El Licenciado en Psicología, especialista en psicología clínica y neuropsicología clínica habló en la 99.9 sobre la disforia de género que viene tratando con familias desde hace un tiempo a esta parte: “para la ciencia, es un tema nuevo”, dijo.
Cada vez son más los padres que comienzan a realizar consultas con psicólogos por la aparición en sus hijos/as de la denominada Disforia de Género Acelarada, es decir adolescentes que manifiestan la necesidad de cambiar de género, iniciando una transición traumática.
El Licenciado en Psicología, especialista en psicología clínica y neuropsicologia clínica, Diego Barilari se ha dedicado en los últimos años asistir a familias que atraviesan esta situación y habló en la 99.9: “hay diversas hipótesis que se han investigado de todo tipo sobre el origen de la disforia, pero todavía ninguna arrojó un resultado positivo ni negativo. Para la ciencia, es un tema nuevo”.
Hubo países que intentaron avanzar en la legislación sobre operaciones de cambio de sexo, por ejemplo, y tuvieron que dar marcha atrás: “se hizo un freno en muchos países con estos temas y la legislación está cambiando. No es que estaba bien o mal, sino que empezaron a darse cuenta el daño que producía a la persona físicamente, que son daños irreversibles como parar la pubertad, la hormonización cruzada y además las cirugías de afirmación de género sumado a los trastornos mentales pre y post disforia de género”.
A pesar de varios intentos que están más vinculados a intereses ideológicos, no se pudo desestimar la disforia como una enfermedad, porque está vinculada a varias patologías: “en la OMS y la ONU por influencia de ciertos grupos de poder, querían sacarla de los manuales de diagnóstico de enfermedades mentales, pero se dieron cuenta que disforia se llama porque trae un malestar clínicamente significativo a la persona en todos los ámbitos de su vida. No es algo normal, sino no estaría en los manuales”.
Cuando todo el sistema se centra en el adolescente que empieza a experimentar esta situación, Barilari afirma que hay un universo de impacto mucho más amplio que también se debe trabajar: “la disforia no lo atraviesa sólo el niño o adolescente. Es una cuestión de contagio social que empieza tres años y medio antes, según estudios, con la manifestación de trastornos. Hay comorbilidades como TDH, TOC, trastornos de ansiedad y ante un hecho estresor, se dispara la disforia. Venimos de una pandemia donde se dispararon los casos, pero se venían manifestando desde antes”.
Hay en los padres otro proceso paralelo que es desatendido y sobre el cuál se expresó el especialista: “los padres también sufren una disforia parental porque les sucede casi lo mismo que el adolescente con trastornos de ansiedad, depresión, divorcios, insomnio, falta de apetito, etc. Es una cuestión familiar. La disforia no sería un problema si la resolución no sería médica-quirúrgica. Ahí enfermás un cuerpo sano, mutilás un cuerpo sano. Hoy el adolescente sabe que lo puede hacer porque está avalado por la ley y se le saca a los padres la patria potestad. La ESI también es parte de esto porque a los niños no hay que enseñarle nada de la sexualidad, la va descubriendo. Para las preguntas están los padres, las familias, sino ¿donde quedan en todo esto?”.
Ante esto, tener una respuesta correcta por parte del profesional también es importante porque es donde la familia termina depositando la confianza: “los padres se acercan a la consulta, desesperados, con enormes trastornos y lo primero que hacen los profesionales es decirles que tienen que hacer el duelo por su hija porque ahora es fulano, llamandola por el nombre masculino. ¿Como haces como padre de una hija a la que criaste como tal para hacer el dueño porque ahora es un varón? Es casi psicótico negar la biología”.