Sobre la situación de la circulación oceánica que regula el clima del planeta en la que se está dando a conocer que la corriente podría agravarse por el deshielo tanto en Antártida como en el Polo Norte, el licenciado en Oceonografía, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y ex Investigador del Conicet Alberto Piola explicó que la salinidad del agua de mar y la temperatura son las dos variables que controlan la densidad. Antes se hablaba de su baja temperatura, pero además de esa baja temperatura, el agua tiene que tener cierta concentración de sales para alcanzar una densidad suficiente para hundirse.
“Lo que pasa con el océano es que está bastante estratificado. Siempre las aguas livianas están en la superficie y las pesadas por debajo. Para que pueda hundirse el agua es necesario romper esa estratificación, y eso se puede hacer enfriando al agua o subiéndole la salinidad. Lo que pasa con el deshielo es que es agua dulce y aporta agua dulce al mar, entonces se le baja la salinidad. Y eso lo que podría ser esencialmente, es como si uno calentara el agua en la superficie”, explicó el licenciado.
Asimismo dijo que “esto ya ha pasado en el clima pasado. Ha habido períodos de muy baja salinidad superficial, precisamente por el deshielo de grandes glaciaciones, final de la última glaciación, cuando había mucho hielo sobre América del Norte y sobre Eurasia. Cuando ese hielo empieza a derretirse, le baja mucho la salida a toda la región del Atlántico Norte, sobre todo, y eso induce una especie de rápida vuelta a la glaciación. Al final vencieron los factores que hicieron que el clima se calentara, pero ya hay mucha evidencia paleoclimática de que eso ya ocurrió”.