Vuela de Londres a Estocolmo por 70 euros y opera en aeropuertos centrales; pelea por el mercado europeo.
Un pasaje de Londres a esta ciudad por Norwegian -una de las empresas de bajo costo que se preparan para volar en la Argentina desde noviembre- cuesta 70 euros (unos $ 1260), mientras que llegar en tren desde el aeropuerto de Arlanda hasta la estación central (45 kilómetros) cuesta 30 euros. La competencia entre las empresas low cost en Europa es muy dura y, en los últimos meses, la noruega juega fuerte.
Norwegian espera contar en la Argentina con dos bases, una en Córdoba y otra en Buenos Aires, y crear entre 200 y 300 empleos. La empresa nació en 1993 con vuelos de cabotaje y hasta 2013 atendió el mercado escandinavo. Entonces empezó a expandirse en Europa continental. En la actualidad opera 115 aviones y proyecta llegar a 520.
A diferencia de otras aerolíneas de bajo costo -como Ryanair o Easy Jet-, la noruega conecta aeropuertos centrales, con lo que su precio es todavía más competitivo, ya que ahorra el tren o el ómnibus para ir, por caso, de Gerona a Barcelona en España. Ofrece, además, un menú de tres tarifas: la más baja, facturando aparte el equipaje de bodega, que, en vuelos nacionales, cuesta 25 euros y en internacionales, 50.
El precio medio incluye el despacho de una valija de 20 kilos y el más alto admite cambio de fechas y embarque y salida prioritarios. En todos los casos hay conexión a Internet sin cargo durante el vuelo.
Como sus competidoras, cobra lo que se consume en el avión (gaseosas y bebidas calientes, 3 euros; sándwiches, desde 5 euros; la entrega de mantas de viaje, 5 euros, y de auriculares, 3 euros). En ese contexto, los pasajeros suben con su “vianda” si el viaje coincide con el horario de almuerzo o cena. En los aeropuertos hay puestos que ofrecen el “combo” por entre 4 y 5 euros (sándwich o ensalada, un snack y un agua).
La pelea de precios entre líneas aéreas y los acuerdos de complementación se multiplican para captar a los pasajeros que, cada vez más, están atentos a las ofertas. Hace unos días los medios aquí se hicieron eco del encuentro de dos amigas inglesas -una de Birmingham y otra de Newcastle, a 340 kilómetros- a las que les salió más barato reunirse en la española Málaga (2000 kilómetros) que en su país. Un billete en tren entre sus ciudades cuesta unos 120 euros, mientras que la de Newcastle pagó 23 euros con Ryanair y la de Birmingham, 62 euros con Vueling, siempre ida y vuelta.
Además de la competencia regional, Norwegian recalentó la pelea con sus ofertas a Asia (Bangkok), Estados Unidos (San Francisco, Los Ángeles, Las Vegas, Boston, Nueva York, Washington y Miami) y el Caribe a través de Escandinavia, Copenhague, Londres y París. Ya anunció que sumará Barcelona a sus salidas hacia Estados Unidos y empezó a promocionar su desembarco en la Argentina.
El impulso al modelo de negocio low cost en Europa se dio con la liberalización y desregulación del transporte aéreo, por el que se eliminaron las restricciones para que las compañías de un país operen vuelos con origen y destino en otro. Las claves del esquema son usar, en general, aeropuertos secundarios, reducir al mínimo el tiempo del avión parado y hacer vuelos directos con flotas estandarizadas. Internet es clave en su estrategia y sólo tienen puntos de contacto en los aeropuertos.
Hace unas semanas, en el marco de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid, las principales estaciones de subterráneo de la ciudad se vistieron con la publicidad “La Argentina te devuelve el 21%”, en referencia al reembolso del IVA a los turistas extranjeros por los servicios de alojamiento que se paguen con tarjeta de crédito o débito emitida en el exterior o transferencia de divisas.
El anuncio entusiasmó porque para los españoles la Argentina es un destino anhelado, pero el problema es el precio del pasaje regular: entre 800 y 1000 euros en Aerolíneas o Iberia, dependiendo de la antelación con que se compre. Hay ofertas de una semana al Caribe con aéreo y alojamiento por 1300 euros y tickets a Tokio o Abu Dhabi por 500 euros.
“Sin tarifas más competitivas y sin la posibilidad de moverse con buenos precios de aéreos dentro del país es muy difícil convencer a los viajeros. Ya están acostumbrados a moverse de esa manera”, graficó a LA NACION un operador turístico madrileño.