Fue juzgada, condenada, derribada, arrastrada y colgada. Y ahora paga penitencia olvidada, escondida y desaparecida.
La estatua de Colón que fue vandalizada en Caracas el 12 de octubre de 2004 fue la clara muestra de que la revolución de Hugo Chávez y de sus seguidores en Venezuela también estaría llena de símbolos.
En 2002, Chávez firmó un decreto por el que el tradicional Día de la Raza pasaba a denominarse Día de la Resistencia Indígena.
Dos años después, varios grupos tumbaron la estatua de Colón, que se encontraba en la céntrica Plaza Venezuela de la capital.
Entre los que lo vivieron de cerca estaba Roland Denis, uno de los líderes de aquella acción.
“Yo sugerí que hiciéramos algo que cuando éramos movimiento estudiantil en los años 80 no pudimos hacer porque era demasiado difícil en ese contexto represivo: tumbar la estatua de Plaza Venezuela”, recuerda Denis en diálogo con BBC Mundo.
Juicio simbólico
En 2004, Denis ocupaba el cargo de director de Economía Social del Ministerio de Planificación en el gobierno de Chávez.
“Lo que hicimos fue armar un juicio a Colón, un juicio simbólico. Luego de la condena, rápidamente se hizo la operación de tumbar la estatua. Unos muchachos que se subieron colocaron unas cuerdas en el cuello de la estatua”, rememora con una sonrisa Denis, ahora crítico con el gobierno de Nicolás Maduro desde la izquierda.
“Pensábamos que iba a ser más dificultoso. Habíamos encontrado un camión para que la arrastrara y se la llevara, pero no hizo falta porque había mucha gente, unas 1.000 personas. Se pusieron a halar la cuerda y se vino abajo en menos de 30 segundos”, recuerda.
Colón, ya en el suelo, quedó partido en dos. Entonces, lo rociaron con pintura roja.
Y la euforia se desató.
“No se conformaron con dejar la estatua ahí quebrada, sino que la arrastraron hasta el teatro Teresa Carreño para terminar de colgar a Colón y condenarlo a la horca”, rememora Denis.
Entonces, con Colón ya colgado por los pies, comenzó un baile indígena, hasta que la policía llegó y terminó la fiesta con gases lacrimógenos, perdigones y detenidos.
Chávez, “escandalizado”
Pese a la hostilidad de Chávez hacia el llamado Descubrimiento y hacia Colón, el presidente no estaba feliz.
“Todo lo contrario, Chávez estaba escandalizado. Fue (un acto) rechazado por el gobierno. Fueron unos días de repudio mundial de España, de Italia y del gobierno nacional”, dice Denis.
“Luego Chávez tuvo otra actitud. Al año estaba como bajando la histeria y terminó reivindicando de alguna manera la acción”, añade.
Hasta el punto que en 2009 Chávez pareció confirmar la sentencia de aquel juicio simbólico. “Cristóbal Colón fue el jefe de una invasión que produjo no una matanza, sino un genocidio”, denunció.
Denis aún hoy en día se siente “orgullosísimo” de una acción que califica como “terrorismo simbólico, violencia iconoclasta, acto pedagógico”.
“Tuvo eco no sólo en el país, sino en el mundo entero. En ese sentido fue un gran triunfo”, afirma ufano.
El 12 de octubre de 2015, el gobierno inauguró la pieza que llena el hueco dejado por Colón en el pedestal. Ahora está la escultura del musculoso cacique Guaicaipuro, líder indígena que luchó en el siglo XVI contra la colonización española.
Denis y sus compañeros habían propuesto otra idea: una estatua en homenaje al pan con mortadela. No prosperó. Sobre el mármol blanco se yergue ahora con gesto agresivo Guaicaipuro lanza en mano.
Pero, ¿que pasó con Colón?
“Era tremenda estatua”, reconoce Denis el valor artístico de la pieza de poco más de dos metros que ayudó a derribar.
