De hombre que unió a USA con un satélite a dueña de un imperio

La transexual Martine Rothblatt es la ejecutiva mejor pagada, y una visionaria de la medicina, la inteligencia artificial o las telecomunicaciones. Esta es su historia.

Martine-RothblattMartine Rothblatt viste con trajes de dos piezas. No utiliza joyas ni se cubre de maquillaje. Amarra su largo pelo en una coleta. De sus pechos aflora feminidad. Y de sus pantalones, virilidad. Es transexual, empresaria, billonaria, escritora, futurista, exitosa. Representa el yin-yan sexual. Pero ante todo, es humana, una persona familiar; amante de su esposa, de sus cuatro hijos y nietos.
De chaval nunca se consideró un genio iluminado. Era un chico muy curioso, eso sí, a quien le encantaban las novelas de ciencia ficción y disfrutaba imaginando vida en el espacio. No jugaba construyendo aviones de modelaje. A cambio, fue músico en una banda de rock and roll donde tocaba el teclado eléctrico y la batería. De familia judía, nació hace 60 años en Chicago pero rápidamente de mudó con sus padres y hermana a San Diego. Allí convivió entre latinos que apenas hablaban inglés y aprendió a empatizar con otras culturas, clave que ha marcado su camino de éxito en la vida.
Tras su paso por la universidad de UCLA, donde estudió derecho y luego se especializó con un MBA, tuvo varios trabajos en grandes empresas, pero en ninguno se sintió realmente feliz. Tenía gente a su alrededor que constantemente le decía que no podía hacer aquello o lo otro. “Eso fue loco para mí, pues en mi espíritu soy muy libre”, explica Rothblatt .
Sin embargo, Rothblatt reconoce que el espíritu de libertad es solo el comienzo de toda una historia de emprendimiento. Tiene muy claro el deseo de ver un sueño hecho realidad. “Es una de las cosas que me hace muy feliz”. No sabe bien cuándo comenzó esta capacidad creativa, aunque cree que durante la época de la universidad. Entonces tuvo el sueño de ver el mundo conectado por satélites. Durante esos años, empezó a escribir artículos, de los cuales muchos no se materializaron. “Me llevaron a imaginar y formar mi idea”, aclara con una pícara sonrisa.
Hacia la mitad de sus años universitarios, encontró un mentor, el físico Gerard O’Neill, quien en la década de los 70 había desarrollado un plan de construcción de asentamientos humanos en el espacio exterior conocido como el Cilindro de O’Neill y que además fue el fundador del sistema satelital Geostar.
El empresario recuerda que el profesor O’Neill solía decir que “ningún proyecto por escrito puede fallar”. Con ese ímpetu, trabajó con el académico en Geostar. Y para ello, debió recorrer el valle californiano, subiendo montañas y estudiando la velocidad de los vientos: para materializar lo que tenía por escrito.
Reconoce que del profesor O’Neill aprendió no solo a hacer proyectos satelitales, sino también a ser práctica y persistente, capaz de liderar sus sueños.

