Regazzoni, el nuevo titular de la entidad, acusó a su antecesor.
“Una tarea titánica”, repite una y otra vez Carlos Regazzoni, el flamante director ejecutivo del PAMI, para definir el trabajo que tiene por delante. El médico que designó Mauricio Macri para administrar el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados sabía que se enfrentaría a un desafío complicado, pero nunca imaginó un escenario semejante. La corrupción atraviesa toda la obra social, la más importante de América latina, con más de cinco millones de afiliados.
Preocupado, Regazzoni habló sobre el estado en que encontró el PAMI con el Presidente, quien le dio luz verde para avanzar. “Andá para adelante”, le dijo Macri al funcionario, que dentro de las primeras decisiones que tomó como interventor en el organismo incluyó la de denunciar a su antecesor, Luciano Di Cesare, por “defraudación contra la administración pública”.
“Hay mucha corrupción en el PAMI. Nos encontramos con artilugios para sortear los mecanismos de control”, reconoció a LA NACION Regazzoni, el hombre a quien eligió Macri para poner en orden una de las cajas más importantes del país.
Entre los principales focos que Regazzoni investiga por estas horas está la connivencia entre algunos centros de salud y las ex autoridades de la entidad.
Sobreprecios en la compra de medicamentos e irregularidades en las cápitas -así se llama a la derivación e internación de los afiliados- con los centros de salud.
“Vamos a implementar un fuerte trabajo de auditoría, vamos a ir a fondo”, anticipó a LA NACION el ex subsecretario de Gestión Económica del Ministerio de Educación porteño.
Según confiaron fuentes cercanas a Regazzoni, Di Cesare “dejó en funcionamiento una compleja red de corrupción para desarmar”. Incluso, el ex interventor mantendría una “vinculación directa con muchas empresas”. Ante este escenario, desde la nueva conducción del PAMI aseguraron que denunciarán todos los abusos que detecten.
Pero además de terminar con las irregularidades y desmanejos internos, Regazzoni se planteó otro desafío: recuperar el prestigio de la obra social, que el PAMI vuelva a tener un servicio de calidad, una deuda que acumula varios años. El plazo que se impuso para alcanzar esa meta es de dos años.
“Tenemos un grave problema de calidad con la prestación. Hay mucho por mejorar, sobre todo en materia de equidad. Se ven muchas diferencias en distintas regiones del país”, contó Regazzoni.
Cuando habla de equidad, Regazzoni se refiere a la falta de igualdad para acceder a los servicios. Hoy es en los centros urbanos donde los afiliados obtienen mejores respuestas y, sobre todo, una atención de calidad aceptable. Las mayores deficiencias se observan en el conurbano bonaerense y en el NOA y el NEA. “Ahí tenemos los casos más graves”, reconoció Regazzoni.
Entre las principales carencias aparecen el difícil acceso a las prestaciones, la ausencia de calidad, la escasez de camas para internación, un inadecuado sistema de contrataciones, geriátricos y establecimientos de salud mental que no cumplen requisitos, y falta de médicos y centros de atención.
Regazzoni explicó que la gestión de Di Cesare, que asumió la dirección ejecutiva del organismo tras la renuncia de Graciela Ocaña en 2007, le “dejó un desafío enorme por delante”. Y agregó: “La calidad del servicio no es buena, aunque es un problema del sistema médico argentino”.
Con su grupo de trabajo, el funcionario está clasificando y evaluando por estándares a los prestadores de servicios del instituto. La separación es clara: los que cumplen con una prestación de calidad; los que no cumplen pero pueden llegar a dar un buen servicio, y los que nunca lo van a dar. A estos últimos Regazzoni asegura que los dará de baja.
“En dos años vamos a mejorar la calidad. Queremos lograr un estándar básico, muy bueno y que llegue a todo el país”, confió el funcionario.
Con unos 15.000 trabajadores -entre contratados y planta permanente-, Regazzoni tiene a su cargo una de las cajas más importantes del país. De $ 6.797.400.000 en 2007, pasará a administrar unos $ 82.000.000.000 el próximo año. Esto representa, detrás del gobierno nacional, la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe, el quinto presupuesto más abultado de la Argentina.
Pese a los abultados recursos, Di Cesare dejó deudas millonarias con proveedores, en su mayoría instituciones públicas. “Tenemos un problema importante de financiamiento”, admitió el médico, quien aseguró que en los primeros seis meses de su gestión trabajará para recuperar económicamente al PAMI.
“Quiero recomponer la situación financiera y organizar las deudas”, sostuvo Regazzoni.
Revisión de contratados
Dentro del organismo el humor de los trabajadores cambió. Como consignó LA NACION hace más de un año, Di Cesare instauró una especie de “estado policíaco” en el que sólo valía su deseo. Desde los gremios destacaron que la nueva conducción “escucha y que sabe de esto”, aunque, cansados de promesas incumplidas, no le entregan un cheque en blanco. “Tiene buenas intenciones, pero hay que dejarlo caminar un poco para ver qué hace”, dijo uno de los sindicalistas que trajina los pasillos del organismo, que cuenta con 715 oficinas en todo el país.
Regazzoni prometió que no habrá una “cacería interna”, sino que trabajará con todos. Incluso, con los militantes de La Cámpora que ingresaron al instituto en los últimos meses. Según denunció ante la Justicia la legisladora porteña y ex directora ejecutiva del PAMI Graciela Ocaña, Di Cesare montó una estructura paralela para incorporar militantes de la agrupación que lidera el hijo de la ex presidenta, Máximo Kirchner.
“El trabajador del PAMI tiene la camiseta puesta. Venimos a superar las diferencias ideológicas. El que trabaja tiene nuestro apoyo; el que no, se irá. La gente está con ganas de cambiar. El instituto, pese al estado, es espectacular”, destacó el nuevo interventor.
A pesar de lo ríspido de la tarea, Regazzoni, que fue candidato a intendente en Almirante Brown -quedó segundo detrás del jefe comunal electo Mariano Cascallares-, no piensa en abandonar sus aspiraciones y espera que su gestión en el PAMI actúe como un trampolín en el futuro.
“Es una enorme posibilidad. El que no arriesga no gana”, dijo Regazzoni, hijo del artista plástico del que heredó su nombre.
El grupo con el que desembarcó trabaja sin descanso, a toda máquina. Es que no quieren sorpresas; buscan anticiparse a los conflictos. Saben que deben lidiar con una estructura elefantiásica que lleva años de desidia y corrupción. Por eso, medio en broma, medio en serio, cerca de Regazzoni se repite una frase. “Vamos a cambiar las cosas, pero hoy el objetivo es salir vivos”.