Lo hacen Impsa y la Conea y es el primero en su tipo; fabrican equipos para la reapertura de Embalse.
La próxima semana se inaugurará la repotenciación de la central nuclear de Embalse (Calamuchita, Córdoba ), que estuvo parada tres años y a la que se le prolongó por 30 la vida útil. El 90% de los componentes que se utilizaron son de fabricación nacional, entre ellos, los cuatro generadores de vapor de 14 metros de largo, 13 toneladas, 3500 tubos y 7000 soldaduras de alta precisión cada uno. Los produjo y trasladó -30 días en camión para cubrir 800 kilómetros- Impsa en Mendoza. La empresa también está haciendo el Carem 25, el primer reactor nuclear de diseño y producción nacional.
El Carem 25 se instalará en 2020 en Atucha, pero la clave es que se avanzará en uno comercial más potente que pondrá a la Argentina como “líder en el mundo”, ya que se trata de una nueva generación de reactores de menores costos, bajo riesgo y que permiten el armado modular. El cliente del prototipo es la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea), con la que la empresa trabaja en conjunto.
En el caso de los trabajos para Embalse, lograron un “récord de calidad”, porque tuvieron cinco fallos en los cuatro generadores de vapor cuando el nivel permitido es de diez por cada uno.
En abril de este año la compañía inició una nueva etapa; cambió de constitución accionaria y de nombre. Era de la familia Pescarmona (ahora controla 35% de las acciones); en 2014 entró en default y en los últimos meses completó la reestructuración de un pasivo cercano a los US$1100 millones. Desde entonces 65% de las acciones son del Banco Interamericano de Desarrollo; el Banco Nación y bonistas. Su ex-CEO, Enrique Pescarmona, está involucrado en la causa de los cuadernos de las coimas .
Por estos días, en la “nave nuclear” de la empresa -una de las 11 del predio en Mendoza de la empresa- se está trabajando en las distintas partes del recipiente de presión del reactor modular. La nave, a requerimiento de las certificaciones internacionales, cuenta con condiciones especiales de temperatura, humedad, presurización, filtrado de aire y limpieza. También hay un horno para tratamientos térmicos de los proyectos nucleares.
La empresa es una de las tres de Latinoamérica con certificación Asmen (la requerida en el mundo para diseñar y producir componentes nucleares); es la única que en la práctica la está empleando. Empezó a trabajar en el área hace 30 años, fabricando algunos componentes para Atucha 1, después realizó los generadores de vapor de Atucha 2 y los de Embalse.
Impsa, fundada hace 111 años, comenzó especializándose en grúas portuarias y generación de energía hidroeléctrica; después sumó la eólica y la nuclear; tiene 50.000 MW de potencia instalada en 40 países. Ocupa a 750 personas y trabaja en red con pymes de todo el país.
“Lo más importante es el próximo Carem, que dará continuidad al trabajo que se viene desarrollando desde la Conea y Nucleoeléctrica Argentina y que acompañamos, afirmó a LA NACION el CEO, Juan Carlos Fernández. Es un proyecto que pone a la Argentina en la vanguardia mundial en reactores medianos. Es crucial no perder el dinamismo, que no se vuelva a cortar el proceso”. Nucleoeléctrica tiene en carpeta la construcción de nuevas centrales nucleares, algunas en sociedad con China.
La oficina de Impsa en Estados Unidos avanza en las negociaciones para vender equipamientos e ingeniería nuclear a ese país, Canadá y Estados Unidos. “Miramos siempre al exterior; de los 180 proyectos ejecutados en los últimos 15 años, 140 fueron fuera del país. Son siempre a largo plazo; todos miran a cinco años”, apuntó Fernández. Uno de los factores importantes es que no requieren de financiamiento. “El problema no es el tipo de cambio; lo que se requiere es estabilidad”, aclaró.
Hasta antes del default, la facturación promedio de Impsa era de entre US$200 millones y US$250 millones anuales -con picos excepcionales de US$1000 millones-; este año será de unos US$60 millones. “Por el alto contenido local de nuestros productos, entre 70% y 77%, pagamos 22% más de impuestos que quienes importan, además de tener un efecto derrame importante en otras industrias locales”, definió Fernández.
La firma también trabaja en seis de las turbinas de 154 MW cada una de Yacyretá (ganó dos licitaciones convocadas por el Ente Binacional); las dos primeras tienen un fuerte grado de avance con alto porcentaje de avance de fabricación. En el área hidroeléctrica también están trabajando en tres turbinas de 103 MW para la Compañía Paranaense de Energía (Brasil); en la repotenciación y modernización de generadores para la Administración Nacional de Energía Eléctrica de Paraguay y en la repotenciación con nuevo diseño hidráulico y mecánico de central tres Rodetes Francis de 22,7 MW cada uno en Malasia.
En la Argentina está haciendo servicios de reparaciones y rehabilitaciones para la hidroeléctrica Ameghino (Chubut); Pichi Picún Leufú (Neuquén); Ullum (San Juan), y Planicie Banderita (Neuquén).
En el sector eólico fabrican 26 aerogeneradores (cinco están en operaciones) para la nueva etapa del parque Arauco 4 en La Rioja. Gabriel Galván, director de Negocios de Impsa, enfatiza que el 77% del contenido es local mientras que, en la mayoría de los casos, ese nivel ronda 35% promedio. Se suma el diseño y la construcción de una central eólica de 8MW en El Jume (Santiago del Estero), que ya opera, al igual que el parque de La Guajira en Venezuela.
Hay un convenio de cooperación en marcha con el gobierno de Mendoza , el INTI y la Universidad Nacional de Cuyo para el desarrollo de un aerogenerador de 4,6 MW que estará listo en 20 meses. El mercado ya demanda más potencia que los de 2,4 MW que tienen ahora, así que el objetivo es “estar preparados para el próximo salto”.