Con una gota de sangre, todos los análisis

Elizabeth Holmes, entre otras tantas miles de personas, sufre belonefobia, o miedo extremo a las agujas. Esta fobia se relaciona a menudo con otra: la hemofobia, que se manifiesta en pánico y mareo al ver sangre propia o ajena. Para las personas que sufren de estos males, la idea de acudir a una extracción para un análisis puede causar mucha ansiedad; tanta, que muchos no cumplen con este requerimiento y se quedan sin recibir el tratamiento que necesitan.

Elizabeth-HolmesQue te pinchen una aguja en una vena para extraerte sangre no es una experiencia agradable para nadie. Por eso, en su primer año de universidad, Holmes comenzó a buscar una nueva forma de realizar análisis de sangre, un método más fácil, más barato, más rápido y, sobre todo, más agradable.
Lo cierto es que nunca llegó a terminar sus estudios. Aconsejada por su tutor, a los 19 años decidió dejar las clases en la prestigiosa Universidad de Stanford y utilizar el dinero de la costosa matrícula para fundar una startup, Theranos, para desarrollar y explotar sus ideas.
A esa edad ya hablaba mandarín, después de haber pasado varios años de su adolescencia en China, y había creado una empresa que se dedicaba a vender software a las universidades asiáticas. También había pasado varios meses trabajando en un laboratorio de Singapur. Fue durante esa época cuando se dio cuenta de que las tecnologías que se utilizan para detectar los componentes en la sangre se habían quedado anticuadas.

Similar a una prueba de glucosa

De vuelta a Estados Unidos, y una vez matriculada en la universidad, no cesó hasta encontrar trabajo en varios laboratorios, donde aprendió las técnicas que dieron pie a su idea: “no estaba yendo a clase, me pasaba el tiempo hablando con inversores, así que poco después aquello la universidad comenzó a parecerme un malgasto de dinero”.
Durante diez años, Holmes ha estado dando forma a su compañía, recaudando fondos y desarrollando la tecnología necesaria para cumplir con su objetivo.
El resultado es un método para realizar análisis sanguíneos a partir de unas pocas gotas, hasta una milésima parte de una extracción con este fin. Ya no hace falta pinchar una vena con una aguja: un pequeño dispositivo manual, equipado con una minúscula punta, pincha la yema del dedo y extrae unas cuantas gotas, igual que un análisis de glucosa para un diabético. El dispositivo tiene un depósito equipado con un laboratorio en miniatura, en el que se llevan a cabo las pruebas. Cambiando ese depósito por otro se pueden analizar unos u otros biomarcadores.
Menos molestias para el paciente, pero también menos costes, menos tiempo necesario para obtener resultados y menos fallos. “Queríamos hacer que la información sanitaria fuese accesible a todo el mundo cuando la necesita. Eso significa dos cosas: ser capaz de detectar enfermedades a tiempo y dar acceso a información que da a la gente el poder de vivir sus vidas”.

Tecnología de laboratorio en un chip

El sistema que utiliza Theranos es una combinación de las últimas tecnologías desarrolladas gracias a la microfluídica y la automatización de los procesos de preparación y análisis de las muestras.
La microfluídica es el estudio de los fluidos a nivel microscópico. Combina conocimientos del campo de la física, la química, la ingeniería y la biotecnología para analizar cantidades muy pequeñas de fluidos. La disciplina surgió a principio de los ’80, y sus avances han sido aplicados por ejemplo en sistemas de impresión para manejar la tinta y otros materiales de forma más eficiente. En el caso de los laboratorios, ha dado pie a la tecnología conocida como lab on chip, en la que un chip de centímetros o milímetros integra varios procesos de análisis de fluidos.
Estos pequeños dispositivos utilizan una red de microcanales por los que circulan los líquidos a analizar y los reactivos que se utilizan para ello. El personal, a través de un software, controla al detalle la toma de la muestra y el movimiento de los fluidos, gracias a los cambios de presión o de voltaje. Así, unas cuantas gotas (de sangre, orina u otras muestras) son suficientes para realizar decenas de tests. Todo ocurre en unos minutos, y los datos son más precisos.

“El 93% del error es por factores humanos”

Pero la microfluídica no es la única base sobre la que Theranos piensa revolucionar el mundo de la analítica sanitaria. La otra es la automatización. “La clave es minimizar la variabilidad, que tradicionalmente es la que produce errores en un laboratorio. El 93% del fallo está asociado con el procesamiento preanalítico, generalmente la parte en la que los humanos intervienen”, asegura Holmes en una entrevista a Wired.
Para remediarlo, en su sistema no hay manipulación manual de las muestras: las muestras son extraídas y refrigeradas para mantenerlas en perfecto estado. “Lo siguiente ya es su procesamiento en el laboratorio, y todo se hace con dispositivos automáticos en nuestras instalaciones centrales, sin intervención ni operación manual”. Es una mala noticia para los técnicos de laboratorio, pero muy buena para los pacientes.
Una vez terminados los análisis, los resultados se envían al médico que los solicitó, que puede acceder a ellos a través del sistema de seguridad de Theranos. También, los pacientes pueden verlos en la página web o gracias a una app móvil.
En caso de pacientes crónicos que se realicen controles periódicos, se crea un seguimiento en el tiempo que pone a su alcance toda la información sobre su estado. “Si me enseñases un solo fotograma de una película y me pidieses que te contase la historia, no podría hacerlo, pero con muchos fotogramas es posible desentrañar la película”, comenta Holmes.

Averigüe su grupo sanguíneo por dos dólares

Debido a las peculiaridades de la cobertura médica en Estados Unidos, Holmes hace hincapié en el bajo costo de sus servicios. De hecho, lista todos los precios en la web de su startup, una suerte de menú de la salud: determinar tu grupo sanguíneo cuesta 2,05 dólares, medir el colesterol 2,99 y determinar la presencia en sangre de sustancias estupefacientes cuesta 49,98.
Acostumbrados a una cobertura sanitaria como la que tenemos en nuestro país, es difícil poner estas cifras en contexto. En Estados Unidos, el precio de un un mismo análisis puede variar entre los 15 y los 150 dólares. En caso de necesitar varias pruebas o un chequeo completo, la cifra puede alcanzar varios miles de dólares, pero no es fácil saberlo puesto que no hacen públicas sus tarifas. El caso de Theranos destaca por tanto también por su transparencia.
Después de una década de trabajo en la más estricta discreción y sin dar a conocer su actividad (así lo cuenta el periodista Ron Leuty en el San Francisco Business Times), Theranos está lista para salir a escena y poner en marcha su revolución en el mundo de las analíticas y, por consiguiente, en el de la atención médica. La startup se ha asociado con la farmacéutica estadounidense Walgreens para ofrecer sus servicios en Palo Alto, California, y su intención es seguir colaborando por todo el país.