Sentenciado a 15 años por narcotráfico, su pena ha sido elevada tras el arresto de la «heredera» de la compañía en Vancouver.
Como un peón en una partida de ajedrez, otro canadiense ha caído en China en plena crisis diplomática por el «caso Huawei». Según informa el periódico «The Globe and Mail», Robert Schellenberg fue condenado ayer a muerte por tráfico de drogas por un tribunal de Dalian, al norte del país en la provincia costera de Liaoning. Arrestado el 3 de diciembre de 2014, cuando estaba en un avión en Cantón (Guangzhou) a punto de despegar para Tailandia, Schellenberg fue condenado el pasado noviembre a 15 años de cárcel como cómplice de una banda que traficaba con 222 kilos de metanfetamina.
Pero el 29 de diciembre, en pleno conflicto diplomático por el arresto en Canadá de la hija del fundador de Huawei y vicepresidenta de la compañía, Meng Wanzhou, un tribunal superior ordenó repetir el juicio después de que la Fiscalía presentara nuevas pruebas.
En una vista oral con una sola sesión, y cuya deliberación apenas duró una hora, los jueces condenaron ayer a Schellenberg como el «miembro central» de una banda de narcotraficantes en la que había otros ciudadanos chinos. Como pruebas, la Fiscalía había presentado registros digitales de transacciones bancarias y de una llamada telefónica a un narcotraficante chino condenado a muerte, pero con la sentencia suspendida durante dos años.
Engañado por el traductor
Schellenberg negó conocer a dicha persona y también desmintió el principal testimonio en su contra, que fue el de su traductor, Xu Qing. Sin mirarle a la cara, este aseguró que le había encargado comprar bolsas de plásticos y tijeras para ocultar la droga dentro de unas ruedas. Frente a dicha incriminación, Schellenberg declaró que era solo un turista que había sido engañado por el traductor y una banda de criminales.
Con independencia de cuál sea la verdad, esta condena agrava la crisis entre el autoritario régimen de Pekín y el Gobierno de Ottawa por el «caso Huawei». Desde que su «heredera», Meng Wanzhou, fuera arrestada en Vancouver por una orden de extradición de Estados Unidos, que la acusa de haber violado las sanciones contra Irán, al menos trece canadienses han sido arrestados en China. Aunque la mayoría han sido liberados, dos siguen detenidos en un lugar secreto y sin acceso a abogados por «dañar la seguridad del Estado».
Bajo un régimen en el que la justicia no es independiente, estos casos han dinamitado las relaciones con Canadá, donde Meng Wanzhou compareció el mes pasado con su abogado ante un tribunal que le concedió la libertad bajo fianza. «Nos preocupa (…) que China haya empezado a aplicar arbitrariamente la pena de muerte, como a la que se enfrenta un canadiense en este caso», criticó el primer ministro, Justin Trudeau.
Mientras su país intercede, Schellenberg tiene diez días para recurrir. China ha ejecutado antes a otros extranjeros, como dos canadienses, varios filipinos, un japonés y un británico, por tráfico de drogas, pero este caso huele a represalia por el arresto de la «heredera» de Huawei.