitividad “y a veces la violencia es el último paso de la competitividad”.
“El tipo de asesinato más frecuente entre los hombres es el que acontece en el marco de la pelea, en el contexto del ocio o de bandas que compiten en el ámbito de la delincuencia”, señala.
Para el experto español, la testosterona pudiese tener cierta influencia, pero no es lo determinante.
“La testosterona parece explicar en parte que la mayoría de los asesinatos los cometen hombres jóvenes. Pero en otros casos, como por ejemplo los asesinatos de pareja, pesan otros factores no tan biológicos”, indica el docente desde Barcelona.
Y no es el único, el profesor Sherman, en Inglaterra, considera que existen factores culturales, sociales y políticos que se correlacionan para incidir en la inmensa diferencia en las tasas de homicidios cometidos por hombres y mujeres.
Lo que hace la sociedad
La experiencia en la calle de un sargento en Colombia no está muy lejos de confirmar lo que los estudios demuestran.
“Tomos de investigaciones sociológicas demuestran que los niños y los hombres son socialmente recompensados por ser físicamente fuertes y dominantes y socialmente ridiculizados si se muestran débiles o sumisos”, le explica a BBC Mundo la profesora de Sociología de la Universidad de Harvard, Jocelyn Viterna.
Para la docente, “la impresionante diferencia en las tasas de homicidio por género es, desde un punto de vista sociológico, claramente enraizado en la socialización de género”.
“Las mujeres, en contraste, son premiadas socialmente por su comportamiento tranquilo, subordinado y pacífico. Debido a que se espera que los hombres sean violentos y las mujeres pacíficas, hay hombres y mujeres que viven para satisfacer esas expectativas”.
“Para ilustrar cuán arraigado está eso en nuestra sociedad, piensa por un minuto cómo los hombres se alientan para ser más agresivos o más dominantes físicamente, ya sea en un campo de fútbol o en el ejército o en una pelea en el bar”.
Se dicen que no actúen como niñas, como mujeres, lo cual deja muy claro que el comportamiento no agresivo es un atributo femenino, no de un hombre “real”, señala la académica.
Para Gentry, quien junto a Laura Sjoberg, es autora del libro: “Mothers, Monsters, Whores: Women’s Violence in Global Politics” (“Madres, monstruos, putas: la violencia de las mujeres en la política global”), las razones que explican por qué hay mayor cantidad de hombres que mujeres homicidas podrían tener raíces sociales y culturales y no tanto biológicas.
“Las mujeres en la mayoría de las sociedades, si es que no en todas las sociedades, no tienen acceso igualitario al poder. Quizás tienen acceso a las armas, pero no necesariamente al poder y a la dinámica social que les dan la habilidad de cometer un asesinato”.