De los satélites al la industria farmacéutica

A finales de la década de los 80, antes de la fuerte penetración de Internet en nuestras vidas, Rothblatt tuvo la idea de conectar desde el norte de Alaska hasta el sur de la Patagonia con un sistema satelital: un proyecto que tenía claro en su cabeza, plasmado en un papel. Con tal propósito, tocó la puerta de Rene Anselmo, un empresario con experiencia, dueño de un grupo de comunicación en español SIN (Spanish International Network) y que además había aupado al empresario mexicano Emilio Azcárraga para expandir Televisa en Estados Unidos. Con firmeza le dijo que podía ser el dueño de su propio satélite y conectar a través de Televisa todo EE UU y Latinoamérica, incluso agregar sus programas de TV en hoteles. “Cuando le expliqué la idea, le encantó”, recuerda.
Tras el visto bueno de Anselmo, lentamente comenzó a negociar el lanzamiento del programa satelital Orion Fast para crear PanAmSat, un gigante satelital que competiría con Intelsat. Con una inversión de 10 millones de dólares y que tras unos años, seguida a la inesperada muerte de René Anselmo en 1995, su familia vendió el satélite a Hugh Electronics, una filial de General Motors, por tres billones de dólares. Hoy PanAmSat es parte de News Corporations y está evaluado por sobre los cuatro billones de dólares.
Ir paso a paso y tener paciencia es el mantra de Martine Rothblatt. En su cuello cuelga una tortuga, un animal que la acompaña en todos sus periplos. La tortuga le recuerda que si va lentamente puede evitar riesgos.
Tras el éxito de PanAmSat, mucho antes de que el mundo de la música se viera revolucionado por Internet con Spotify e Itunes, Martine fundó Sirius, un sistema satelital de radio que por suscripción conecta con 69 canales de música y 65 de deportes, noticias y entretenimiento de gran éxito en EE UU pero que fue vendido para comenzar con otras labores.
Su siguiente gran negocio llegó por azar. Cuando su hija Jenesis, de seis años, fue diagnosticada con hipertensión pulmonar, se volcó en su familia y luchó hasta encontrar la cura que salvaría la vida de la pequeña. Fue una época muy revuelta. Un par de años antes había comenzado su evolución de género y así sorprendió a su familia y revolucionó su entorno social. Su esposa Bina la aceptó argumentando que la amaba de todas las maneras.
La pareja buscó los mejores médicos en los más prestigiosos hospitales estadounidenses para curar a la niña. Nadie les aseguraba que su hija sobreviviera. La pequeña perdía fuerza, se ahogaba. No existía una cura. Solo un milagro podría mantener a Jenesis con vida. Con persistencia, Rothblatt se puso a leer cuanto artículo encontraba sobre la enfermedad. Tocó muchas puertas de distintos laboratorios pidiendo un medicamento; algunos le dieron portazo en su cara. Finalmente, apareció el milagro tras convencer a un grupo de científicos. Con 25 mil dólares, estos comenzaron a investigar la cura, una receta mágica que apareció en una bolsa de plástico llena de polvo. Una pócima que sería la base del medicamento que salvaría la vida de Jenesis y que daría paso al imperio biotecnológico: United Therapeutics.
La audacia y el éxito de Martine Rothblatt causa admiración en muchos empresarios. Es el caso del mexicano Alfonso Romo quien recientemente la conoció en una cena. Ambos forman parte de Consejo Directivo de la empresa de ciencia y tecnología, Synthetic Genomics. “Estoy muy impresionado con Martine. Desde México no sabía muy bien quién era. En la cena hablamos de la familia. Y me sorprendió. Es un hombre… perdón, una mujer con grandes valores. El tema que nos unió en la conversación fue la familia. Es muy honesto, muy familiar y un gran ser humano. Y yo soy una persona sumamente conservadora”. Romo se llena de adjetivos para hablar de la emprendedora con grandes elogios: “Nunca había conocido una mujer/hombre tan congruente, generosa, humano, transparente, único, disciplinado, persistente, valiente, y además, empresaria de éxito. Yo le decía a mi esposa que estoy tan impresionado con una persona tan humana, lo que le ha dado al mundo me impresiona”.
En España, el empresario catalán Sergi Ferrer-Salat, presidente de Laboratorios Ferrer, quien ostenta la licencia para comercializar el medicamento que salvó la vida de Jenesis, considera que Rothblatt es muy “realista”. En sus contactos empresariales han tenido un trato muy próximo: “Ella escucha mucho, es muy sensible, tremendamente normal, cariñosa, atenta, se ha interesado mucho por España, preguntando por la crisis y el desempleo”. Ferrer-Salat admite que en el último encuentro el pasado mes de mayo, Rothblatt preguntó: “¿Qué posibilidad hay para que España salga adelante?”. El presidente de Laboratorios Ferrer tiene la certeza de que Martine mira el futuro “apostando por la ciencia”.
El símbolo de United Therapeutics, UTHR —siglas de under the radar, bajo radar—, transmite el espíritu sencillo de su fundadora. está pensado para no dar mucho de que hablar de la empresa, ya que prefieren mantenerse escondidos, bromea Rothblatt. Rara vez da entrevistas. Esta es la primera que realiza una para un medio en español y fuera de EE UU. Incluso en su país se ha mantenido fuera de radar, hasta que en septiembre del año pasado fue portada de la revista New York Magazine como la mejor CEO pagada en América, con un sueldo anual de 38 millones de dólares. Lisa Miller, periodista autora del reportaje, dice que durante los tres meses que trabajó a tiempo completo para el artículo, siempre le dio la sensación de que Martine Rothblatt “nunca tenía prisa, a pesar de sus obligaciones como CEO”.
Sin embargo, esta empresaria de éxito, para no tener prisa, ha avanzado muy rápido. En United Therapeutics tienen luz verde para comenzar a desarrollar un tratamiento que pretende encontrar la cura a cánceres extraños. “Hay muchas farmacéuticas que ignoran estos cánceres, como el nueroblastoma, que casi solo afecta a niños”, cuenta Rothblatt desde Silver Spring, Meryland, sede de la empresa.
Asimismo trabajan para crear una unidad de trasplantes de órganos. La empresaria sabe que España es el país numero uno en donación de órganos en el mundo, pero “no es suficiente porque no todo el mundo que requiere trasplante recibe el órgano”.
De ahí que haya comenzado a trabajar con cerdos, ya que explica que sus órganos son muy similares a la forma de los humanos. “Creemos que si podemos modificar 12 genes en los órganos de los cerdos, no serán rechazados en el cuerpo humano. Hemos probado en baboon, y el corazón funciona más de un año en este tipo de primate”.
La directora ejecutiva estima que para 2020 tendrán el primer ejemplo en seres humanos. Y para el año 2030 espera que más de un millón de personas hayan salvado sus vidas gracias a los trasplantes con órganos de cerdos.
Asimismo, UTHR acaba de firmar un acuerdo de cooperación para crear un centro de restauración de pulmones con la prestigiosa Clínica Mayo de Jacksonville, en Florida, con el objetivo de utilizar la avanzada tecnología Ex Vivo para doblar el número de trasplantes de este órgano en EE UU.
Rothblatt aclara que antes solo existían los ordenadores y la tecnología, pero desde que “descodificamos el genoma humano unimos todo esto, viviendo el momento de la bioinformática, donde los seres vivos pueden ser programados”.

