Así se desprende del último informe oficial de Missing Children, según el cual los extravíos se deben en su mayoría a crisis de identidad y peleas con algún familiar.
Maximiliano Sosa, Mariana Carrizo, Sofía Corral, Pablo Llanos, Sabrina Cantoni, Brandon Curbelo o Sheila Suárez. Los nombres pueden seguir y superar los cien. Son los chicos buscados actualmente en nuestro país por Missing Children, una ONG que sólo en 2015 recibió un total de 1038 denuncias por chicos perdidos. En casi el 70% de los casos, según los registros de la entidad, se trató de menores que se fueron de sus casas por propia voluntad y a raíz de conflictos familiares.
“El fenómeno creció en los últimos años -asegura Lidia Grichener, presidente de Missing Children Argentina-. Años atrás la mayoría de las fugas se daban en chicos de 14 o 15 años, pero ahora vemos que también es muy común nenes de diez u once años que desaparecen de sus casas. Sin duda que el desmembramiento de muchas familias genera que esta realidad se acreciente todavía más, sobre todo porque en la mayoría de los casos se trata de chicos que deciden fugarse”.
Una de las aristas que los especialistas suelen señalar con intensidad es la presencia cada vez más fuerte de las redes sociales en la cotidianeidad de los adolescentes
Concretamente, el reporte 2015 de la ONG internacional indica que de los 1038 casos registrados durante el año que acaba de terminar -de los cuales cerca del 90% fueron resueltos-, el 42% se trató de crisis de identidad y el 31%, de peleas con algún familiar.
Según la entidad, incluso, antes el promedio de días que desaparecía un chico iba de tres a cuatro. Ahora es mucho mayor, más de una semana o diez días. Lo preocupante es que los que se van son cada vez más chiquitos. Los números dicen que la mayoría de los que se escapan tienen entre 13 y 17 años (73%). Pero hay cerca de un 15% que tienen entre 7 y 12 años. Y es la franja que más crece.
Claro que la entidad no es la única que advierte una escalada del problema y sus orígenes. Desde el Registro Nacional de Menores Extraviados, donde el año pasado sólo de La Plata se recibieron más de 350 denuncias de menores extraviados, se coincide en que la mayoría de las desapariciones se debe a conflictos familiares. Aunque se ensaya una aclaración: “Tal vez no sería correcto decir que ahora hay más desapariciones que antes; lo que si existe ahora es una mayor cantidad de canales donde denuncias estas desapariciones. Es un tema que se difundió mucho y eso ayudó a popularizar los casos”.
Sea por uno u otro motivo, lo cierto es que se trata de un vendaval de historias donde, en buena medida, el chico se va de la casa porque fue víctima de alguna agresión. “Tenemos que entender que hay familias que son golpeadoras -apuntan en Missing Children-, y eso repercute en que haya más casos de nenes perdidos”.
Si bien la mayoría de los chicos extraviados son de nuestra provincia, el problema abarca a todo el país y se ha vuelto un verdadero drama con el correr de los años. Desde el Registro de Chicos Perdidos del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, por caso, sus autoridades señalaron hace poco que en 2014 un total de 1125 adolescentes se escaparon de sus viviendas y que esa cifra se mantiene constante en promedio desde 2010.
Para los responsables de esta dependencia, “la adolescencia es una etapa de muchos cambios, por lo que es muy común que los chicos no se sientan comprendidos por los adultos responsables de la crianza. Por eso tener siempre abiertos canales de diálogo con nuestros hijos y establecer pactos consensuados con ellos en lugar de límites impuestos sin explicación, ayuda a que los adolescentes se sientan contenidos y que no vean como única salida posible para la resolución de los conflictos con los padres, el irse de la casa”.
En la problemática, una de las aristas que los especialistas suelen señalar con insistencia es la presencia cada vez más fuerte y abarcadora de las redes sociales en la cotidianeidad de los adolescentes y su universo. Con todo, desde el Registro de Chicos Perdidos se asegura que “no hay que demonizar internet. Los padres deben advertirle a sus hijos los riesgos de conversar con extraños inclusive en las redes sociales y estar cerca sin que el adolescente sienta que se le esta poniendo límites”.
Las autoridades del Consejo también apuntaron que “los adultos no entendemos que los adolescentes son nativos digitales y ellos incorporaron a Internet a su vida cotidiana, entonces hay que saber abordar una estrategia para decirles que si no quieren sacarse fotos desnudos en la calle tampoco deben poner esas fotos ante un desconocido en internet”.
Para los expertos del Registro, además, “cuando un adolescente se va de su casa es porque no puede verbalizar con su familia lo que les está pasando a ellos y a todos los que viven bajo ese techo“
Lo que dicen aquí entra en sintonía con la mirada que se tiene desde el Registro Nacional de Menores Extraviados y la ONG internacional. Cuando el que se fuga es un niño, se apunta, la historia que lo explica suele estar asociada a la esfera íntima, a una conflictiva familiar que alcanza niveles de una gravedad tal que empuja al chico a ponerle el cuerpo a una decisión que, muchas veces, ni siquiera comprende en su verdadera dimensión.
“La mayoría de los menores se suelen ir en forma voluntaria de sus casas -sostiene Grichener-. Los casos que vemos día a día nos demuestran que nenes y adolescentes abandonan sus hogares por situaciones que no pueden resolver en el ámbito familiar. Se rompe el diálogo o no existía ningún tipo de diálogo. A veces, es porque la familia no acepta una relación con un novio o una novia, porque les fue mal en un examen o porque están embarazadas o hay maltratos que se repiten a lo largo del tiempo”.
Lo que dicen los expertos se fundamenta en las estadísticas. Uno de los últimos informes presentado por las autoridades nacionales, de hecho, destaca que el 91% de los casos en los que el equipo social del Registro tomó intervención (sobre un muestreo de 241 casos, se aclara), está asociado a “alejamientos voluntarios del hogar, producto de situaciones de maltrato intrafamiliar”. Además, destaca ese informe, a partir del análisis de los casos ingresados en el Registro puede observarse “que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes que abandonan repetidamente sus hogares, tienen algún tipo de experiencia de vida en la calle”. El 67% de los desaparecidos son chicas (algo que coincide con la estadística de Missing Children). ¿Las razones? “Por un lado, son las que sufren mayores abusos. Y por otro, muchas conocen hombres más grandes y escapan con ellos”. A todo esto, no son pocos los que aseguran que en este último tiempo hay un grupo de riesgo que cada vez es mayor: el que está expuesto al consumo de drogas. Según se explica, la aparición del paco en nuestra región intensificó y masificó los casos. Y lo más terrible: hizo que las edades de sus víctimas, hoy caritas con nombres pero sin ningún paradero, sean cada vez más bajas.