El Parlamento danés aprueba enviar a un islote a los delincuentes migrantes expulsados y sentenciados por delitos graves como violación, homicidio o terrorismo yihadista.
Dinamarca tendrá su “Dancatraz”. El Parlamento danés ha aprobado que el islote meridional de Lindholm, particular versión nórdica de Alcatraz, sea la sede de un centro de salida para criminales extranjeros que hayan cumplido penas de cárcel y, además, estén condenados a abandonar el país. Según el plan, incluido como enmienda en la nueva ley de presupuestos, el centro se abrirá en 2021 y acogerá a unos 125 residentes bajo vigilancia permanente de la Policía. No se les privará de libertad y podrán salir de la isla en un ferry de pago, pero deberán dormir allí todas las noches.
Lindholm, que nunca fue una cárcel como aseguran algunos medios extranjeros, ha acogido hasta ahora un centro universitario de investigación de virus animales como la peste porcina. Las autoridades aseguran que no existe riesgo de contagio en seres humanos, aunque las instalaciones serán desinfectadas y renovadas por completo durante al menos un año.
Así pues, el islote, de siete hectáreas, cumplirá un doble objetivo para el Gobierno del liberal Lars Løkke Rasmussen: por un lado, sacará a los autores de delitos graves (asesinos, violadores, yihadistas, narcotraficantes y criminales de guerra) de Kærshovedgård, el centro de salida “normal” para demandantes de asilo rechazados; por otro, limitará notablemente su acceso a centros de población, ya que en los últimos meses han protagonizado incidentes en poblaciones vecinas de Kærshovedgård que han provocado un fuerte malestar entre sus habitantes.
A Lindholm sólo serán trasladados quienes hayan pasado por prisión y se encuentren en proceso de deportación o tengan la denominada “residencia tolerada”, un estatus muy restrictivo reservado para criminales que no pueden ser devueltos a sus países por miedo a que se les ejecute o torture.
La ministra de Integración, la también liberal Inger Støjberg, ha defendido la iniciativa sin ambigüedades: “Estas personas son peligrosas. Han cometido delitos muy graves, han sido expulsadas de Dinamarca y deben estar bajo control. Cumplimos las convenciones internacionales, pero estar en un centro como este no puede ser algo agradable. El mensaje tiene que ser claro: queremos que se vayan. Por supuesto, podrán abandonar la isla de vez en cuando, pero el ferry tendrá el precio más alto y el número de salidas más bajo que permitan las convenciones”.
Como se esperaba, el tripartito que forman liberales, conservadores y ultraliberales hizo valer en el Parlamento la mayoría de 90 escaños que posee gracias al apoyo del nacionalista Partido Popular Danés (DF, antiinmigración). Los socialdemócratas, principal partido de la oposición con 47 escaños, se abstuvieron, mientras que el resto (38 escaños entre extrema izquierda, alternativos, social-liberales y socialistas) votó en contra. Una segunda votación para la totalidad de la ley fue aprobada por todos los partidos salvo la extrema izquierda y los alternativos.
La inicial abstención socialdemócrata se debió a una supuesta falta de información sobre la razón precisa por la cual se ha elegido Lindholm, especialmente en lo referente al alto coste del proyecto, ya que en principio están de acuerdo con que se aísle a los criminales expulsados. Cabe recordar que la idea de concentrarlos en una “isla desierta” fue lanzada por primera vez en 2000 por la entonces ministra de Interior, la socialdemócrata Karen Jespersen.
“Debíamos decidir si concedemos una gran cantidad de dinero a esta iniciativa”, ha explicado Mattias Tesfaye, portavoz socialdemócrata de extranjería. “Estamos a favor del centro, pero la información recibida es insuficiente, por eso nos abstenemos”. Durante los próximos cuatro años se dedicarán 759 millones de coronas (101,6 millones de euros) a establecer y gestionar el centro, lo cual supondría unos 670 euros diarios por persona, un gasto que Tesfaye ha criticado por excesivo (“¿Existe algún hotel de lujo en Dinamarca que cobre tanto por noche?”), incluso pese a ser uno de los máximos representantes de la nueva línea del partido, muy crítica con la inmigración.
Endurecimiento de la política de extranjería
Si los socialdemócratas ya habían endurecido considerablemente sus posiciones bajo el mandato de la ex primera ministra Helle Thorning-Schmidt, con su nueva líder, Mette Frederiksen, se han aproximado tanto al DF que la relación actual entre ambas formaciones es más que cordial. Hasta tal punto que no se descarta que un eventual futuro Gobierno socialdemócrata se apoye en los nacionalistas para sacar adelante su política de extranjería.
Frederiksen y los suyos también se abstuvieron en la llamativa votación que siguió a la aprobación de la ley de presupuestos. Se trataba esta vez de una propuesta de Støjberg para convertir en obligatorio dar la mano en las ceremonias de concesión de la nacionalidad danesa. La iniciativa fue de nuevo adoptada gracias al apoyo del DF. A partir de ahora, los extranjeros que pasen a ser daneses deberán estrechar la mano del funcionario o funcionaria que les entregue el certificado de nacionalidad. No se admitirán ni guantes, ni abrazos. Si no hay mano, no habrá pasaporte.
Una medida claramente dirigida contra los sectores más fundamentalistas de la comunidad musulmana de Dinamarca y que ha sido criticada incluso por varios alcaldes del propio partido de la ministra, que la consideran innecesaria, “estúpida” y “poco liberal”. Støjberg, sin embargo, se ha mantenido en sus trece: “Es nuestra forma de saludar y de mostrar respeto. Sirve para señalar que se aceptan tanto la sociedad danesa como sus valores”. Frederiksen, la líder socialdemócrata, comparte el espíritu de la iniciativa, pero estima que no hace falta legislar sobre la cuestión: “Primero tengo que ver que realmente sea un problema, aunque admito que es humillante que yo intente dar la mano a alguien y que retire la suya porque soy mujer”.