Adiós Martin, hola Martine

La empresaria se alegra de que Bruce Jenner, ex atleta olímpico y mediática figura televisiva en EE UU., se haya convertido en Caitlyn Jenner, argumentando que “es una liberación para el espíritu humano. Yo estoy muy contenta de que salí hace 20 años y en los últimos 2 ó 3 he visto más gente que nunca salir del closet, especialmente entre adolescentes. No creo que haya una razón de dividir por sexo o incluso en raza. Todos venimos de África; hay negro, blanco y amarillo en nosotros”, dice.
Defiende que la sexualidad humana es transexual, explicando que “el pene o la vagina es parte de tu piel, por lo tanto no dice nada de tu personalidad, ni por supuesto de tu alma, así que el alma es transexual”.
La fuerza más poderosa e importante que ha mantenido a los Rothblatt unidos por más de 30 años es “el amor”. Rothblatt afirma que no existe una poción mágica, simplemente el amor que une a dos personas, aceptándose tal cual es. Por ello dice ser “bendecida y con mucha suerte”. La primera suerte es haber conocido a Bina, a quien describe como el amor de su vida, en una disco en Hollywood. “La vi, le pedí bailar y hemos estado enamorados desde ese día”.
Bina y Martine protagonizan una historia de amor que deja a muchas personas boquiabiertas. El empresario Martin Varsavsky escuchó a Martine este año en la charla Ted Talks que se realiza cada marzo en Vancouver, Canadá. Ya conocía al personaje gracias a que su amiga Susan Wojcicki, directora ejecutiva de Youtube, le habló de ella hace algunos años. “ Me pareció muy curioso el caso de cambio de género siendo un emprendedor de tanto éxito, más con el apoyo que recibió de su familia. En su familia además había un tema interracial, (Bina es de raza negra y no judía, pero con el tiempo se convirtió al judaísmo), es decir que superaba de un plumazo todos los temas juntos”.
Martine Rothblatt, humildemente, se sabe diferente. Paul Mahon, su abogado y vicepresidente de United Therapeutics, quien la acompaña en sus aventuras personales y laborales desde 1993, cuando Rothblatt se había transformado en mujer y con ello publicó The Apartheid of sex: a manifesto on the freedom of gender, explica que su amiga es absolutamente única. “Tiene una misteriosa habilidad de ver el futuro para desarrollar estrategias, situaciones que incluso podrían traer obstáculos en los años venideros, con un enfoque siempre flexible, sin importar cuan comprometida esté o cuánto dinero haya invertido en algún proyecto. Cambia ordenada e inmediatamente. La capacidad que tiene de prever pragmáticamente los acontecimientos es realmente excepcional”. Y si no tiene certeza sobre cierta situación, prefiere observar, esperar, “revolver la olla para evaluar y conformarse con el curso de la gracia divina, esperando el momento adecuado para emerger con decisión y disciplina”, dice Mahon.
Pese a su símbolo de tortuga, Martine Rothblatt avanza. Completó su doctorado en Londres al mismo tiempo que se formaba como consejera delegada de la empresa pública United Therapeutics . Su curiosidad es infinita, y sus ganas de aprender es el motor que la mueve para crear, avanzar y vivir. Recientemente ha obtenido la licencia de piloto de helicóptero. Su afición por la música es algo que tampoco nunca ha abandonado. Hasta el día de hoy sigue tocando regularmente el piano y la flauta, entre otros instrumentos que ha ido aprendiendo en el camino.
Y su transexualidad fue aceptada por sus cuatro hijos desde el principio. “Mi hija mayor no tuvo problema. Mi hijo dice que siempre seré su padre. Y otra de mis hijas dice amo a mi padre, y ella me ama”, explica con orgullo. Los padres Rothblatt también aceptaron a su hija. “Mi padre en un show de TV, que dijo: ‘Podríamos haber tenido dos hijas, un hijo, pero eso no nos importa porque tenemos a Martine”.
La empresaria explica que los que mejor han aceptado su transexualidad son sus cuatro nietos, quienes la llaman “grand Martine”. Con naturalidad, la invitan a participar de las actividades en sus colegios, a fiestas de cumpleaños. No ha significado un gran cambio para ellos, dice la abuela. Y aprovecha Rothblatt para recomendar el libro All I want to be is me (Todo lo que quiero ser es yo), de Phyllis Rothblatt, una psicóloga en San Francisco que trata a familiares de transexuales, y que a pesar del apellido no tiene ningún parentesco con Martine.

