El Estado ratifica la abolición y suspende todas las ejecuciones previstas.
Connecticut se sumó este jueves al progresivo pero lento repliegue de la pena de muerte en Estados Unidos. Justamente el día antes, el preso Daniel López falleció en una cárcel de Texas tras recibir la inyección letal y su nombre de mezclará en la lista de 528 ejecutados que acumula este Estado desde que reinstauró la pena en 1976, pero la tendencia apunta a la desparición de esta práctica.
La pena de muerte ya fue abolida por Connecticut hace tres años, pero esa derogación no era reatroactiva y, por tanto, aún permitía la ejecución de 11 personas condenadas que aguardaban su turno en el llamado corredor de la muerte. Este jueves la Corte Suprema del Estado ordenó suspender esas ejecuciones al ratificar que ese castigo es inconstitucional.
La pena de muerte “ya no se concilia con los estándares de decencia contemporáneos” en este Estado y tampoco tiene ningún fin “legítimo”. Según el texto de fallo del juez Richard Palmer, recogido por Efe, “por estos motivos, la ejecución de los condenados que cometieron delitos capitales antes del 25 de abril de 2012 violaría la ley estatal que prohíbe los castigos crueles e inusuales”.
Un total de 19 de los 50 estados de EE UU han abolido ya la pena de muerte y, de entre los 32 que la conservan, hay algunos que la han dejado de aplicarla, como Colorado, Kansas, el Gobierno federal o el estamento militar. El último en aprobar la derogación fue Nebraska el pasado mayo, un estado muy conservador donde no moría ningún preso de ese modo desde 1997. Tampoco Connecticut ejecutaba a nadie desde 2005, cuando le fue aplicada la pena capital a Michael Ross, un asesino en serie.
Texas es el estado que ejecutó a más personas el año pasado, 11 reclusos. La aplicación de la pena está muy concentrada en algunas zonas de EEUU. Las 73 condenas de 2014 corresponden a apenas el 2% de los condados.