La integraban cuatro grupos. Los punteros más activos recibían unos 300 llamados de clientes por día.
“¿Tenés milonga, no?”, es la pregunta recurrente que aparece en las escuchas que permitieron desbaratar a una red de narcos en la ciudad bonaerense de Mar del Plata, gracias a un novedoso software por el que se detectó que sólo uno de los puestos de expendio (conocidos como “kioscos”) recibía al menos 300 llamadas diarias de consumidores. que la banda recaudaba alrededor de 50.000 pesos diarios.
En los procedimientos, llevados a cabo el viernes pasadas las 18, fueron detenidos nueve hombres (entre ellos un policía retirado) y cuatro mujeres, y se secuestraron cerca de 200.000 pesos en efectivo, droga, diez vehículos (algunos de alta gama) y diez armas de fuego, informaron fuentes policiales y judiciales. También se secuestró cerca de un kilo de cocaína, una cantidad que puede resultar escasa para el volumen que manejaba la organización, pero que se justifica por “la velocidad con la que la vendían”, analizó una fuente del caso.
El operativo demandó 20 allanamientos simultáneos en distintos puntos de Mar del Plata realizados por policías bonaerenses, con el apoyo del Cuerpo de Ayudantía Técnica a la Instrucción (CATI), la Policía Federal y la Fiscalía de Drogas.
Se presume que los punteros más activos podían recaudar entre 40.000 y 50.000 pesos diarios. La banda se dedicaba principalmente a la venta de cocaína (no comercializaban ninguna otra droga) con la modalidad “delivery”, es decir que transportaban la sustancia hasta domicilios particulares y otros puntos fijos ya establecidos con los eventuales compradores, en la zona céntrica de Mar del Plata y en barrios de la periferia.
Las 13 personas detenidas, la mayoría de las cuales ya tenía antecedentes por este mismo tipo de delitos, quedaron imputadas por “comercio agravado de estupefacientes” y “tenencia de armas”. Hay otras tres que ya están identificadas, aunque hasta anoche seguían prófugas.
“NO ERAN BUNKERS DE BARRIO”
La banda tenía una estructura nodal y estaba compuesta por cuatro grupos, cada uno de los cuales poseía sus propios “punteros” y su particular modalidad de venta.
“No estamos hablando de esos bunkers de barrio, sino de otro tipo de organización”, dijo el fiscal Leandro Favaro
Algunos de los vendedores recibían el pedido por teléfono y concurrían a la vivienda del comprador a llevarle, por lo general, pequeñas dosis de cocaína, pero otros preferían diseñar un itinerario con distintos puntos de encuentro en la calle y entonces hacían allí la transacción. Pero también se constató que otros “punteros” citaban a los consumidores en viviendas de terceros.