Durante 20 años, el ranchero de Nevada Cliven Bundy ha mantenido un litigio con el gobierno de Washington, que le reclama que pague más de US$1 millón por haber utilizado ilegalmente durante dos décadas terrenos públicos para el pastoreo de sus más de 500 cabezas de ganado.
Bundy, de 67 años, sostiene que su familia ha ocupado esas tierras desde fines del siglo XIX y que no reconoce la autoridad del gobierno federal, al que acusa de extralimitarse.
Así, cuando a principios de abril funcionarios visitaron su rancho para confiscar su ganado por impago, él, junto a sus 14 hijos y sus 52 nietos, se atrincheró en la propiedad dispuesto a cualquier cosa con tal de abortar la operación.
En unos pocos días, las imágenes de los miembros de la Oficina de Gestión de Tierras de EE.UU. (BLM, por sus siglas en inglés) intentando llevarse a la fuerza los animales del ranchero se esparcieron por las redes sociales y medios como la cadena Fox News empezaron a presentar a Bundy y a su familia como garantes de la libertad que estaban defendiéndose de los abusos de los “burócratas de Washington”.
Así fue como hace dos semanas, más de un millar de personas, entre ellas decenas de miembros de milicias armadas provenientes de Nevada y de otros estados como Texas, Montana y Utah, se congregaron en el rancho de Bundy, llegando a amenazar con utilizar a mujeres y niños como escudos humanos en caso de que se produjera una confrontación.
Varios políticos republicamos, como los congresistas Rand Paul y Dean Heller, dejándose llevar por la oleada de apoyo hacia el ranchero, mostraron públicamente su admiración por Bundy. Heller aseguró que el hombre y sus seguidores eran “unos patriotas”.
Ante la escalada de tensión, el gobierno federal decidió replegarse, cancelando la operación de confiscación del ganado por temor a poner en riesgo “la seguridad de sus empleados y de los ciudadanos”.
En cuestión de unos días, Cliven Bundy se había convertido en un héroe para la derecha estadounidense y para muchos de sus conciudadanos, que consideran excesivo el control que Washington tiene sobre Nevada, un estado en el que el 85% de las tierras son federales.
Mientras, desde el partido demócrata mostraban su preocupación por lo sucedido. El líder de la formación en el Senado de EE.UU., Harry Reid, aseguró que los partidarios de Bundy eran “terroristas domésticos”.
Pero cuando parecía que la batalla entre los rancheros y el gobierno podía extenderse a otros estados como Texas, la historia de Bundy dio un giro inesperado.
Este miércoles se hizo pública una entrevista que el ganadero ofreció a un grupo de periodistas la semana pasada en la que dijo que creía que los negros en EE.UU. “estaban mejor cuando eran esclavos”.
“La maquinaria mediática de la derecha ha sido la que ha convertido la historia de Bundy en un asunto nacional. Obviamente eso fue antes de que se dieran cuenta de lo terriblemente racista que es”.
Devin Burghart, Instituto de Investigación y Educación de los Derechos Humanos
“Debido a que viven básicamente de los subsidios del gobierno, ¿qué hacen ahora? Abortan a sus hijos, meten a sus jóvenes a la cárcel, porque nunca han aprendido a recoger algodón. A menudo me he preguntado, ¿están mejor como esclavos, cogiendo algodón, teniendo una vida familiar y haciendo cosas? ¿O están mejor bajo el subsidio del gobierno? No les han dado más libertad. Tienen menos libertad”, señaló Bundy.
Nada más conocerse estas declaraciones, políticos republicanos como Dean Helle y Rand Paul se apresuraron a emitir comunicados condenándolas, asegurando que son “ofensivas”.
Mientras, Sean Hannity, el presentador de la cadena Fox que desde su programa había defendido a Bundy a capa y espada, aseguró que las palabras del ranchero eran “racistas y repugnantes”.
Pse a que todavía hay milicianos armados en su rancho, todo parece indicar que, tras esta polémica, las deserciones en el bando de Bundy seguirán aumentando en los próximos días y los analistas creen que a medios como Fox News no les quedará más remedio que distanciarse del ganadero.
