Las llevaba a un obrador y se las entregaba a albañiles por dinero. La causa surgió a partir de una nota de este diario por el parto de una niña. Fue en la ciudad de Carcarañá.
Una mujer fue condenada a diez años de prisión por promover la prostitución de sus tres hijas en la ciudad de Carcarañá. La investigación fue iniciada por un fiscal de Cañada de Gómez a partir de una noticia publicada por La Capital en 2012 que daba cuenta del nacimiento en el Hospital Centenario de una beba cuya madre tenía 12 años.
Rita Ruffino, viuda de 58 años, fue procesada en 2013 en virtud de diversos testimonios que aseguraban que hacía prostituir a sus hijas. El caso quedó a consideración del juez de Sentencia Nº 6, Julio César García, que días atrás dictó una condena a diez años. Como la acusada lleva más de dos años detenida, deberá continuar tras las rejas siete años y ocho meses más.
Noticia. El 22 de septiembre de 2012 este diario dio cuenta del nacimiento de una beba de 3,100 kilos por cesárea. La noticia tenía que ver con que su madre tenía 12 años y su padre 21. Además del reportaje a su abuela Rita, la nota también presentaba una breve entrevista a un funcionario judicial que afirmaba que, más allá de las particularidades del caso, “para la ley” el hecho de que la madre fuera menor de 13 años prefiguraba “un caso de abuso sexual”.
En ese contexto el fiscal cañadense Angel Granato ordenó iniciar una causa. La investigación comenzó con recorrido por el barrio donde vivía la joven madre y su familia, donde más de una decena de testimonios refirieron una situación de explotación sexual por parte de Rita, en un contexto de pobreza extrema.
Ya entonces algunos testimonios indicaban que la mujer, que se presentaba como cuidacoches, llevaba a sus hijas a una obra en construcción de Carcarañá donde trabajaban albañiles paraguayos quienes a cambio de dinero mantenían relaciones con ellas.
Al respecto la hija mayor, de 25 años y con un retraso mental, sostenía que no le gustaba hacer eso, además de relatar un caso en el que un hombre la fue a buscar a la casa de una vecina donde estaba viviendo y se la llevó a su casa para abusar de ella. Ese testimonio (ver aparte) fue una de las evidencias para condenar a la mujer.
Al momento de iniciada la investigación, todas las hijas de Rita ya habían sido madres. De la más chica, una trabajadora social sostuvo que “a los 10 años la sacó de un hogar y dos años después quedó embarazada”.
“¿Por qué a ustedes les parece raro que mi hija haya tenido un bebé?”, había dicho la mujer en la entrevista publicada por este diario, pregunta que a la postre terminaría dejándola tras las rejas.
Testimonios. La investigación se basó en testimonios, tanto de vecinos, trabajadoras sociales como de las propias hijas de Rita. De ellas fue sólo la mayor, madre de dos niñas, quien cuestionó la conducta de la acusada.
“Mi mamá traía a los paraguayos de la obra para que estén con mi hermana y conmigo. Tres veces mi hermana me llevó a la obra porque lo ordenó mi mamá. Estos nos agarraban y nos daban plata y se la teníamos que entregar a mi mamá”, declaró entonces la joven de 25 años, y agregó que a veces los hombres iban a su casa, donde vivía con su madre, hermanas y sobrinos, y tenían relaciones en la única habitación de la casa, que no contaba con energía eléctrica ni baño. A partir de la información colectada de testimonios, el fiscal pidió una pena de 15 años para Ruffino. Su defensa, en tanto, solicitó que la mujer fuera absuelta por el beneficio de la duda en virtud de lo que consideró como escasez de pruebas.
Suficientes. Al expedirse el juez García valoró que los testimonios eran suficientes para condenar. No sólo por lo relatado por la hija mayor sino también el de la vecina con quien la joven vivía cuando llegó a la casa un hombre que le dijo haber ido de parte de Rita y se la llevó para tener relaciones sexuales.
Y si bien las hijas más chicas no cuestionaron a su madre, admitieron haber ido algunas veces a la obra en construcción y presenciado momentos en los que los albañiles iban a su casa a tener relaciones a cambio de dinero mientras su madre se hacía la dormida.
Esos testimonios fueron de alguna manera refrendados por los de una directora de escuela, funcionarios del Estado y personal de la comisaría de la mujer que “coinciden en la vulnerabilidad y desamparo de las hermanas, menores, pobres y con abuso de poder por parte de su madre”.
El juez sostuvo que de los testimonios surge “el modus operandi de la imputada, a quien recurrían hombres para acceder a mantener relaciones sexuales con sus hijas a cambio de dinero”. Y añadió que el hecho de que las más chicas defendieran a su madre “se entiende por la relación parental existente y por los patrones culturales con los que han crecido y vivido”.
García ponderó “la espontaneidad que se advierte en esos relatos y la ausencia de enemistad” contra la imputada, lo que le dio la pauta de que no había “una trama tendiente a perjudicarla”. Asimismo, desestima la versión de Rita respecto de los dichos de su hija mayor, a quien dijo que tuvo que salir a buscar varias veces, que siempre la quiso corregir y que nunca iban hombres a su casa. “Su relato es inadmisible”, dijo el juez al cotejar sus dichos con las pruebas en su contra.
En tal sentido, condenó a la mujer a diez años por “promoción y facilitamiento de la prostitución agravada por ser las víctimas menores”. Teniendo el cuenta el tiempo que lleva detenida desde el 31 de octubre de 2012, la mujer seguirá entre rejas hasta ese mismo día de 2022.
“Después me dejó ir y me dio veinte pesos”
“Anoche estaba en la casa de Petrona, donde vivo con mi hija de un año y medio, cuando llegó Ignacio G., abrió la puerta y me dijo «vamos que me mandó tu mamá». Me dijo que para dar una vuelta, agarré la nena y me fui con él. (…) Me llevó a su casa, entré y me llevó a la pieza para que acueste a la nena que estaba llorando. Cuando se durmió empezó a tocarme la cola y los pechos, me dejó encerrada con llaves, se fue y volvió con sándwiches, gaseosa y flancito. Me hizo comer y luego quería sacarme la ropa, le dije que no pero igual lo hizo, me puso boca arriba, me penetró por la cola. Me quise vestir y no me dejó, después se durmió. (…) No sé qué hora era pero se despertó y me agarró de nuevo a la noche, también le quiso tocar la cola a mi hija pero no lo dejé. Me hizo tener relaciones por adelante, no se cuidó. Yo le decía que me dolía, él decía que era normal. Después (a la mañana siguiente) me dejó ir con la nena, me dio 20 pesos”.
El testimonio de la hija mayor de Rita fue una de las claves para que la mujer fuera condenada. Sobre ese hecho, que da la pauta del estado de pobreza e indefensión de la familia de la acusada, Ignacio G. declaró que había ido a buscar a otra de las hijas de Ruffino para que le limpiara la casa y como no estaba preguntó por la mayor. “Fuimos y luego se quedó por la tormenta. Cuando yo estaba durmiendo se metió en la cama, se sacó la ropa, tuvimos relaciones, la eyaculación la hice afuera por las dudas. Le di 20 pesos, no arreglé nada con Rita por eso”, declaró el hombre.