Con principal foco de atención en el Golfo de México y el sudeste de Estados Unidos, también monitoreará el Amazonas y tendrá la posibilidad de echar un vistazo sobre la costa argentina.
Geosynchronous Littoral Imaging and Monitoring Radiometer. Pese a su nombre un tanto complejo, GLIMR, el nuevo sensor espacial que planea lanzar la NASA, tendrá un objetivo claro y sencillo: observar las costas para ayudar a proteger la sustentabilidad de los ecosistemas oceánicos, que además de beneficios ambientales impactará en réditos económicos para la pesca y el turismo.
Su principal foco de atención será el Golfo de México y el sudeste de Estados Unidos, pero también monitoreará zonas clave como las aguas del río Amazonas que ingresan al Océano Atlántico y, de ser necesario, tendrá la posibilidad de echar un vistazo sobre la costa argentina.
GLIMR fue premiado con u$s110 millones por la agencia espacial estadounidense y su desarrollador, Joseph Salisbury, investigador de la Universidad de New Hampshire, dialogó con Ámbito para explicar su funcionamiento.
“Es lo que se conoce como un espectrómetro de exploración, que medirá con precisión la luz solar que se refleja desde el océano costero. La luz solar se divide en casi 100 colores diferentes y se registra cada uno de ellos: la cantidad de luz en cada color revela información sobre qué especies de plantas unicelulares están presentes en el océano. También revela cuánto sedimento o carbono está presente”, resumió.
El instrumento proporcionará observaciones únicas de biología, química y ecología. “Lo que es particularmente novedoso es su capacidad de mirar a un punto dado en la Tierra a lo largo del tiempo. Con esa característica, podremos observar la evolución, el crecimiento y el movimiento del fitoplancton, que es la base de todas las redes alimentarias del océano, y también realizar un seguimiento de sedimentos y contaminantes visibles”, agregó.
Salisbury detalló que “es importante tener en cuenta que algunas especies de fitoplancton son tóxicas y responsables de millones de dólares en daños a la pesca y el turismo”. GLIMR podrá monitorear una importante área hasta 15 horas al día, de una manera que no sería posible desde un satélite en una órbita terrestre baja (aunque podrá complementarse con ellos).
Supervisar el estado de los océanos y evaluar los riesgos para las comunidades costeras es vital para proteger nuestro medio ambiente y las economías, en momentos donde están bajo una presión cada vez mayor por los efectos de las actividades de uso de la tierra, el crecimiento de la población, los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático.
Todos estos elementos dan lugar, por ejemplo, a floraciones de algas más frecuentes, expansivas y dañinas, que perjudican el turismo, la pesca y la salud, y que en 2018 alcanzaron un máximo histórico. Entre otros factores, por las cantidades cada vez mayores de nutrientes y fertilizantes procedentes de las zonas agrícolas, que vierte el río Amazonas en el sistema oceánico.
“La luz solar reflejada se corrige para eliminar los efectos de la atmósfera. Con estos valores corregidos podemos aplicar relaciones matemáticas a los datos de reflectancia para estimar los tipos y concentraciones de las especies que están presentes. El sensor también ayudará a rastrear los eventos de contaminación, como los derrames de petróleo”, sostuvo el especialista.
GLIMR forma parte de un conjunto de investigaciones científicas específicas que complementan las misiones de satélites más grandes de la NASA, y se integrará en una plataforma entre 2026 y 2027. Dos instrumentos similares se lanzaron en 2018 y están operativos en la Estación Espacial Internacional: el GEDI midiendo cómo el cambio ambiental y la intervención humana a escala global afectan los bosques, y ECOSTRESS calculando la temperatura de las plantas para comprender su respuesta a las sequías.
¿Cuál es la importancia de conocer estos datos? “Aunque la zona costera representa menos del 10% del área total del océano, es la región más importante para la pesca y donde se desarrolla la mayor parte del turismo. Científicamente, es la región donde la tierra y el océano se encuentran e intercambian materiales que son importantes para la regulación del ciclo del carbono del planeta”, resumió.
Si bien la misión de GLIMR no se centra específicamente en el cambio climático, su capacidad única para rastrear el movimiento de materiales de carbono desde la tierra hacia el océano más profundo “podría ayudar en los modelos climáticos a escala global, porque la magnitud de ese intercambio aún no se comprende bien”.
Salisbury aclaró que el foco estará puesto en el Golfo de México, sin embargo, tiene la capacidad de mirar nuestro océano: “Podemos tomarnos el tiempo para observar la costa argentina, hasta cerca del Golfo San Matías, en el caso de que ocurra un evento científico convincente, y es frecuente que eso ocurra”.