Para muchos expertos, lo sucedido en Nevada en las últimas semanas pone de manifiesto la profunda polarización que se vive en Estados Unidos y es un llamado de atención sobre el resurgir que se ha producido en los últimos años, particularmente desde la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, de los grupos de ultraderecha y de las milicias armadas.
“Lo que ha pasado en Nevada es la extensión lógica de la agenda del Tea Party”, asegura Devin Burghart, vicepresidente del Instituto de Investigación y Educación de los Derechos Humanos, con base en Seattle.
“Ese grupo ha tenido una atracción hacia las milicias armadas desde su nacimiento. Desde el principio han estado a favor de la confrontación con el gobierno federal”, apunta Burghart en conversación con BBC Mundo.
“La maquinaria mediática de la derecha ha sido la que ha convertido la historia de Bundy en un asunto nacional. Obviamente eso fue antes de que se dieran cuenta de lo terriblemente racista que es”, señala el experto.
Burghart, quien lleva años estudiando a los grupos de extrema derecha en EE.UU., asegura que hay una red de milicias en todo el país que en los últimos años, y particularmente tras la elección de Obama como presidente, “han estado preparándose para un conflicto con el gobierno federal”.
“Obama es un símbolo de los cambios demográficos que está ocurriendo en el país. En unas décadas los blancos serán minoría y a mucha gente eso le da terror. Por eso algunos llegan a coger armas para defender lo que creen es suyo”, señala el experto.
Ryan Lenz, de la organización de derechos civiles Southern Poverty Law Center, coincide con David Burghart en que Cliven Bundy se ha convertido en una excusa que el movimiento de las milicias armadas ha utilizado para mostrar su fuerza.
Según Lenz, tras el atentado de Oklahoma de 1995 -cometido por Timothy McVeigh y en el que murieron más de 150 personas- estas milicias se habían reducido considerablemente, tanto por la acción de las autoridades como por el estigma asociado a pertenecer a estas organizaciones tras ese ataque.
“Medios como Fox News han presentado a Bundy y a sus milicias como luchadores por la libertad cuando en verdad estamos ante el caso de un hombre que se niega a cumplir la ley y a pagar lo que debe”.
“Creo que es preocupante. Que un grupo de hombres esté dispuesto a enfrentarse con armas al gobierno federal para defender a alguien que ha violado la ley te muestra lo que están dispuestos a hacer para defender sus ideas”, asegura Lenz en conversación con BBC Mundo.
Por el momento parece que la intervención de la milicias ha funcionado ya que el gobierno federal ha desistido de confiscarle el ganado a Cliven Bundy, aunque expertos como el profesor de derecho penal de la Universidad del Sur de California (USC, por sus siglas en inglés), Jody David Armour, cree que esto sienta un mal precedente.
“Creo que es preocupante. Que un grupo de hombres esté dispuesto a enfrentarse con armas al gobierno federal para defender a alguien que ha violado la ley te muestra lo que están dispuesto a hacer para defender sus ideas”
“Washington no debe permitir que alguien como Bundy cuestione su autoridad sin que haya repercusiones ya que se trataría de un precedente peligroso. De alguna manera tienen que hacerle responsable de lo que debe”, asegura Armour en conversación con BBC Mundo.
“Eso no quiere decir que no se hayan de respetar los puntos de vista de Bundy y sus seguidores. Todo el mundo tiene derecho a desconfiar del gobierno y a pensar que este se extralimita en sus funciones. La historia de EE.UU. está repleta de ejemplos de disidencia y de oposición al gobierno federal”.
“Lo que está claro es que, si están dispuestos a poner a mujeres y niños como escudos humanos, lo que hay que hacer es evitar la confrontación”, apunta el experto.
“No tienen por qué ir al rancho y llevarse el ganado. Pueden esperar a detener a Bundy cuando salga de su rancho, o pueden congelar sus bienes y crearle dificultades económicas para hacer que cumpla la ley. Hay que tratar de encontrar maneras que no creen un conflicto para que la cosa no acabe mal”, concluye Armour.