‘Virtualmente Humana’

Virtually Human es el ultimo libro publicado por Rothblatt en el que muestra el camino de los robots en los próximos años, con una defensa legal y ética de por qué el software inteligente podría tomar vida propia. Bina 48 es un busto, un robot clon de Bina, la mujer de Martine Rothblatt, que en su versión robótica mantiene una lógica y clara conversación emulando la voz de la verdadera Bina. Ray Kurzweil, el ingeniero jefe de Google, afirma en el prólogo del libro que Bina 48 es un “increíble ejemplo físico y mental” de lo que una máquina puede representar en un humano. “Conociendo a la verdadera Bina, su avatar robótico no es aún equivalente a la humana, pero maravillosamente sugiere lo que vendrá”, dice.
Martine Rothblatt afirma que “no puedes parar esta evolución, se está trabajando muy rápido. La gente va a combinar su personalidad humana con toda la información en las redes sociales, toda la huella tecnológica de nuestra vida”. Una huella que denomina “archivos mentales” (mindfiles). Grandes empresas tecnológicas ya invierten miles de millones en investigación en inteligencia artificial y en ayudantes digitales. Rothblatt sostiene que es inevitable que estos archivos mentales se animen para crear “clones mentales”: versiones conscientes y digitales de personas vivas o muertas.
En el aspecto filosófico y legal se pregunta si un clon mental será como un humano. Argumentando que el “software será tan bueno que lo que pasará es que habrá una versión digital de una persona fuera del cuerpo”. “Estaremos acostumbrados a la idea de que transcenderemos nuestra piel. Más tarde o temprano la carne fresca morirá. Todo el mundo podrá tener un minclone”, asegura. Rothblatt añade que hay espacio para todos, porque “hay mucha gente que quiere seguir viva, y puede ser así con una versión digital. Otros “escogerán morir”.
En su faceta filantrópica, Rothblatt otorga parte de su considerable riqueza a investigaciones relacionadas con Inteligencia Artificial. Este trabajo lo lleva a cabo la Fundación Terasem Movement, cuyos primeros proyectos incluyen Bina48 y un servicio llamado Lifenaut al que la gente puede subir fotos, vídeos y sus opiniones para crear una versión de sí mismos en forma de robot para chats.
Martine Rothblatt ama la vida y aprovecha al máximo los recursos que esta le otorga. Por ejemplo, le encanta meditar, ya que al hacerlo va a un lugar “en el que no está pensando”.