El mandatario, de 65 años y en el cargo desde 2012, sufre una enfermedad intestinal crónica.
Shinzo Abe ha presentado este viernes su dimisión como primer ministro de Japón. La causa de su decisión son los problemas de salud que ya en 2007 pusieron fin a su primer mandato tras apenas un año en el puesto, y que en la última semana le ha obligado a visitar el hospital hasta en dos ocasiones, que ya había despertado mucha especulación. El anuncio se ha realizado durante una rueda de prensa en la que el primer ministro japonés ha pedido perdón por los objetivos no alcanzados en su mandato y ha justificado su decisión: “Mi salud no es la adecuada, y una mala salud no puede llevar a decisiones políticas equivocadas”.
El lunes de la semana pasada acudió al Hospital Universitario Keio, en Tokio, tras varias semanas alejado del ojo público y con una agenda menos recargada de lo habitual, para someterse a “una revisión médica”. Este lunes repitió la visita, por lo que se rumoreó con un posible empeoramiento de la colitis ulcerosa que padece de manera crónica.
Cuando en 2012 se presentó de nuevo como candidato a las elecciones generales, en las que se impuso con solvencia, sus allegados anunciaron que la aparición de un nuevo fármaco le había permitido poner su enfermedad bajo control. “En junio”, ha declarado este viernes Abe, “los médicos me avisaron de que la enfermedad había regresado. Mi salud se ha deteriorado, he perdido mucha de mi energía y mi fuerza”.
Abe deja el cargo como el primer ministro que más tiempo lo ha ostentado, durante ocho años y medio. Asimismo, la semana pasada batió el récord de días consecutivos en el poder, ostentado hasta ahora por su tío abuelo, Eisaku Sato, premio Nobel de la Paz en 1973, quien fuera primer ministro durante 2.778 días entre 1964 y 1972. Muchos aducen su longevidad en el poder a la falta de alternativas creíbles en la bancada contraria más que a su carisma. “En política lo que importa no es cuántos días has estado en el puesto, sino lo que has conseguido”, declaró el político entonces.
A pesar de la longevidad de su mandato, Abe no ha logrado completar con éxito algunas de las cuestiones centrales en la política japonesa contemporánea, como reformar la constitución pacifista impuesta por Estados Unidos o resolver las disputas territoriales con Rusia. El primer ministro deja tras de sí un país sumido en una marcada recesión económica –el Producto Interior Bruto nipón sufrió el trimestre pasado la mayor caída en siete décadas–, a la que se suma la pandemia de coronavirus que deja en el país 1.241 víctimas mortales, 65.709 infectados y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 aplazados al año que viene.
Comienza ahora la carrera por la sucesión dentro de las filas del Partido Liberal Democrático, con más de un año hasta las próximas elecciones generales programadas a priori para octubre de 2021. Entre los nombres más destacados se encuentran el secretario jefe del Gabinete, Suga Yoshihide; el ministro de Finanzas, Aso Taro, y el ministro de Defensa, Taro Kono. Aunque con menos posibilidades, también se cuentan entre los candidatos Kishida Fumio, delfín del propio Abe y exministro de Exteriores, así como el extitular de Defensa y su principal adversario dentro de las filas del partido, Ishiba Shigeru.