Cecilia Bouzat recibió hoy en París el premio “La mujer en la ciencia”, como estímulo a la investigación sobre mutaciones de receptores que afectan la comunicación rápida en el sistema nervioso y causan problemas en procesos de aprendizaje, memoria y musculares.
El premio es otorgado por la empresa francesa de cosmética L’Oreal y la entidad de Naciones Unidas para la Educación-Unesco. “Nuestra pregunta es cómo funcionan ciertos receptores que intervienen en una rápida comunicación neuronal y entre una neurona y un músculo, y cómo puede modificarse ese mecanismo en algunas enfermedades”, explicó Bouzat a Télam. El receptor es una molécula, “pero es como un aparatito que funciona en forma perfecta: reconoce un neurotrasmisor muy específico que le corresponde y genera un cambio en la proteína”. Los receptores se ubican en la membrana de la célula y poseen una zona externa que une el neurotransmisor y un poro que permite que iones pasen del exterior al interior celular. El poro solamente se abre cuando el neurotransmisor se une a la zona extracelular; esta apertura permite el flujo de iones que desencadena la respuesta eléctrica, permitiendo la comunicación. Varias enfermedades -como algunos tipos de epilepsia, síndromes miasténicos y esquizofrenia- son producidas por mutaciones en los receptores que le impiden funcionar adecuadamente y modifican la comunicación neuronal. El objetivo de esta investigación es determinar el mecanismo molecular por el cual una vez que se une el neurotransmisor se produce la apertura del poro, y cómo cambia este proceso en receptores mutados que se observan en ciertas patologías.
La comunicación rápida y precisa entre neuronas es fundamental para procesos como movimiento muscular, aprendizaje, memoria; y se realiza a través de las sinapsis, proceso por el cual las neuronas liberan neurotransmisores que activan receptores específicos de células vecinas y generan una respuesta eléctrica.
Los receptores sinápticos, cuyo rol es clave en la transmisión nerviosa, son blancos de drogas como la nicotina y de fármacos como benzodiacepinas, barbitúricos, relajantes musculares y anestésicos, que se unen al receptor y modifican su función, estimulándola o disminuyéndola.
Bouzat planteó que “el objetivo es entender cómo funcionan los receptores en estados normales y de enfermedad” para contribuir al desarrollo de fármacos selectivos y terapias.
A veces, “ese funcionamiento normal es el que uno quiere como efecto terapéutico y, otras veces, aparece como efecto adverso de un fármaco que se usa para otros fines”, precisó.
Bouzat, quien compitió para el galardón internacional por la región América Latina, dio una conferencia científica en la Academia de Ciencias de Francia y recibió el premio en la universidad de La Sorbona.
La investigadora, que ganó en 2007 la primera edición del premio L`Oreal-Unesco en Argentina, se graduó en la Universidad Nacional del Sur e hizo su doctorado en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas sobre Biología Molecular, que siguió en Clínica Mayo.
Tiempo después, instaló su propio laboratorio y formó un equipo de investigadores que trabaja en cooperación con Clínica Mayo y la británica Universidad de Oxford.
Bouzat contó que “actualmente, otra línea de investigación es estudiar estos receptores en un organismo modelo, que es un nematodo (gusano) que se usa como modelo de enfermedades humanas y envejecimiento, porque es un organismo vivo muy bueno para hacer testeo de drogas ya que tiene el 60% de los genes iguales a los de los humanos.
Entonces, muchos procesos de enfermedades están conservados y muchos de nuestros genes están en el gusano, por ejemplo: la neurotrasmisión está totalmente conservada y estos receptores humanos que nosotros estudiamos, también están en el nematodo”.
Experta en investigaciones de largo aliento, Bouzat consideró que “se puede hacer buena ciencia en Argentina porque tenemos personal capacitado, prestigio internacional como investigadores, una universidad pública y una carrera de Investigador Científico del Conicet que da un apoyo invalorable para la ciencia”.
“Tenemos mucha riqueza en el país. Me parece que sí, en los últimos años hubo una jerarquización de la ciencia y que se abrió la entrada a más investigadores jóvenes y becarios”, dijo.
“Creo que eso es bueno, pero (el país) debe seguir dándole a la ciencia la importancia que tiene, con los recursos tecnológicos y humanos que siempre hacen falta, porque la ciencia cambia todo el tiempo”, opinó.
En ese sentido, seguir una política de apoyo a los científicos supone, para la investigadora, que “gente joven ingrese y permanezca en carrera, porque hay que conservar a la gente buena y que sea un país atractivo para los investigadores”.