Así lo indicó la filósofa Diana Cohen Agrest en la 99.9 refiriendose a la forma en la cuál se está tratando judicial y mediáticamente el caso del médico que mató al ladrón cuando intentaba robarle el vehículo. Indicó que el caso “prueba la falsedad y la falacia que representa el tipo de derecho que se ejerce en Argentina. Se toma el hecho como tal y se dejan de lado los antecedentes de cada uno”.
La búsqueda que está haciendo parte de la justicia argentina para que el médico Lino Villar Cataldo quede como culpable del crimen del ladrón que estaba intentando robarle el auto, ha generado una columna de opinión de Diana Cohen Agrest analizando este tema, pero también habló en la 99.9 sobre un sistema de justicia que no ha cambiado demasiado.
“No se puede esperar otra cosa de la justicia abolicionista que nos acompaña en estos años. Como no hay manera de inculparlo al médico porque actuó en legítima defensa según lo marcan los tres criterios que se utilizan. El médico lo único que podía hacer era defenderse como pudiera”, remarcó la filósofa.
Incluso desde los medios, se trata de poner en el mismo lugar a unos y otros, algo que no es siguiera probable: “es imposible poner en paridad de condiciones al muerto y al médico, es el gran error de la justicia distorsionada y de muchos operadores políticos, además del periodismo idiotizado por el falso progresismo”, opinó.
De todas formas, el ejemplo es bueno para ver como funciona el pensamiento judicial en nuestro país: “esto prueba la falsedad y la falacia que representa el tipo de derecho que se ejerce en Argentina. Se toma el hecho como tal y se dejan de lado los antecedentes de cada uno. Se pone en el mismo lugar una persona que se dedica a salvar vidas con aquél que trabaja en la cadena del delito”.
Por otro lado, Cohen Agrest agregó un punto al debate que también es muy interesante: “Argentina es el único país del mundo que dejó de lado el concepto de peligrosidad. Cualquier delincuente queda preso si hay peligro de fuga o puede entorpecer la investigación, eso se cumple, pero también si se considera una persona peligrosa. Este último argumento, diciendo que no se debe estigmatizar, ha quedado de lado”. En consecuencia, remarcó que “somos una ciudadanía cautiva de un poder judicial corrupto e idiotizado, al igual que con el periodismo”.