Se trata del HMS Gloucester, hundido en 1682; en su tripulación viajaba Jacobo Estuardo, quien ascendería al trono como Jacobo II.
Científicos confirmaron recientemente el hallazgo del barco de guerra inglés HMS Gloucester que se hundió en el siglo XVII y, que según afirman, pudo en su momento haber cambiado el destino de la historia europea porque en su tripulación se encontraba Jacobo Estuardo, quien sobrevivió y luego se convirtió en el rey Jacobo II.
La embarcación encalló el 6 de mayo de 1682 cuando navegaba entre bancos de arena frente a la ciudad de Great Yarmouth, en la costa oriental inglesa. El barco se hundió en una hora, causando la muerte de entre 130 y 250 tripulantes y pasajeros.
En medio de la tragedia, Jacobo, heredero al trono británico, logró sobrevivir. Gobernó poco después como Jacobo II de Inglaterra e Irlanda, y VII de Escocia desde 1685 hasta 1688, cuando fue derrocado por la Revolución Gloriosa. El hundimiento del buque ha ganado interés a través de los años por lo que pudo haber pasado. Jacobo II fue el último monarca católico de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Los restos del Gloucester fueron encontrados en 2007, luego de una búsqueda de cuatro años realizada por los hermanos Julian y Lincoln Barnwell, buzos profesionales y miembros de la Escuela de Historia de la Universidad de East Anglia.
El barco se identificó plenamente en 2012 con el descubrimiento de la campana del barco. Sin embargo, según consignó la agencia AP, el hallazgo no se hizo público hasta el viernes, con el fin de confirmar la identidad del barco y también con la intención de proteger el lugar histórico.
Claire Jowitt, experta en historia marítima de la Universidad de East Anglia, aseveró que el naufragio no fue “por poco” uno los momentos clave de la historia inglesa”. El naufragio del Gloucester estuvo a punto de provocar la muerte del heredero católico al trono protestante en un momento de gran tensión política y religiosa en Gran Bretaña. “Si hubiera muerto, el resultado habría sido una historia británica y europea muy diferente’’, afirmó.
“Creo que se trata de una cápsula del tiempo que brinda la oportunidad de averiguar muchas cosas sobre la vida en un barco del siglo XVII. La naturaleza real del barco es absolutamente increíble y única’’, añadió. En su opinión, los restos del naufragio son el descubrimiento marítimo más importante desde el Mary Rose, el buque de guerra del rey Enrique VIII durante la dinastía Tudor.
El Mary Rose se hundió con una tripulación de alrededor de 500 personas en 1545 en el Solent, un estrecho entre la isla de Wight y la Gran Bretaña. Salió a la superficie en 1982 gracias a una gran operación de recuperación. Actualmente no hay planes para sacar los restos del Gloucester porque gran parte de ellos están bajo la arena.
“Sólo hemos tocado la punta del iceberg’’, dijo Julian Barnwell. Entre los objetos rescatados del naufragio hay ropa, zapatos, equipos de navegación y muchas botellas de vino. Una de las botellas lleva un sello con el escudo de la familia Legge, los antepasados de George Washington, el primer presidente de Estados Unidos. El escudo fue un antecedente de la bandera de las barras y estrellas.
Está previsto que el próximo año se celebre una exposición en el Museo y Galería de Arte del Castillo de Norwich para mostrar los hallazgos del naufragio y compartir las investigaciones en curso.
El hundimiento
Según The Westmorland Gazette, el Gloucester encalló a unas 28 millas de Great Yarmouth luego de una disputa entre Jacobo, que entonces era duque de York, y el piloto del barco, James Ayres sobre sobre cómo navegar por los traicioneros bancos de arena de Norfolk, un área rural de la zona inglesa de East Anglia.
El barco fue encargado en 1652, construido en Limehouse, en Londres, y lanzado en 1654. En 1682 fue seleccionado para que Jacobo fuera a recoger a su esposa embarazada a Edimburgo y regresar a tiempo a la corte del rey Carlos II, su hermano. La intención era presenciar el nacimiento de un heredero legítimo al trono.
El Gloucester había partido en mayo de aquel año desde Portsmouth, pero Jacobo y su séquito se unieron en Margate, Kent, habiendo viajado en bote desde Londres hasta allí. Las circunstancias que tuvieron lugar después en Norfolf, donde finalmente se hundió, aún sorprenden a los historiadores.
El administrador naval y cronista Samuel Pepys atestiguó el naufragio desde otro barco que integraba la flota. En su diario escribió que se trató de una experiencia “horrorosa” para las víctimas y los sobrevivientes, a quienes incluso algunos rescataron “semi muertos” desde el agua.