El interés por las actas personales de la Stasi, la temida policía secreta de la extinta Alemania comunista (RDA), se mantiene casi tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, aunque en niveles muy por debajo de la avalancha de 1992, cuando las actas se abrieron al público y más de medio millón de personas pidió acceder a ellas para averiguar qué sabía el régimen de sus vidas privadas y, eventualmente, quien les delató.
Según datos de la autoridad que custodia este sensible material, entre enero y noviembre de este año han sido 42.700 ciudadanos los que han pedido acceso a la documentación recabada sobre ellos la policía política del régimen germanoriental. En 2017 se recibieron 49.000 solicitudes.
Hasta la caída del Muro, en noviembre de 1989, la Stasi había recabado información sobre unos seis millones de personas. Alrededor de 3,2 millones, ya han accedido en estos 29 años a sus fichas, leído lo que la policía secreta escribió sobre ellas y, eventualmente, averiguado quién les espiaba o exigido responsabilidades.
Uno de los delatores podría haber sido incluso el actual presidente ruso, Vladimir Putin, cuyo carné de pertenencia a la Stasi publicó en primicia hace unos días el diario alemán ‘Bild’. El carné, firmado por Putin, fue expedido el 31 de diciembre de 1985 y fue renovado regularmente hasta finales de 1989. En esos años, Putin se encontraba en Dresde (este de Alemania) como oficial de los servicios secretos soviéticos, el célebre KGB, pero hasta ahora se desconocía que hubiese tenido también un carné de la Stasi.
Se calcula que la policía política de la RDA llegó a contar con hasta 91.000 funcionarios y más de 189.000 IM (Inofizielle Mitarbeiter o trabajadores no oficiales), personas que voluntariamente o bajo presión facilitaban a las autoridades información sobre sus familiares, amigos, vecinos o conocidos.