Uno de los más beneficiados ha sido Nicaragua. El 50% de los edificios públicos construidos desde hace décadas habrían sido financiados por Taiwán, según un experto en política asiática.
América y Asia están evaluando las consecuencias del sismo geoestratégico que ha supuesto el reconocimiento diplomático de Panamá a la República Popular China, en detrimento de Taiwán. El país del istmo centroamericano decidió reconocer a Pekín a mediados de junio. Declaró su adhesión a la política de ‘una sola China’, promovida desde el gigante asiático, que obliga a la ruptura con Taipéi a cualquier país que quiera establecer relaciones diplomáticas oficiales con el gobierno continental.
La República Popular China considera a la isla de Taiwán como parte de su territorio. Taiwán ha sido gobernada desde 1945 por la capitalista República de China –su nombre oficial-, que cayó derrotada por los comunistas en la guerra civil y abandonó la China continental en 1949. Ambos gobiernos luchan desde entonces por el reconocimiento internacional, una batalla desigual que el Gobierno de Pekín está más cerca de ganar definitivamente.
¿Quién será el siguiente?
La última batalla se libró en Panamá y la China Popular volvió a imponerse. El golpe fue tremendo para la isla, gobernada desde 2016 por la nacionalista Tsai Ing-wen. Taiwán perdió a su aliado más influyente, base de la mayor flota mercante del mundo, cuya divisa es el dólar y que mantiene recientemente buenas relaciones con Estados Unidos. El enfado fue mayúsculo. “La República de Panamá ignora la fraternidad centenaria entre ambos países, y ante el ofrecimiento de la alta inversión y capital de China Continental, ha decidido alejarse de Taiwán, que comparte con Panamá los valores de paz, democracia, libertad y Derechos Humanos, para estar en la línea autocrática de China Continental”, señaló Taipéi en un comunicado, manifestando su “condena y repulsa” por la decisión. Básicamente acusó a Panamá se haberse vendido a una dictadura por dinero.
El tono es inusual, pero lógico. La decisión panameña dejó a Taiwán con tan sólo veinte aliados en el mundo. Once de ellos están en América Latina. Muchos son pequeños países como Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y Belice. Destacan Paraguay, El Salvador, República Dominicana, Honduras y Guatemala. Los países vinculados con la isla en otras latitudes, como Burkina Faso, Palaos, Islas Marshall o Tuvalu, carecen de peso mundial, excepto en el caso de Ciudad del Vaticano, con un peso simbólico nada desdeñable.
La pregunta que todos los diplomáticos se hacen es clara. ¿Quién será el siguiente? Las apuestas apuntan a un grupo de cuatro países. El primero en hacer su quiniela fue el ex embajador de México en China, Jorge Guajardo. Cree que República Dominicana y Nicaragua serán los próximos. Es un razonamiento que tiene sentido. Aunque República Dominicana es fiel a Taipéi, lo cierto es que Pekín es un socio económico clave para el gobierno caribeño. Santo Domingo importa maquinaria, automóviles y equipos de alta tecnología desde China, a la vez que exporta al gigante asiático arroz, tabaco, cacao y café, entre otros productos.
Diplomacia de billetera
El ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, David Tawei Lee, advirtió a finales de julio que China estaría ofreciendo a la República Dominicana inversiones millonarias para tratar de atraer a su esfera de influencia al Estado caribeño. Taipéi dice no querer entrar en el juego de la ‘diplomacia de billetera’ con Pekín, pero lo cierto es que ha financiado grandes proyectos económicos y de infraestructura en los países donde mantiene influencia, especialmente en los centroamericanos.
Uno de los más beneficiados ha sido Nicaragua. El 50% de los edificios públicos construidos desde hace décadas habrían sido financiados por Taiwán, según le dijo el experto en política asiática Colin Alexander a la BBC. Taipéi financiaba hasta mediados de 2016 unos 27 proyectos en Nicaragua por unos 50 millones de dólares, según el portal web nicaragüense ‘Confidencial’. Atendiendo a esas cifras, a Nicaragua no le interesaría darle la espalda a la isla asiática. El análisis cambia si se tiene en cuenta que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, ya rompió relaciones con Taiwán en 1985, durante su primer mandato al frente del país. Nicaragua volvió a apoyar al Gobierno insular tras la derrota electoral del Frente Sandinista en 1990. Ortega decidió seguir respaldando a Taiwán tras su vuelta al poder en 2007, pero el precedente existe.
Un empresario chino, intenta, además, hacer realidad la construcción de un canal interoceánico en el país centroamericano. Planea invertir más de 50.000 millones de dólares. Muchos ven su realización como un imposible después de más de tres años de retraso y además China podría habría perdido interés en el mismo tras obtener el apoyo diplomático de Panamá, que tiene su propio canal desde hace más de un siglo, pero podría ser una excusa para el cambio de tornas.
Ortega mantiene además unas complicadas relaciones con Washington. El Congreso norteamericano podría sancionar a su Gobierno por deficiencias democráticas. Apoyar a China podría ser una manera de mostrar descontento. Otros posibles candidatos al cambio de apoyo serían Paraguay, objetivo estratégico de China, según los expertos, y Santa Lucía, que ya cambió China por Taiwán en 2007 y es visto como un país veleta. Taipéi es consciente de su debilidad, y ha redoblado esfuerzos diplomáticos en las últimas semanas para evitar que más países le den su apoyo a Pekín.
El presidente paraguayo, Horacio Cartes, visitó en julio la isla asiática para celebrar las seis décadas de relaciones diplomáticas entre ambos estados. Taipéi también recibió la visita del ministro de Exteriores guatemalteco. El jefe de la diplomacia taiwanesa viajó, por su parte, a República Dominicana y Belice, país al que ofreció 60 millones de dólares en préstamos. Taiwán sabe, en cualquier caso, que no puede competir con la economía china. El poder financiero del gigante asiático fue la razón esgrimida por el presidente panameño, Juan Carlos Varela, para dar su apoyo a Pekín.
Panamá importa mercancía china por valor de 1.200 millones de dólares. El 18,9% de la carga que pasa por el canal es china y el país centroamericano es base de numerosas empresas chinas de sectores tan importantes como la banca, la logística y las telecomunicaciones. “Hasta el día de hoy la República de Panamá carecía de relaciones diplomáticas con la República Popular de China, un Estado que por sí sólo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo. Esta es una situación que un mandatario responsable no podía seguir perpetuando”, dijo el presidente panameño, Juan Carlos Valera, el día que anunció la decisión de darle la espalda a Taiwán. Un argumento que otros países podrían suscribir pronto.