Es un dispositivo de reanimación cardiopulmonar hecho con componentes locales; da instrucciones por voz y tiene sensores que monitorean el proceso, además de permitir el envío de mensajes con la ubicación precisa para facilitar la llegada de una ambulancia.
Un paro cardiorrespiratorio es una condición de extrema emergencia, por lo que la persona que lo sufre requiere atención inmediata. Por cada minuto sin atención, disminuye un 10% la posibilidad de sobrevida de quien lo sufrió. Según datos del Ministerio de Salud, los registros estadísticos indican que el 70% de los casos de ataque cardíaco y muerte súbita ocurren en el ámbito extrahospitalario. Sin embargo, la capacitación para realizar resucitación cardiopulmonar no se ha extendido en la población argentina como sí ha sucedido en otros países, donde inclusive forma parte de los contenidos de las escuelas secundarias.
Realizar una reanimación cardiopulmonar (RCP) de forma correcta, sobre todo si debe hacerse de manera sostenida, requiere mucha energía y puede ser una práctica agotadora. Hacerlo en situaciones complejas, como dentro de una ambulancia en movimiento, es todavía más difícil y el éxito en la técnica empleada puede significar la diferencia entre la vida y la muerte de un paciente.
Se volvió más común encontrar desfibriladores automáticos en lugares públicos, que guían a personas sin preparación para que puedan ayudar a quien está sufriendo un ataque al corazón. Sin embargo, la principal barrera a su difusión es que tienen un costo de alrededor de 50.000 pesos y solo pueden reanimar el corazón frente a un problema “eléctrico”, como una fibrilación auricular.
Un grupo de estudiantes de Diseño Industrial de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) consideró que podía hacer un aporte a esta problemática durante la elaboración de su tesis de grado, para la que desarrolló un dispositivo automático de RCP con componentes nacionales.
El proyecto, bautizado Resucit.ar, consiste en un dispositivo que hace las contracciones de RCP de forma automática y simple. A diferencia de un desfibrilador estándar, también tiene acción sobre los pulmones, por lo que ayuda a la respiración de forma mecánica.
Ni bien es encendido, el equipo empieza a dar instrucciones por voz y tiene sensores que monitorean el proceso de reanimación. Además, tiene módulos de GSM y GPS, lo que permite enviar mensajes predeterminados con la ubicación precisa para facilitar la llegada de una ambulancia.
El objetivo del equipo es poder mantener al paciente con vida gracias a la asistencia mecánica hasta que llegue la asistencia médica. También está pensado como asistencia automática para los paramédicos en lugares de difícil acceso, como las zonas de montaña en donde no se puede acceder con todo el equipamiento médico.
Resucit.ar está diseñado de tal manera que, al llegar la asistencia médica, se pueda usar un desfibrilador de hospital sin necesidad de quitar el equipo, ya que está aislado eléctricamente y permite apoyar las paletas en el pecho sin interferir con ellas.
El prototipo funciona con electrónica de hardware libre -con una placa de tipo Arduino- pero para la producción en serie planean diseñar la plaqueta desde cero. El equipo utiliza baterías de litio y tiene una autonomía de 40 minutos, aunque también se lo puede usar enchufado a la red eléctrica.
Nicolás Vago -uno de los cuatro miembros del grupo de desarrollo, que completan Valentín Basilico, Eva Lupi y Lucía Zagasi- le dijo a TSS: “Lo diseñamos con componentes nacionales pensando en la industria nacional, para que pudiera ser fabricado en el país”. Vago ya había formado parte de un grupo multidisciplinario que desarrolló un dispositivo para medir en forma rápida y económica la concentración de melatonina en la orina.
Actualmente, el grupo de trabajo está realizando el trámite para patentar el modelo en la Argentina, mientras que el prototipo está siendo expuesto durante estos días en la entrada del Pabellón III, el edificio que ocupa la FADU en Ciudad Universitaria y este sábado se hará la demostración pública de todos los prototipos de tesis. “Al grupo nos movilizaba los temas de salud y sociales y vimos que el RCP es un nicho que tiene menos importancia de la que se merece”, explicó Vago.