La mitad de las londinenses temen el acoso sexual en el metro. El mayor número de ataques se registra en horas punta y por parte de varones sobrios.
En su intrahistoria anónima, centenares de mujeres londinenses venían comentando y lamentando el problema desde hace lustros, pero no se puso realmente encima de la mesa hasta 2013. Ese año, Transporte de Londres, que mueve cada día a 14 millones de personas, encargó un estudio sobre el acoso sexual en el metro y sus autobuses. Los resultados fueron desoladores: una de cada siete encuestadas reconocieron haber sido víctimas de alguna forma de hostigamiento.
Hace un año se lanzó una campaña contundente para animar a presentar denuncias, titulada precisamente así: «Denúncialo para pararlo». Y es que hasta entonces solo una de cada diez mujeres afectadas lo ponía en conocimiento de las autoridades. La médula del programa fue un duro vídeo, que ya ha sido visto por más de cuatro millones de personas. En la grabación, una mujer mulata vestida con un elegante traje chaqueta blanco sube a un vagón bastante lleno. Un hombre de traje la mira primero fijamente, luego pone la mano junto a la suya en la barra de sujeción. Después, directamente practica rozamientos y tocamientos. La narradora, la excelente actriz Olivia Colman, va describiendo la escena e intercalando una pregunta: «¿Lo denunciarías?».
La campaña ha dado sus resultados. Se habilitó un teléfono (61016) para enviar al momento mensajes de texto tras un incidente y las denuncias han aumentado un 36%, con un 40% más de detenciones. La Policía es muy clara: «No toleres nada que te haga sentirte incómoda». Las fuerzas de seguridad alegan de todas formas que necesitan un mapa más completo de la situación para decidir en qué líneas y estaciones refuerzan la protección con más agentes.
Jeremy Corbyn, el líder de la oposición, planteó el pasado septiembre ofrecer a partir de las diez de la noche vagones solo para mujeres. Hace unas semanas, en Alemania ha comenzado a hacerse en algunos servicios ferroviarios y es común en India, Japón y Brasil, apelando a una «mayor privacidad».
Los estudios están revelando que en contra de lo que se pensaba el problema del «Tube», como se apoda al metro en Londres, no radica en las horas tardías, donde influirían la mayor soledad y las borracheras. El mayor número de ataques se registra en hora punta diurnas y por parte de varones sobrios, que actúan de manera premeditada. El año pasado se registraron 322 incidentes de cinco a siete de la mañana, 291 de ocho a diez y 110 de once a una de la noche. Es verdad también que en los picos de tráfico hay mucha más gente y por tanto más posibilidades.
Las campañas no han mejorado sin embargo la sensación de seguridad de las usuarias. Según la última encuesta, el 36% de las británicas que viven en grandes ciudades se sienten sexualmente amenazadas en el transporte público, lo que contempla desde risas a miradas fijas, pasando por tocamientos y hasta exhibicionismo. En Londres el porcentaje se eleva a la mitad, el 51% de las mujeres. Como tantas veces, puede que al final todo tenga mucho de crisis de valores.