El estado actual de los aviones Hércules, un símbolo de la Fuerza Aérea Argentina, es una muestra cabal de la crisis de la flota oficial. De los 14 Lockheed C-130 mencionados en el Libro Blanco de la FAA, sólo 3 estarían en servicio actualmente. El dato coinciden con el de diversas fuentes aeronáuticas.
Se trata de las aeronaves identificadas con las matrículas TC-61, TC-64 (activo desde octubre de 2012, después de haber estado 4 años en mantenimiento mayor en la fábrica Fadea) y el TC-70, dedicado al reabastecimiento. También está en condiciones de volar el L-100-30, una versión civil que volvió al país en agosto tras haber permanecido casi un año y medio en los talleres de ENAER (Chile), lo que significó una inversión de US$ 3,5 millones.
Los aviones que están fuera de servicio se destruyen de a poco. “Hay varios que tuvieron que ser canibalizados por la falta de repuestos y están deteriorándose a la intemperie acá y en El Palomar”, confirmó a Clarín una fuente gremial de la fábrica de Córdoba.
Esta flota es clave en tareas de logística (traslado de carga militar o civil), de reconocimiento, en situaciones de siniestro (como avión sanitario) y en misiones humanitarias. Además, hay un déficit de mantenimiento alarmante.
Según los manuales del fabricante, se necesitan entre 11 y 25 personas disponibles en los talleres. Actualmente, el personal afectado al mantenimiento de los tres Hércules operativos sería de 10 a 15 personas.
La crisis afecta también a la instrucción y los entrenamientos del personal. El pésimo estado de la flota obligó a reducir cada vez más su participación en la Campaña Antártica, históricamente a cargo de los Hércules.