Lo dijo Claudia Díaz, jefa del Complejo Penitenciario Zona Este. Y Norma Puccio fue designada para liderar el de Olmos, una de las plazas carcelarias más grandes, con 3.000 internos: “Ojalá que pronto esto no sea noticia”.
En su despacho abierto de la Jefatura del Complejo Penitenciario Lisandro Olmos, una humilde construcción lindera a la cárcel de encausados, su nueva directora, Norma Puccia, recibe a EL DÍA.
Después de los saludos, toma asiento e invita a sus interlocutores a hacer lo mismo.
Mientras se preparan los elementos para llevar a cabo la entrevista -más luz para las fotos, libreta y lapicera- la mujer de 47 años pasa la mano sobre el escritorio, un gesto que repetirá una par de veces para limpiar el polvo, imperceptible para el fotógrafo y el cronista.
“Recién llegamos y todavía estamos acomodando, ya había venido, pero medio de paso”, explica al notar las expresiones de ellos dos.
Con 27 años de servicio, la experiencia de Puccia es vasta, pero en esta oportunidad la faena que tiene por delante es de una dimensión muy particular.
Entre las cuatro Unidades que tiene a cargo (N° 1, N° 22 – que funciona como hospital-, N° 25 y N° 26) suman cuatro mil personas, entre internos (3.000) y personal (1.000).
Esta es una de las tantas similitudes que la oriunda de Olavarría comparte con la Inspectora Mayor Claudia Díaz (51), nacida en Dolores y quien asumió, también este año, como jefa del Complejo Penitenciario Zona Este, en Mar del Plata.
Díaz también estará al frente de 4.000 mujeres y hombres, que se reparten en las Unidades Nº 6 de Dolores; Nº 15 y Nº 50 Femenina y la Alcaidía Penal, todas estas de Batán.
Se conocieron en el largo camino transitado por las cárceles de la provincia de Buenos Aires.
En esa traza coincidieron en varios destinos y las dos se llevaron una buena impresión de la otra. Los nombramientos, el de Díaz el 19 de septiembre y el de Puccia el 26 de octubre; fueron motivo de orgullo personal, de las familias y de los pares.
Puccia lo explica de la siguiente manera:
-Como mujer, ¿qué significa estar al frente de 4.000 personas y en un cargo tan importante?
-Es una responsabilidad muy grande y es muy importante, porque no somos tantas las que hemos llegado. Yo espero que en un futuro no muy lejano esto sea una cosa normal, que no sea una noticia. Como es con los varones.
Hay empleadas que están muy orgullosas y que se sienten parte de esto; pero también me escribieron mensajes por las redes, gente que no conocía.
-¿Cómo toman los internos tener una mujer como directora del penal?
-Normal. No conozco a ninguna compañera que haya tenido problemas, creo que no resultó chocante. Al contrario, hay mucho respeto. Me tocó trabajar en otras áreas, como administración y depósito, en donde tenía mucho contacto con los internos y siempre el trato fue bueno.
Para Díaz también “fue un gran reconocimiento en un lugar que yo quería, porque aquí trabajé mucho tiempo. Siempre hubo hombres a cargo y que se me tenga en cuenta fue muy grato”.
Asimismo, su experiencia con el resto del personal se asemeja a la vivida por Puccia en Olmos.
“Somos ejemplo, la gente más joven te lo demuestra. Te reconocen y saludan afectuosamente, saben que se puede. Cuando éramos jóvenes no estaba previsto que las mujeres pudieran llegar a estos cargos, sacudimos un poco la estantería”, sostuvo Díaz.
EL SERVICIO Y LA FAMILIA
A los seis años, la familia de Puccia debió mudarse a San Nicolás por cuestiones laborales de su padre.
Algo parecido a lo que le pasó a ella con sus propios hijos.
Su hija (18) estudia Medicina en La Plata, en tanto que el varón (16) está por terminar el secundario en Olavarría. Sin embargo, los planes para que se mude con su mamá “están avanzados”.
Por otra parte, respecto a la elección y el gusto por su carrera, la olavarriense aseguró que fue algo progresivo.
-¿Siempre tuvo como objetivo ingresar al Servicio Penitenciario o le hubiera gustado ser, por ejemplo, policía de calle?
-En realidad, esto me gustó cuando yo entré a trabajar. Si bien mi papá se desempeñaba en el SPB (estuvo en la Unidad N°2 de Sierra Chica), él no era mucho de comentar su trabajo en la casa. Yo miraba el uniforme, pero no entendía bien qué hacía, lo relacionaba con otra cosa. La Escuela de Cadetes me gustó, me fue bien, y una vez que empecé a conocer la función en la práctica, vi que estaba bueno porque se nota el resultado de tu trabajo. Poder ver a lo largo de los años que el interno no abandonó los estudios, que progresó en un oficio o que adquirió una capacitación, hace que te des cuenta de que estás modificando para bien algo en otra persona. En ese momento fue que me atrajo la profesión.
-Usted mencionó a su padre, ¿qué le dijo cuando la nombraron acá en Olmos?
-(Se le ilumina la cara) ¡Ah, imaginate! No lo podía creer. “¿En dónde estás?”, me preguntaba. Se puso muy contento.
-¿Y sus hijos?
-Con ellos fue increíble, porque nunca los había involucrado con mi trabajo. Cuando los llevé al acto de la jura se sorprendieron mucho, y después empezaron a ver en los medios las notas. Están muy orgullosos porque no habían tomado dimensión de lo que significaba el cargo.
PROYECTOS Y SUPERPOBLACIÓN
Superados los aplausos de las primeras horas, tanto Puccia con Díaz son conscientes de que están lugares complicados.
“No hay que dejar de hacer las cosas que se están haciendo muy bien”, dice Puccia consultada sobre los proyectos a corto plazo; “hay lindos equipos, se trabaja en conjunto. Seguramente va a haber algún proyecto para llevar adelante, lo iremos conversando con los directores de las distintas unidades. Los principios básicos se dan, las unidades están limpias y ordenadas, aunque en algunas haya un poquito más de recursos que en otras.
-¿Qué le parece la nueva unidad carcelaria de Campana para jóvenes de 18 a 21 años?
-Es un lindo proyecto. Todo lo que sea para mejorar sirve. Hay que pensar que recibimos a una persona que ha cometido un delito, que viene de un contexto familiar complicado. Modificarle aunque sea el modo de pensar, ya es muchísimo. El otro día escuché decir que había gente que era “material descartable”. Yo creo que no es así, que vos tenés que darle una oportunidad a todos, aunque no respondan de la misma manera.
-¿Cómo ve el problema del hacinamiento y superpoblación en las cárceles de la Provincia?
-Lamentablemente no es lindo construir cárceles, pero entiendo que sirve para resolver la problemática en lo inmediato. Tampoco estoy de acuerdo en abrir las puertas y que salgan todos, porque cada uno necesita un tratamiento, por algo están acá. Con los problemas de hacinamiento que tenemos, no han sucedido problemas de violencia graves. Eso se debe al trabajo de todos, hay que tener en cuenta que la convivencia en un lugar reducido es muy difícil.
Esa visión es compartida por Díaz, quien concordó en que “hay un grado de superpoblación que complica las cosas”, aunque, afirma, “se está trabajando en eso”.
En ese sentido, refirió que “actualmente en Dolores se están por aumentar las plazas para alivianar la situación”.