Pequeña parte de la plata ucraniana fundada en 1997 se puso en funcionamiento, ahora resguardada bajo una enorme estructura de seguridad. Aun frente a mayores medidas de contención, la posibilidad de un nuevo accidente persiste.
El reactor número cuatro de la central nuclear de Chernobyl, localizado al norte de Ucrania, volvió a activarse a 35 años del peor desastre de la historia. Una de las partes de la planta renace y así también lo hacen los fantasmas del pasado.
La nueva estructura de protección, incorporada con motivo del 30° aniversario de la catástrofe, busca aislar aún más el gigantesco cubo de acero y hormigón construido en 1987 y neutralizar la radiación de aquel reactor que explotó.
Esto se debe a que, aun en la actualidad, sensores están rastreando una cantidad creciente de neutrones, que son señal de fisión nuclear, aparentemente concentrada en una habitación inaccesible de la antigua planta de energía.
Esta es la conclusión que Anatolii Doroshenko, integrante del Instituto para los Problemas de Seguridad de las Plantas de Energía Nuclear (ISPNPP) , hizo ante la revista científica estadounidense, Science, desde la capital ucraniana Kiev.
“Hay muchas incertidumbres y no podemos excluir la posibilidad de un accidente”, sostuvo, por su parte, Maxim Savelier, también del ISPNPP. Savelier no descarta una eventual “explosión” y afirmó que el conteo de neutrones aumenta lentamente.
Asimismo, sugirió que los expertos todavía necesitarían de algunos años más para poder comprender en su totalidad cómo sofocar la posible amenaza y desmantelar definitivamente los restos de aquel reactor número cuatro.
Previo a la disponerse de la estructura, agua proveniente de las lluvias penetraba en el sarcófago, aumentan no solo las posibilidades de golpear y dividir los núcleos de uranio si no , además, incrementando el recuento de neutrones.
Aparentemente, dicha cobertura solucionó el problema. Y, en efecto, así fue, teniendo en cuenta que los conteos de neutrones en la mayor parte de las áreas del sarcófago permanecieron estables o disminuyeron.
Sin embargo, nuevos relevamientos demostraron un aumento en algunos puntos, casi duplicándose en 4 años en la sala 305/2, que contiene toneladas de material radioactivo sepultado debajo de los escombros. Allí se concentra el mayor peligro.
En la actualidad, los expertos hablan de manera clara sobre un Chernobyl distinto al anterior. Sin embargo, el sarcófago podría colapsar, bajo los efectos de una pequeña explosión, y llenar la cúpula con material radiactivo una vez más.
Alexander Uvarov ,director del sitio ruso Atominfo, opinó que “la situación en Chernobyl no presenta ningún peligro real, especialmente catastrófico, y los mismos científicos ucranianos los subrayan”.
Destacó que los hallazgos no superan el umbral de riesgo en la zona aunque también precisó que, lamentablemente, “el gobierno ucraniano todavía no dispuso el dinero necesario para la aplicación del programa de monitoreo”.