La Cámara Federal los procesó y el fiscal Carlos Rivolo le pidió al juez Julián Ercolini que eleve la causa a juicio oral y público. De Vido gastó más 35 millones de dólares en remodelación de edificios y la compra de equipos de animación, con sobreprecios de 56%. De Vido le donó a la UNSAM el sistema de 72 cámaras, como el que tenía DreamWorks. Pero luego fueron recuperados por la Justicia.
¿Por qué la Argentina no podía tener los mismos equipos de efectos especiales que los famosos estudios californianos DreamWorks?
Esa y otras preguntas similares llevaron al entonces ministro de Planificación, Julio De Vido, a gastar entre 2011 y 2015 más de 35 millones de dólares en un proyecto faraónico para comprar e instalar el equipo de Captura de Movimiento más grande de Latinoamérica (llamado Mocap, por Motion Capture), con 72 cámaras especiales, que podían registrar el movimiento humano y transformarlo en hasta 19 personajes simultáneos de cine de animación.
Era de tal magnitud el equipamiento que compró De Vido, para la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que el entonces presidente estadounidense Barack Obama estuvo por esa misma época en DreamWorks para ver un equipo similar, donde el director Dean De Blois le explicó el uso del Mocap en su película “Cómo entrenar a tu dragón 2”.
Según el dictamen del fiscal Carlos Rivolo, entre 2011 y 2015 se gastaron $ 330.369.253 entre la compra de los equipos de animación computada similares a los de DreamWorks y la refacción de dos edificios que albergaban el Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Tecnologías y Contenidos Audiovisuales Digitales de la UNSAM.
Al igual que otros proyectos faraónicos encabezados por De Vido, acá también “se verificaron precios superiores con relación al valor de mercado. Además se constató que se certificaron rubros en su totalidad (100% ejecutados), que no habían sido realizados”, sostuvo Rivolo en el dictamen que se conoció este viernes, en su pedido de elevación de la causa a juicio oral y público.
El sobreprecio entre el valor de mercado y el precio contratado fue del 56,23%, según los peritos que trabajaron a lo largo de la investigación judicial. Además se le pagaron $5,4 millones a la UNSAM, por “gastos administrativos”, que nunca se pudieron demostrar a cambio de qué se le hizo ese pago, según el dictamen del fiscal Rivolo.
El fiscal pide que juzguen por administración fraudulenta en perjuico de la administración pública a De Vido, al entonces rector de la UNSAM, Carlos Ruta, a dos directivos de la empresa Sistemas de Video Comunicación, a dos autoridades de Urban Baires, al arquitecto de la UNSAM que dirigió la obra y a Luis Alberto Vitullo, ex secretario ejecutivo del Consejo Asesor de TV Digital.
Todos ellos están procesados por la Cámara Federal porteña, que esta semana revocó el sobreseimiento que tenía De Vido en esta causa y lo procesó por “el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública”.
El proyecto original arrancó en agosto de 2011, con un costo estimado en $ 165 millones, que pagaba Planificación para equipos de la UNSAM. Ese convenio sufrió tres modificaciones, hasta llegar a $ 520 millones, cuando se interrumpió a fines de 2015 y ya se habían gastado casi $ 350 millones.
En la denuncia que presentó ante la Justicia el abogado Ricardo Monner Sans (ya fallecido), un testigo que declaró con reserva de identidad planteó que “no hay universidad en el mundo que tenga estos equipos. Todo era para que lo usara la productora Sinema, del empresario K santacruceño Mauricio Brunetti, con fines de explotación comercial, que él jamás hubiera podido comprar”.
Clarín difundió el caso, el 30 de octubre de 2016. Esa misma noche el programa televisivo de Jorge Lanata lo potenció. Y al día siguiente el exministro De Vido se defendió por Twitter.
“Estamos orgullosos de haber equipado con tecnología de punta el laboratorio audiovisual de la UNSAM”, aseguró De Vido. Y agregó: “Contar con la mejor tecnología permite capacitar profesionales para darle impulso a toda la industria audiovisual. Es lo mismo que hicimos en el caso de la industria satelital y el proyecto Arsat, cuyos resultados están a la vista”, expresó en esa ocasión.
El Mocap de la UNSAM tenía por entonces un estudio de 290 metros cuadrados, 72 cámaras de 16 Megapíxeles, que permitirían la captura simultánea de hasta 19 personajes si funcionara correctamente. Pero en ese entonces, nadie sabía como utilizarlo.
El sitio web de la Universidad explicaba que el Mocap “es una técnica de grabación de desplazamientos, cuya información es trasladada a un modelo digital realizado en imágenes de computadora. En general se emplea para grabar acciones de cualquier ser vivo u objetos”.
“El Mocap que se compró no está funcionando. No pudimos usarlo para la película Quixote, ya que no dio los resultados esperados. Las imágenes que buscábamos, tuvimos que volver a hacerlas a mano”, alertó en ese entonces a Clarín Gonzalo Gutiérrez, docente del curso Matte Painting, que se dictaba en el Laboratorio de Ciencia y Ficción de la UNSAM, Chrysalis, donde estaban alojados los equipos.
“La gente que está ahí no tiene los conocimientos ni la experiencia para manejarlos”, agregó Gutiérrez, quien además era cofundador de la Asociación Argentina de Efectos Visuales.
Quixote era una relectura del clásico de Cervantes, sobre tres niños que intentaban salvar a un pequeño pueblo de La Mancha. Gutiérrez dirigió un teaser (adelanto) de Quixote en Chrysalis, con el cual se promocionó el proyecto en una edición del Festival de Cannes. Su objetivo era que se concrete como largometraje, con productores asociados y los equipos de la UNSAM, entre los que se destacaba el Mocap. Pero en esos años no pudo concretarlo.
En diciembre de 2016 el juez Claudio Bonadio decidió devolver al Estado los equipos de la UNSAM y transferírselos al Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, que encabezaba Hernán Lombardi.
En aquella ocasión, Lombardi dijo a Clarín que era “la primera vez que se consiguen recuperar bienes vinculados con la corrupción”. Y sostuvo que se había detectado “la inexistencia de equipos contra el presupuestado”, muchas “licencias no se habían entregado” y parte del “equipamiento no se encontraba funcionando”.
Además, había “sobreprecio en algunos rubros del presupuesto”; giro de transferencias de Planificación a la UNSAM, “sin haber cumplido con el porcentaje de rendición estipulado que lo habilitara a un nuevo giro de fondos”; y la “carencia de un adecuado cumplimiento de control administrativo”, sostuvo Lombardi, en aquella ocasión.
Luego, el Estado creó la empresa Animar/Mocap, que actualmente funciona en Tecnópolis, donde la Secretaría de Medios lo derivó después de que el juez Bonadio se lo quitó a la UNSAM.
Allí se grabaron películas y series con esta tecnología, como los cortos de “Yo Matías”, de Sendra, además de poder mostrarle su uso a los alumnos de escuelas, que hacían visitas guiadas para ver, por ejemplo, “El asombroso viaje de Zamba y Nina en la cápsula del tiempo”.