Hace seis años, la chef Florencia Borsani y el sommelier Mariano Braga crearon el premiado Pampa Roja en Santa Rosa. El viernes 16 bajarán la persiana.
“Nos vamos por desencanto, con una situación político-social. Con un país que no ha sido muy bondadoso con los que emprenden”, confiesa Mariano Braga, dueño de uno de los restaurantes más reconocidos de la Argentina. Junto a su esposa, la chef Florencia Borsani, anunció que cierran y viajan a España a iniciar otra etapa, a buscar una mejor calidad de vida.
Pampa Roja es un restaurante exquisito y premiado que Braga y Borsani, ambos de 34 años, llevaron adelante en Santa Rosa, La Pampa. Lo imaginaron, lo proyectaron y lo hicieron realidad creando sabores con carnes silvestres, plantas y flores autóctonas.
El viernes 16 de octubre el restaurante cierra: ese día cumplen seis años desde la apertura. Inició un ciclo de seis viernes con una carta diferente, en la que recuerda los menúes más emblemáticos y novedosos de estos seis años de Pampa Roja. Por cada noche la carta ofrece vinos de las bodegas Catena Zapata, Zuccardi, Moët Hennessy, Rolland y Viña Cobos.
“La decisión tiene que ver con un cambio de calidad de vida nuestra. Ya veníamos analizando la posibilidad de irnos a España”, cuenta Mariano.
Lo dice sin vueltas: “Es una decisión de vida familiar. Y con una situación político social con la que uno no está de acuerdo. Nuestro laburo es emprender e históricamente nuestro país no fue muy bondadoso con los que emprenden. Más allá de las vicisitudes económicas y las cuestiones impositivas. Es una de las claves por las cuales decidimos irnos y dejar parte de la familia, los amigos y todo lo que uno armó en diez años”.
Confiesa que “la ida tiene que ver con un desencanto político-social. La decisión de asegurarles a mis hijos un futuro mejor. Pero también pensamos en nosotros, tenemos 34 años y nuestro futuro queremos asegurarlo”.
Para los Braga-Borsani este es un año clave. La familia que conforman junto a Mateo (8) y Felipe (3), sumará otra integrante, Lola, para los últimos días de octubre. La nena nacerá en Argentina y después irán, en el primer trimestre de 2021 rumbo a la Costa del Sol, donde también apuestan a un proyecto gastronómico.
La historia de Mariano y Florencia arrancó en Carlos Casares, un pueblo del oeste de Buenos Aires. Se conocieron a los 14 años. Estudiaron en Buenos Aires: ella es licenciada en administración hotelera (con paso por los hoteles Intercontinental, Meliá, Emperador y Alvear) y él, licenciado en comercialización. “Hice la carrera de sommelier como algo anecdótico, paralelo y me terminé enamorando de la actividad”, confió Mariano.
Llegaron a Santa Rosa porque era la ciudad de paso hacia un campo en el oeste pampeano que tenía su familia. La inseguridad de Buenos Aires y episodios pesados de robos, los empujaron a buscar un lugar más tranquilo.
La carta de Pampa Roja fue mutando, sumando la experiencia gastronómica pero también la exploración de lugares: salares, lagunas y el monte pampeano.
En el menú, el restaurante ofrece sopa de tréboles, postres de piquillín (un rústico y espinoso árbol del oeste pampeano que brinda como fruto una pelotita roja) y bocados con acelga y cardo ruso.
Un año el restaurante ofreció un menú fijo para cada día de apertura (por los general tres días a la semana), en otra etapa fueron experiencias en siete pasos, y también tuvieron una carta con varios menúes.
“Esto lo imaginamos siempre muy positivos. Pero lo que logramos, en un lugar como Santa Rosa, chico en población y lejos de los polos gastronómicos (el porteño, uno de ellos), son geniales y estamos orgullosos”, compartió Mariano.
Pampa Roja logró dos distinciones de grandes ligas. Obtuvo el premio como mejor restaurante argentino para la Luxury Travel Guide 2017, una guía británica. También la revista inglesa El Mundo de los Vinos Finos la reconoció como la mejor carta corta de América Latina y Central: esa carta tiene 150 vinos de Chile, España, Eslovenia, pampeanos y de las principales bodegas argentinas. Un orgullo de Mariano Braga, cuya actividad principal es sommelier.
Para los Braga-Borsani la decisión tiene ese lado amargo. “En el restaurante nos está yendo bien, por eso es aún más duro. Nos vamos a un país, un lugar que no conocemos. Lo que logramos fue con laburo, por eso creo que allá no va a ir bien”, confía.