El desarrollo de la UNC y Conicet ya encontró potenciales drogas contra el cáncer. La innovación tiene el apoyo de una farmacéutica internacional y del Ministerio de Ciencia de la Nación.
Uno de los efectos secundarios más conocidos de la quimioterapia contra el cáncer es la caída del cabello. Lo que ocurre es que la droga también ataca varias células normales, como los folículos capilares y otras con efectos más graves.
Buscar tratamientos sin estas contraindicaciones es uno de los desafíos de la ciencia farmacéutica. Investigadores cordobeses desarrollaron una plataforma que ya ha logrado identificar sustancias que tienen esta actividad selectiva en el tratamiento contra el cáncer.
Lo interesante es que algunas de ellas son derivadas de plantas nativas que puntualmente funcionarían contra tumores de mama y de ovario asociados con las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2.
El trabajo se desarrolla en conjunto con el Instituto Leloir y la empresa farmacéutica internacional Glaxo Smith and Kline (GSK), la cual realizó un importante aporte de fondos y de tecnología. El Ministerio de Ciencia de la Nación también está financiando el estudio.
El Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici), de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y Conicet creó una plataforma para buscar potenciales fármacos a partir de bibliotecas de productos naturales. “Es una combinación de desarrollos a nivel de ingeniería genética, biología celular y automatización robotizada”, explica Gastón Soria, quien lidera el proyecto.
Y agrega: “La metodología de búsqueda es propia. Es una rareza que esto se haga desde el sector académico y en Argentina”.
Con esta tecnología se puede recrear en un formato de miniatura la misma convivencia que hay en el organismo de células tumorales y normales. Allí se van probando diferentes productos para identificar aquellos que presentan una toxicidad selectiva sólo en las células tumorales.
“Permite evaluar miles de drogas por semana. De esta forma, aceleramos la identificación de compuestos de interés”, agrega Soria.
Hasta el momento, identificaron 23 sustancias candidatas. Algunas de ellas pertenecen a diferentes bibliotecas de sustancias naturales de Argentina y de Córdoba. Otras fueron seleccionadas de una biblioteca de unos 15 mil productos naturales que pertenece a GSK.
Aunque son conocidas por la gente, Soria prefiere no dar detalles de qué plantas son porque el proyecto es confidencial.
Investigadores del Instituto Leloir de Buenos Aires colaboran en la validación de los productos. El objetivo es dilucidar el mecanismo de acción de las drogas identificadas y compararlas con el de medicamentos que se usan actualmente en la clínica.
“De esta manera, esperamos poder tomar las mejores decisiones con respecto a qué compuestos, entre los 20 hallados, son los más prometedores para continuar con su desarrollo”, indica Vanesa Gottifredi, del Leloir y Conicet.
Para Soria, el mayor logro sería que uno de estos candidatos avanzara hacia estudios clínicos que determinen sus efectos terapéuticos contra el cáncer.
“Pero primero tenemos que lograr que alguno de los productos identificados pueda convertirse en un candidato para desarrollo de una nueva droga en la empresa”, explica.
Si bien por el momento se han focalizado en cáncer de mama y de ovario, el objetivo del grupo es identificar compuestos de toxicidad selectiva contra distintos tipos de células tumorales.
Soria reinvidica el trabajo en el sector industrial. “Si los científicos trabajamos solos nunca vamos a llegar a nada. No tenemos los medios económicos ni la infraestructura para llevar un medicamento a la clínica. No asociarse con la industria es una garantía de que te vas a quedar en una etapa preclínica”, dice Soria.
Además del aporte económico, GSK también comparte conocimientos, por ejemplo, a través de sus bibliotecas de productos naturales.
El investigador explica que toda la propiedad intelectual del trabajo es de Conicet. Si, eventualmente, surgiera algún producto comercial, Argentina recibirá parte de las regalías.
Soria es cordobés, pero estudió Genética en Misiones. Luego, realizó el doctorado en el Instituto Leloir y un posdoctorado en Francia. En 2013 regresó a Córdoba, gracias a las gestiones de José Luis Bocco, director del Cibici y de Gottifredi.
El grupo cordobés está integrado, asimismo, por Alejandra García, Florencia Villafañez, Sofía Carbajosa González y Florencia Pansa.