En este medio nos hemos ocupado reiteradas veces de informar al respecto de la desastrosa gestión de Carlos Balmaceda y su compañero político, Julio Neveleff, frente a la Secretaría de Cultura del Partido de General Pueyrredon. Hace unas horas, finalmente, el intendente Montenegro les pidió la renuncia, algo que debería haber hecho hace años.
La historia reciente de la Secretaría de Cultura municipal es lamentable por donde se la mire: Laserna, Rojas y Balmaceda —por sólo nombrar a algunos de los últimos titulares del área— podrían competir para ver cuál es el más inepto, y perder los tres, sólo por inútiles. Sin embargo, el nivel de desidia y abandono que demostró «Coqui» en estos últimos años es algo que no se ha visto en ningún área de la gestión municipal desde el regreso de la democracia. Recibieron una secretaría medianamente ordenada, gracias al enorme esfuerzo que el último secretario, Christian Rabe —quien ahora se queda afuera también, atrapado en medio de la inoperancia del resto del personal político—, hizo para deshacer los desmadres que le costaron el puesto a Silvana Rojas. Quedaban cosas para hacer, pero muchas se habían resuelto: el teatro Colón había recuperado su dignidad, la mayoría de las bibliotecas barriales habían recibido arreglos en mayor o menor medida, la relación con los artistas locales estaba en su mejor momento y se había avanzado para poder encarar algunas de las obras más importantes que exigía el área. Sin embargo —usando en un principio como excusa la pandemia— no hicieron nada, y dejaron que Cultura se cayera literalmente a pedazos.
Montenegro debería haberle pedido la renuncia a Balmaceda hace meses, pero decidió protegerlo de una manera inexplicable. Lo que se decía, era que estaban esperando que el escritor —traducido a varios idiomas, como él se encarga de aclarar cada vez que tiene oportunidad— tuviera todo en regla para poder jubilarse por el IPS y acceder a un retiro que casi podría ser considerado de privilegio. El problema es que, mientras tanto, Balmaceda no hizo ni siquiera lo mínimo: de sus casi cuatro años de gestión, no hay nada para mostrar. Ni una obra importante, ni un evento destacado, nada. Por el contrario, terminaron de destruir el Centro Cultural Osvaldo Soriano y la biblioteca Leopoldo Marechal, embarraron la relación con los artistas que la gestión anterior había logrado recomponer, y se dedicaron a hacer la plancha de una manera fenomenal. Ni siquiera se tomaron un segundo para avisarle a la empresa de vigilancia que había cambiado la planta política y que, si en algún momento se disparaba la alarma en alguno de los edificios, les avisaran a ellos, y no a los funcionarios políticos de la gestión anterior.
Pero nada alcanzó para que Montenegro se pusiera los pantalones y los echara, hasta que, finalmente, lograron la descalificación de toda la delegación marplatense de los Juegos Bonaerenses por haber contratado el micro para la fecha equivocada. La noticia la dio el director de este medio, José Luis Jacobo, a través de Twitter («𝕏», según Elon) y luego replicó fuertemente en otros medios, como El Marplatense.
Tras esto, los padres de los chicos afectados no tardaron en hacerse oír en diferentes medios y, recién entonces —dicen que estaba ocupado con el tema de los saqueos—, Montenegro acusó recibo y les pidió la renuncia a todos. Lo lamentable es que lo haya hecho en esta circunstancia y no cuando vio la biblioteca municipal reducida a un estado lamentable, cuando —una y otra vez— observó a Balmaceda expresarse de forma soberbia en el Concejo Deliberante sin dar explicaciones ni acusar recibo de nada, o cuando todos los empleados del área, en cada oportunidad que se les presentó desde que asumieron, le pidieron de todas las formas posibles que lo sacara. Tuvieron que cometer un error grosero, que le costó sueños e ilusiones a familias enteras, para que a la cadena de corte y pegue no le quedara otra que informarlo, y para que el intendente, en una decisión más mediática que política, decidiera ponerle fin a la gestión de terror de «Coqui» frente a Cultura.
Si bien nadie es capaz de alcanzar los niveles de ineptitud de la dupla Balmaceda-Neveleff, hay otras áreas de la actual gestión que los siguen bien de cerca. ¿Esperará Montenegro que se desate un escándalo similar para actuar? ¿O seguirá protegiendo inútiles?