Cirugías bariátricas en adolescentes

Especialistas explican las ventajas y los riesgos que supone la operación en los jóvenes.

cirugias-bariatricas“A horas de mi operación, es difícil tratar de contar o poner en palabras cuánta discriminación me tocó vivir, recibir, sufrir… Cada uno pondrá la palabra que más le guste. Tanto se habló, tanto se me juzgó sin saber cuánto la vengo luchando hace tiempo. Hablo desde el lugar de discriminada, de haberlo sufrido, de no saber dónde está el límite de la maldad de esos que juzgan, critican, se ríen… Y es mucho más extenso que sólo una maldad recibida por personas, que lo hacen detrás de una computadora, en el colegio, en la calle. La discriminación existe y lastima… Sean felices. Sin juzgar y sin ser juzgados, viviríamos todos un poquito mejor”, escribió Morena, hija del conductor de televisión Jorge Rial, en su cuenta de Instagram la noche previa a someterse a un Bypassgástrico para bajar de peso.
Si se trata de adolescentes (como Morena que tiene 17 años) las cirugías bariátricas se indican en casos muy puntuales: cuando la obesidad trae aparejada otras enfermedades y luego de haber probado y fracasado con otros métodos para bajar de peso.
“Es una cirugía que no está exenta de complicaciones a largo plazo”, dice María Cristina Billinger, especialista en nutrición y coordinadora del área en el Hospital Italiano.
La especialista explica que existen tres tipos de cirugía bariátrica: las que reducen la cantidad de comida que se puede ingerir (banda gástrica y manga gástrica) y el Bypass gástrico, que además de disminuir la ingesta produce mala absorción de nutrientes como hierro, calcio, vitaminas y otros minerales.
“Luego de esta operación el paciente debe recibir suplementos de vitaminas y minerales de por vida”, advierte Billinger, y alerta: “Estudios estadísticos muestran que el 50 % de los pacientes no volvieron a los controles al año de la cirugía y que el 70% dejó las vitaminas seis meses después”.
En Argentina se realiza el Bypass gástrico a adultos desde el 2003. En promedio se hacen unas 5.000 operaciones por año. Y tres de cada diez pacientes intervenidos vuelven a ganar parte del exceso de kilos que se perdieron dentro de los cinco años posteriores a la intervención. Alrededor de 20 adolescentes por año se someten a alguna cirugía bariátrica.
“La cirugía bariátrica en adolescentes está muy controvertida, sobre todo en menores de 18 años”, dice Billinger. En Estados Unidos, donde los problemas de obesidad severa en adolescentes son muy importantes, se realizan un gran número de cirugías en este grupo etario (de 12 en adelante).
“Son casos de extrema severidad, con muchas enfermedades asociadas (Diabetes, Hígado graso severo, colesterol muy elevado, síndrome de apnea obstructiva de sueño, etc) que disminuyen o desaparecen en los primeros años posteriores a la cirugía”, señala Billinger.
En Argentina no se realizaron intervenciones a tan corta edad. El consenso de cirugía bariátrica de la SACO (Sociedad Argentina cirugía Bariátrica) incluye a pacientes a partir de los 18 años, con índice de masa corporal superior a 40 kg/m2 (no se tiene en cuenta el peso sino su relación con la altura) o superior a 35 kg/m2 si está asociado a enfermedades.
Billinger explica que los adolescentes para operarse deben tener el desarrollo puberal completo y la talla debe ser superior al 95% de la talla adulta (por edad ósea); que deben entender de que se trata la cirugía, estar motivados y querer hacerlo.
En la adolescencia, la opción de recurrir a un tratamiento quirúrgico para la obesidad severa se discute caso por caso, por un grupo multidisciplinario de expertos: psicólogos, psiquiatras, pediatra en el caso de menores de 16 años, endocrinólogo, nutricionista, cirujano.
“Tienen que tener capacidad para mantener el estilo de vida posterior a la cirugía (aunque de esto no sea posible tener certeza), deben tener madurez intelectual y una familia consciente de los riesgos y la necesidad de controles posteriores”, plantea la especialista.
La licenciada en psicología María Marta Fernández, que trabaja con equipos de cirugía bariátrica, cuenta que actualmente existe un consenso mundial para que todos los pacientes que se sometan a una cirugía realicen primero una evaluación psicológica que permita un diagnostico de estructura. También para asegurarse de que el sujeto comprende las implicancias de un plan bariátrico.
“Es importante la posición del sujeto frente a la enfermedad, si hay un deseo para comenzar un proceso de salida de su obesidad y el compromiso necesario para el tratamiento pre y pos operatorio”, señala Fernández.

MOTIVACIONES PARA SOMETERSE A LA OPERACION

En general los adolescentes o jóvenes acuden con una indicación médica y luego de haber atravesado por diferentes tratamientos sin resultados satisfactorios. En muchos casos con enfermedades asociadas. “Los fracasos reiterados son los que en muchos casos perpetúan la enfermedad. Hay que poder encontrar que hay mas allá de la obesidad”, explica Fernández.
La psicóloga señala que en los adolescentes, por lo general, la motivación principal es su imagen corporal, dado que se sienten menos atractivos y suelen sentirse inhibidos para vincularse socialmente: “Se les dificulta vivenciar su sexualidad sin temores y fundamentalmente esperan no ser discriminados”.
Según sostienen las especialistas, los cambios son significativos en cuanto a la calidad de vida, la socialización y la autoestima. “Pero también hay un tiempo para aceptar la nueva imagen corporal, las marcas de alguna flacidez que en algunos casos necesitan un tiempo de recuperación de los tejidos o cirugía recuperadora”, advierte Fernández, y alerta: “Los jóvenes están mas expuestos a otras dinámicas de consumos y si no hay conciencia de la realidad acerca de su cirugía y un buen equilibrio sobre el autocuidado, podrían dañar su salud”.
Sobre este punto, Billinger sostiene: “No hay dudas de que un gran descenso de peso y los grandes cambios a nivel emocional que genera (como el aumento de la autoestima) que es indispensable en esta etapa de la vida, tiene una consecuencia altamente positiva en las realizaciones personales, pero existen muchas dudas sobre el sostenimiento de los cambios a largo plazo”. Advierte que existen estudios de investigación que demuestran que operarse en la adolescencia no otorga un beneficio mayor que hacerlo en la adultez temprana.
La adherencia al tratamiento, el seguimiento por un equipo multidisciplinario y el acompañamiento familiar son fundamentales tanto en jóvenes como en adultos.

EL IMPORTANTE ROL DE LA FAMILIA

La familia tiene un papel central en el tratamiento: puede obturarlo o, por el contrario, posibilitarlo.
“Cuando hay un problema de obesidad en un niño o en un adolescente la familia es el principal acompañante del proceso”, dice Fernández, y plantea que los cambios que se sugieren para “el obeso” pueden implementarse por todo el grupo familiar.
“Pueden planificar juntos los tipos de alimentos indicados por la nutricionista, reorganizar los horarios para aprender una nueva forma de vincularse con el comer, elegir y variar las colaciones”, ejemplifica, y señala que los hábitos de alimentación en una familia llevan una construcción de años y poder deconstruirlos es el camino para favorecer la adherencia al tratamiento. “Además, es fundamental que tomen conciencia acerca de la corresponsabilidad equipo tratante-familia”.