La que pasó fue una semana movidita, movidita. Y aunque en el país ocurren cosas que nos tienen en vilo, los últimos siete días fueron ricos en temas aparentemente tangenciales que, sin embargo, muestran el verdadero estado de cosas que hoy vivimos.
“Hay de todo en la viña del Señor”, decían nuestros abuelos para expresar que ya nada los sorprendía. ¿Qué hubiese sido de ellos si les tocase habitar en estos días tan “particulares” de la Argentina?
La semana que se fue se convirtió en un raro muestrario de hechos secundarios a los que el poder se esfuerza por convertir en importantes. “Canastas” de todo (que nadie cumple), balconcitos hiperquinéticos y “multitudes” devaluadas, marchas y contramarchas en el mensaje oficial, escritores premiados por analfabetos, un Vicepresidente que se prueba el traje a rayas; y el fútbol, siempre el fútbol llegando para que el club de los opas se distraiga un rato.
Una semana tristemente entretenida. Vea, si no.
Placita y balconcito. Reapareció Cristina y lo hizo en la nueva escenografía peronista. Ya no está el balcón de Perón y Evita ni la Plaza de Mayo como marco. En un claro signo de los tiempos, aquel escenario gigante y popular ha sido cambiado por el Patio de las Palmeras y los barandales internos de la Casa Rosada. Un par para centenares de personas a lo sumo.
La Presidente trepó a su atril, amenazó, acusó, anunció el más escuálido aumento a los jubilados desde que la Ley de Movilidad Previsional está en vigencia. Y hasta se tomó su tiempo para “pintarle la cara” a un Antonio Caló que estaba más incómodo que el busto de Uriburu. Muy poco, o tal vez demasiado. El menguado ágape sirvió para darnos cuenta de que en Balcarce 50 nadie entendió nada.
¿Justicia o gauchada? El juez Lijo había dispuesto para después de la feria una serie de medidas que creía fundamentales para comprobar las verdaderas responsabilidades penales en la causa. Está convencido de que la familia Ciccone fue víctima de un apriete de parte de Boudou y sus personeros. Pero cree que aún no están las pruebas suficientes para cerrar la instrucción. Sorpresivamente, el fiscal pidió el procesamiento del funcionario, sus amigos y los propios “damnificados” por la maniobra. Demasiado sospechoso, tal vez apresurado, y quizás una “manito para zafar de la causa.
¿Argentinien? El tesorero de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana, Angela Merkel, anunció hoy que pidió ser relevado del cargo en el próximo congreso del partido en abril, tras la polémica suscitada al conocerse que gestionó dinero a través de una empresas tapadera de paraísos fiscales. El tesorero, Helmut Linssen, adelantó al popular diario “Bild” que ha tomado esta decisión “en interés del partido” y de su familia, y que ya la ha comunicado a la dirección de su formación política.
Sin caretas. El escándalo generado alrededor de Fútbol para Todos ha servido para poner en evidencia cosas que todos sabíamos pero que se mantenían en silencio. Desde la prioridad que personas como Marcelo Tinelli le da a los negocios por sobre el prestigio, hasta la incontinencia de Hebe de Bonafini que acepta que el plan de Néstor Kirchner era usar al más popular de los deportes en beneficio político propio. Mientras tanto, los clubes, cada vez más fundidos; los manejos de la AFA custodiados por el poder; y la pelota, cada vez más sucia.
Fútbol para Pocos. Tal vez despechado por haber sido vetado por Julio Grondona, el conductor Alejandro Fantino salió a denunciar lo que cobrarán sus colegas elegidos para las transmisiones de Fútbol para Todos. Los cachets -que de por sí parecen exagerados- se convierten en escandalosos cuando se conoce ahora que será el Estado el encargado de pagarlos. Mientras tanto, la sociedad se pregunta qué es lo que aporta la sociedad Tinelli-T&C, además de algunas camaritas más para las transmisiones. Hay muchas cosas que deberán ser explicadas por las autoridades y los protagonistas.
¿Lo digo, o no lo digo? Jorge Capitanich se parece cada vez más al personaje que la legendaria Mirtha ha creado detrás de su ya famosa muletilla. Claro que tras el mohín, la Legrand suele despacharse sin ningún tipo de afección y decir, nos guste o no, las cosas que piensa.
El Jefe de Gabinete no puede hacerlo porque otros piensan por él. Hoy, “compren dólares”, mañana “el que ahorra es un avaro que busca el caos”. Al rato, “aumentar los combustibles es desestabilizador y conspirativo”. Más tarde, “hemos autorizado un aumento del 6% a todas las petroleras”. Una mañana, “el precio del dólar paralelo no puede importarle a nadie porque es un mercado diminuto e ilegal”. Al otro día, “el dólar paralelo bajó dos centavos por las políticas activas del BCRA”.
Ya muchos en el Gobierno se preguntan si una buena amigdalitis no será un inteligente pretexto para que el devaluado Coqui se llame a silencio.
La soberbia del bruto. Un grupo de pseudo intelectuales (la mayoría de ellos sin obra alguna que haya merecido el reconocimiento del público o de la crítica independiente) viene lucrando desde hace años del Estado con el único aporte de sus aplausos, lisonjas y sumisiones a la figura de Cristina y los actos de gobierno, más allá de lo nocivos que estos sean para la comunidad. Ahora, a un costo desmesurado, serán llevados a donde difícilmente pudiesen haber llegado de otra manera: el Salón del Libro de París. ¿Seremos capaces en el futuro de hacer que devuelvan el mal habido producto de sus miserias? Si nos van a abochornar por su escaso nivel y su actitud vergonzosamente “militante”, obliguémoslos a por lo menos tener que leer algo en su vida, un expediente judicial…
Argentina, un país de luminosos referentes de las letras universales, no merece este agravio de mediocridad autosuficiente. No lo merecemos.