“Fue un camino muy difícil y con muchas trabas. Pero, por fin, después de diez años de denuncias conseguí que se sentencie a 63 años de cárcel al sacerdote que me violó por años”.
Quien cuenta esto es Jesús Romero, un psicólogo mexicano de 35 años, víctima de los abusos del sacerdote Carlos López Valdés, de 72 años.
López Valdés acaba de ser condenado a pasar más de seis décadas entre rejas, en una sentencia que el abogado de la víctima considera “histórica” por ser la primera contra un cura pederasta en Ciudad de México.
Tras conocerse la sentencia, la Arquidiócesis Primada de México aseguró que mantendrá “tolerancia cero” frente al delito de pederastia y que tiene plena disponibilidad para colaborar con las autoridades para procurar la justicia.
Jesús Romero tenía 11 años y era monaguillo de la Parroquia de San Agustín de las Cuevas, al sur de la ciudad, cuando el sacerdote comenzó a abusar de él.
La primera vez fue en una casa de campo en Cuernavaca a la que el cura lo invitó a pasar un fin de semana, con el permiso de sus padres.
“Mis padres siempre fueron muy creyentes y confiaron en él. Nunca se imaginaron que alguien que consideraban un hombre de fe, un portador de la moral, fuera a hacerme eso”, dice.
En la casa de campo le pidió que se durmiera en la misma cama. Entonces tenía 11 años, el sacerdote 50.
En la madrugada sintió que el sacerdote le tocaba los genitales, pero no entendía bien que pasaba y creyó que fue sin querer, que lo hizo dormido. Entonces tenía 11 años y el cura casi 50
Pero los abusos continuaron.
“Primero me obligaba a hacerle sexo oral. Después comenzó a penetrarme”, le explica el hombre a BBC Mundo.
Los abusos siguieron por 5 años. Romero y su abogado, Luis Ángel Salas, aseguran que hay otras víctimas del sacerdote, pero que estas no se han atrevido a denunciarlo.
Romero dice que tuvo que tomar terapia psicológica para recuperarse. En 2007 presentó la denuncia y “tras largos años de pedir justicia y muchas trabas legales” López fue detenido en 2016. Esta semana se supo la condena.
“La sentencia es un triunfo, pero tardó tanto en llegar porque había una estrecha complicidad entre iglesia y autoridades civiles”, dice el abogado.
Aunque la condena es por 63 años, en la Ciudad de México la pena máxima que se puede cumplir son 40 años.
Salas explica que, tras la sentencia, ahora están intentando dilucidar la responsabilidad de la estructura eclesiástica en el caso.
Aunque por ahora, 10 años después de haber denunciado, Romero se concentra en celebrar la sentencia. La considera una victoria, no sólo para él, sino para todos los que han sido víctimas de abuso sexual.
“Con ella también han venido otras cosas buenas. Mi caso ha sido simbólico y mucha gente que ha pasado por lo mismo me ha llamado y escrito. Algunos han encontrado esperanza en que un día alcanzarán la justicia”, dice.