El venezolano Rafael de la Cova la acabó en 1904. Se la encargaron en 1893 para conmemorar el cuarto centenario de la llegada de Colón a lo que ahora es Venezuela. Y desde 1934 había estado en la plaza.
Tras la celebración iconoclasta, se buscaron y recogieron los restos de Colón y de las otras piezas que formaban el conjunto escultórico y que resultaron también arrancadas. Fueron víctimas colaterales.
Los tribunales condenaron a tres personas -no a Denis, pese a que se autoinculpó- y el Instituto de Patrimonio Cultural emitió un decreto que ordenaba proteger y restaurar las piezas para su exposición en la Galería de Arte Nacional.
La arquitecta María Teresa Novoa evalúo los daños del Colón al día siguiente de la “condena”. La estatua había sido trasladada a la Casa del Obrero.
Novoa trabajaba entonces para Fundapatrimonio, ente encargado del patrimonio en el municipio de Libertador, donde se encuentra el centro histórico de Caracas.
Libertador es un bastión chavista aún hoy en día.
“No está”
La arquitecta y experta en arte tuvo que ceder más tarde el proyecto de restauración a la petrolera estatal PDVSA.
Allí perdió la pista del Colón. Pero no su interés.
“En la Galería de Arte Nacional no está, en el IPC no está, pese al decreto, y en Fundapatrimonio no saben dónde está”, le dice Novoa a BBC Mundo sobre sus pesquisas con la idea de preservar el patrimonio cultural de la ciudad.
“Te llamo para coordinar”, dijo hace varios días a BBC Mundo Dulce Medina, directora actual de Fundapatrimonio, al ser preguntada sobre la posibilidad de que confirmara dónde se encontraba la estatua de Colón.
Nunca más contestó a los repetidos mensajes.
Las instituciones patrimoniales, bajo el paraguas del oficialismo, ocultan o desconocen el paradero del Colón. ¿Por qué? ¿Razones políticas? “Probablemente”, responde Novoa.
“No sabemos dónde está”, repite la arquitecta resignada. “Ojalá que no haya ido a parar a las manos de los recicladores de metal”, desea. “Sería lo más triste”, agrega. No sería la primera obra de arte vandalizada en Caracas que acaba fundida.
La Casa del Obrero
Otra alternativa es que siga en un sótano, oculta y olvidada. Varios periodistas locales que han investigado su paradero han dicho a BBC Mundo que la pieza continúa en la Casa del Obrero, donde la analizó en 2004 la arquitecta Novoa. Pero ninguno la ha visto, ninguno cuenta con una imagen.
BBC Mundo probó suerte allí.
La Casa del Obrero se encuentra en el popular barrio de Propatria, en el oeste de Caracas, por donde el martes, víspera del 12 de octubre, Día de la Resistencia Indígena, los niños pequeños salían de la escuela con una cinta en la cabeza con una pluma.
Es una bella casa en tonos blanco y rosa apagado inaugurada en 1941.
Fue renovada en 2003, pero de nuevo luce muy deteriorada, sobre todo desde que sirviera de lugar de acogida a familias que se quedaron sin hogar por un deslave. Ahora es un Centro de Participación Popular.
“Nosotros no tenemos esa información”, le dice a BBC Mundo un responsable de la casa al ser preguntado si la estatua de Colón está allí y si puede ser visitada. Remite a pedir los permisos a sus superiores de Fundapatrimonio.
Novoa cree posible que la pieza haya sido vendida, robada o entregada a las familias que vivieron en la Casa del Obrero.
El gobierno municipal, que ha recibido en los últimos tiempos varias peticiones sobre el paradero de Colón a través de Fundapatrimonio, guarda silencio.
Novoa sueña con ver en un museo el Colón y las otras piezas vandalizadas hace 12 años en Caracas.
Mientras, el destino de la torturada estatua del navegante genovés sigue siendo un misterio.