Fred Ramsdell se enteró casi 12 horas después de que se anunciara la distinción; estaba de vacaciones con el celular apagado.

Fred Ramsdell estaba estacionado en un campamento en Montana el lunes por la tarde después de acampar y caminar por las Montañas Rocosas cuando su esposa, Laura O’Neill, comenzó a gritar de repente.
Al principio, pensó que quizá había visto un oso grizzly. En cambio, la señora O’Neill recuperó la señal del celular y vio una avalancha de mensajes de texto con la misma noticia. “¡Acabas de ganar el Premio Nobel!”, gritó.
“No, no lo hice”, dijo Ramsdell, cuyo teléfono estaba en modo avión, según recordó en una entrevista. Pero ella respondió: “¡Tengo 200 mensajes de texto diciendo que sí!”.
Se perdieron una llamada a las 2 de la mañana del comité del Nobel para informarles que el doctor Ramsdell, junto con Shimon Sakaguchi y Mary Brunkow, habían recibido el Premio de Medicina 2025 por su investigación sobre el sistema inmunitario. También el matrimonio se perdió las felicitaciones de sus amigos y familiares. Su laboratorio, Sonoma Biotherapeutics, explicó que Ramsdell “estaba viviendo su mejor momento y se encontraba desconectado en una excursión de senderismo planificada”.
Descanso y desconexión
Ramsdell, de 64 años, no esperaba ninguna llamada importante en la mañana de ayer. Estaba desconectado, como suele hacerlo durante sus vacaciones. Su esposa, en cambio, prefiere mantenerse comunicada con sus amigos y familiares.
“Desde luego, no esperaba ganar el Premio Nobel”, dijo desde un hotel en Montana. “Nunca se me pasó por la cabeza”. añadió.
La escala del lunes por la tarde en Montana, cerca del Parque Nacional de Yellowstone, era casi el final de unas vacaciones de tres semanas en las que recorrieron las cordilleras de Idaho, Wyoming y Montana.
Ramsdell, su esposa y su perro, una mezcla de Setter Gordon y Husky rescatado, habían partido el mes pasado desde Seattle a bordo de su Toyota 4Runner con un pequeño remolque en forma de lágrima.
En el trabajo premiado con el Nobel, la investigación de Ramsdell ha ayudado a mejorar la atención de enfermedades autoinmunes como algunos tipos de artritis, esclerosis múltiple y enfermedad de Crohn, comentó.
Fuera del trabajo, a Ramsdell le gusta desconectarse en la naturaleza: “Paso todo el tiempo que puedo en las montañas”. “Solemos ir a zonas remotas”, añadió, y comentó que él y su esposa siempre están atentos a los bisontes, alces, wapitíes y águilas.
Cuando llegó al hotel en Livingston, Montana, el lunes por la noche, finalmente habló con Thomas Perlmann, secretario general de la Asamblea Nobel. Fue unas 20 horas después de que intentara llamarlo por primera vez. Perlmann contó a su vez en una entrevista que nunca le había sido tan difícil comunicarse con un laureado desde que asumió el cargo en 2016.
Ramsdell intentó devolver la llamada de Perlmann desde el campamento, pero eran las 23 en Suecia y el secretario general de la Asamblea Nobel se había quedado dormido. Finalmente, dialogaron cuando Perlmann se despertó a las 6.15 de hoy. “Al final, funcionó”, concluyó Perlmann.
Ramsdell planeaba hoy conducir las seis horas que le quedaban de viaje para llegar a su casa de otoño e invierno cerca de Whitefish, Montana. “Me sentí muy agradecido y honrado por recibir el premio, muy feliz por el reconocimiento a mi trabajo en general y con muchas ganas de compartirlo también con mis colegas”, dijo.