El aprendizaje de la lengua alemana en los menores de edad -inmigrantes o refugiados. es prioritario respecto a la escolarización
Indistintamente, tanto si se llega a Alemania como refugiado o como inmigrante, el primer requisito administrativo para la integración es el aprendizaje de la lengua. En el caso de los trabajadores, son las empresas las encargadas de subvencionar los cursos de alemán necesarios, y cada una opta por su propio sistema. Laura, enfermera española que llegó a Colonia a través de una agencia, comenzó aprobando un curso de alemán de seis meses de duración que pagó la clínica en la que ahora trabaja. «Si no hubiera aprobado el curso, la empresa habría corrido con ese gasto, pero no me habrían contratado -explica-, pero como aprobé y firmé mi contrato indefinido, he tenido que devolver lo que costó el curso, aunque en plazos muy cómodos, la verdad». «En seis meses no es que ya sepas hablar alemán, ni mucho menos, pero te permite acceder a datos muy básicos -relata su experiencia- el resto lo vas aprendiendo con el día a día y la clínica me ha ido ofreciendo posibilidades de formación continua que siempre incluyen cursos más elevados de alemán».
A diferencia de Laura, que llegó ya con una oferta de trabajo, los extranjeros que ingresan en el país y se inscriben en las oficinas de empleo lo primero que tienen que demostrar es su nivel de alemán con un test de lengua que, de resultar deficiente, los deriva a un sistema de cursos subvencionados, de los que depende también el extenso catálogo de ayudas sociales que ofrece la Seguridad Social alemana. «La asistencia a los cursos es obligatoria -explica Gabrio, informático italiano-; en mi caso el Jobcenter me exigía un nivel B2 para acceder a las búsquedas de empleo y me pagó los cursos, aunque tienes un máximo de horas subvencionadas, a partir de las cuales, si no has logrado aprobar, tienes que pagarlo de tu bolsillo. Y si pasan años y no lo consigues te acaban expulsando».
En el caso de los menores de edad, el aprendizaje de la lengua es prioritario respecto a la escolarización. Mientras que los niños de más corta edad que no hablan bien alemán tienen prioridad para obtener plazas de guardería, en los primeros cursos son escolarizados directamente porque el aprendizaje en el grupo resulta muy rápido. A partir de los siete años, sin embargo, si un niño llega al país sin un nivel de alemán suficiente para seguir las clases, no es directamente escolarizado, sino incluido en una de las Clases Wilkommen que hay prácticamente en cada colegio de las grandes ciudades. Pasan allí el tiempo necesario, como mínimo un curso completo, aprendiendo exclusivamente alemán. Solo cuando están listos pueden ser incluidos en el curso que por edad o curriculum les corresponde. «Fue un poco aburrido porque en la clase Willkommen de mi colegio solo estábamos mi hermana pequeña y yo. Y después, en casa, haciendo deberes, otra vez las dos toda la tarde. Yo tenía muchas ganas de conocer a más gente, de hacer amigos. También me fastidiaba tener que perder un curso, pero no lo considero un tiempo perdido porque gracias a eso ahora tengo buenas notas», dice Sara, que llegó con su familia desde Madrid y está preparando sus exámenes de selectividad.
En 2019, 235.083 extranjeros participaron en los cursos obligatorios subvencionados de alemán, que dependen de la Oficina Federal de Inmigración y Refugiados y no incluyen ni las escuelas privadas ni las Wilkommenklasse de los colegios. En 2016, el año que absorbió la mayor partida de entradas en la crisis de los refugiados, accedieron a los cursos 535.000 personas. «La principal dificultad es el muy diverso nivel de formación previa de los alumnos -dice Benjamin Beckmann , director de los cursos-, pero son imprescindibles porque si quieres vivir en un país lo primero que tienes que hacer es hablar bien su lengua, eso es indiscutible».
Estos cursos le cuestan al Estado alemán alrededor de 2.000 euros por persona, calcula Axel Plünnecke, director del departamento de Educación, Inmigración e Innovación del Instituto Alemán de Economía, «de manera que en 2016, con unos 800.000 refugiados, alrededor del 70% de los cuales eran mayores de edad, el coste fue de 1.100 millones de euros». Posteriormente, solo los refugiados que ya han superado el proceso de admisión o los trabajadores con permiso de residencia acceden gratuitamente a estos cursos subvencionados.