La ciudad ha reestructurado parte de su deuda, sin tener que vender obras de su importante museo de arte.
Detroit salió oficialmente de la quiebra –la mayor bancarrota municipal en la historia de Estados Unidos– a las 0 horas de este jueves, pero sus graves problemas económicos siguen. Sus dirigentes esperan que una vez superado el estigma de los últimos 17 meses, durante los cuales la ciudad ha estado gestionada financieramente por un administrador, las cosas pueden comenzar a mejorar.
Durante mucho tiempo considerada la capital mundial del automóvil, Detroit entró en bancarrota en julio de 2013 como consecuencia de su progresivo despoblamiento (tiene 700.000 habitantes; llegó a tener cerca de dos millones en la década de 1950) y la renuencia de sus gobernantes a redimensionar consecuentemente a la baja su gran aparato municipal.
De momento, lo que ha hecho la ciudad es sacarse de encima parte de la enorme deuda mediante una reestructuración negociada con los mayores acreedores. Así, Detroit ha logrado despojarse de casi la mitad de sus 18.000 millones de deuda y obligaciones. Le quedan aún 11.000 millones por pagar, pero al menos ha podido garantizar el fondo de pensiones de los funcionarios, que es la mayor carga financiera que soporta el municipio, y lo ha hecho sin tener que vender parte de los fondos de su prestigioso museo, el Detroit Institute of Arts. La cuenta a pagar a los abogados que han asesorado en el proceso asciende a 177 millones de dólares.
Las dificultades que Detroit sigue teniendo por delante las expuso esta semana su alcalde, Mike Duggan, cuando anunció la salida de la bancarrota. «¿Cómo prestas servicios en una ciudad en la que el paro es el doble que la media del estado? ¿cómo arreglas el sistema de distribución de agua o el sistema informático?», se preguntó Duggan. «Va a ser un reto», añadió, «pero empezamos de nuevo, y vamos a hacer todo lo posible para ofrecer los servicios que la gente de esta ciudad merece».
Mejoras sociales
De todos modos, Detroit ha registrado progresos en asuntos realmente claves. La tasa de homicidios, que era la mayor entre las grandes ciudades estadounidenses y que estuvo entre las causas de la huida de la clase media (en la ciudad quedó mayoritariamente la población negra de menos recursos), ha bajado en estos meses un 18 por ciento. Y el tiempo que la Policía tarda en llegar a los lugares donde es reclamada con urgencia ha pasado de 58 minutos de media a solo 18. También está en marcha un plan para reparar las farolas de la ciudad, un 40 por ciento de las cuales no funcionaba.