La presidenta de Usina de Justicia habló en la 99.9 sobre la lucha que tienen con la entidad hace 10 años y el dolor que los atraviesa ante un justicia que sólo contempla al victimario.
Usina de Justicia cumplió 10 años y organizó un evento para seguir visibilizando la lucha que llevan adelante para generar un verdadero cambio en la justicia argentina, a pesar de lo difícil que resulta.
El origen de esta entidad, estuvo en Diana Cohen Agrest que sufrió la pérdida de un hijo en una situación de criminalidad violenta y decidió hacer algo. La filósofa, en diálogo con la 99.9 habló sobre esta idea de que la víctima no cuenta y sólo se ve en el proceso al victimario: “en este momento estamos viviendo en todo occidente las consecuencias de ese malentendido, las consecuencias de esa confusión, porque en todo occidente hay brotes de terrorismo, hay brotes de anomias, hay brotes de ocupaciones con K. La falta de respeto y de cumplimiento de la ley fue de alguna manera , en nombre de una supuesta justicia social, penetrando en los intersticios de cada sistema penal, no solamente acá, sino en muchos países en Latinoamérica. Ni hablar de Nicaragua, de Venezuela y todos estos países que realmente se vieron invadidos por una nueva ola de supuesta justicia social, que lo que hizo fue descalabrar la cultura que nosotros heredamos de la Ilustración, esa cultura basada en la libertad, en la igualdad de oportunidades, en el respeto del otro. No estamos diciendo nada nuevo, lo que pasa que tenemos que volver a esa fuente de la Ilustración y del liberalismo moderno que realmente sostuvieron las comunidades y las sociedades en occidente a lo largo de 200 años”.
Su libro “Ausencia perpetua; Inseguridad y Trampas de la injusticia” fue un relato crudo de lo que vivió en el momento en el que perdió a su hijo y tiene mucho impacto en las personas que sufrieron lo mismo: “el valor que tiene el libro además es porque yo lo escribí a los pocos meses de morir Ezequiel, y lo escribí de una manera visceral, con un sentimiento absolutamente primigenio y casi en el buen sentido, salvaje porque realmente yo estaba destrozada y lo que busqué fue una tabla de salvación para poder poner en palabras el horror que yo viví en esos instantes. No sé si fue una gran escritura, pero fue una escritura que partió del alma. Yo ya no podría escribir ese libro porque pasaron 13 años y porque el tiempo y el trabajo de duelo hace lo suyo. Entonces quizás lo que permite ese libro es que uno reencuentre esos sentimientos tan primitivos que me inundaron cuando supe de la muerte de mi hijo y lo que me pasa a mí. Me enternece profundamente, porque se me acercan padres y madres que recién perdieron un hijo y me dicen “Diana, tus palabras son las mías; vos ponés en palabras exactamente lo que yo siento y lo que yo estoy viviendo”. Entonces tiene el valor de un testimonio genuino porque ni yo, ni la gente que trabaja en Usina de Justicia tenemos ningún interés más que ayudar a la gente sufriente que está viviendo lo que vivimos y también, modificar y transformar la justicia, que fue el lema del evento que aconteció hace dos días”.
Esa mirada de la justicia donde sólo se contempla al victimario, también lo padeció en carne propia y es algo que la marcó: “tuve que escuchar en el juicio que me dijeron que era una cosa corriente, que se usaba en una frase hecha y que se usaba siempre. Apenas se comete una muerte o un asesinato el imputado, es decir, aquel que mató, tiene un abogado a su servicio, un abogado oficial que pagamos todos, tiene al fiscal, que muchas veces está a su favor, tiene también hasta el juez, que muchas veces está a su favor. En cambio la víctima, que de alguna manera le cayó sin buscarlo una pérdida de un ser querido, no tiene a nadie. Ese chico que mató a mi hijo, hoy sigue vivo, hoy sigue gozando del sol cada mañana, puede estudiar, puede ver a su hija, puede hacer un montón de cosas que los chicos que ya no están no pueden hacer. Que una madre tenga que soportar esas palabras en una sala de un juicio, hasta me parece una agresión, una falta de respeto a quien perdió un ser querido. Lo primero que pediría es que, por más que los abogados tengan que defender a sus defendidos, que realmente que piensen dos veces en lo que están diciendo porque realmente de un lado está sentada esa persona a la que espero le aguarden unos años de castigo, pero por otro lado está la víctima y está la imagen de la víctima. Hay algunos jueces que cuando juzgan ponen la foto del muerto al lado de ellos para de alguna manera recordar que están presentes y ellos tienen que hacer justicia tomando en cuenta no solamente el victimario sino también aquel que ya no está”.