Los Servicios Sociales de Francia lograron rescatar a dos niños de 10 y 12 años que durante tres años durmieron en un sótano. Allí, no sólo recibieron malos tratos por parte de su padre y su madrastra sino que, además, fueron obligados a vivir entre sus propios excrementos.
Los dos menores vivieron todo ese tiempo en una estancia sin ventanas, ventilación, agua corriente ni electricidad, situada en la localidad de Pavillons-sous-Bois, a las afueras de París. Además, fueron alimentados con comida racionada.
Fue el mayor de los niños quien se dirigió a una comisaría para denunciar los malos tratos de su padre contra su hermano. Así puso en alerta a las autoridades que, luego de investigar, los encontraron.
Acusados de violencia infantil, abandono y privación de alimentos, tanto el progenitor, un fontanero de 39 años, como la madrastra, de 44 y desempleada, fueron arrestados y los menores quedaron en manos de los Servicios Sociales.
Los agentes descubrieron que en el domicilio vivía un tercer niño, hijo de la madrastra, quien vivía en una situación normal, dormía en una habitación de la casa, comía con los adultos y estudiaba colegio privado.
Sin embargo, sus dos hermanastros vivían en un sótano sucio en estado de deterioro, donde hacían sus necesidades y dormían sobre el suelo y sin mantas. Iban a una escuela pública. Advirtiendo las condiciones en las que llegaban los chicos, las maestras habían enviado algunos avisos a los padres.
El padre justificó los malos tratos por el hecho de que los niños eran “insoportables y lo rompían todo”. Además, según un informe de la televisión, ambos menores eran “víctimas de una violencia cuyo grado queda por definir”. Según una fuente próxima a la investigación, todo comenzó luego de la partida de la madre biológica, toxicómana, y la llegada de la madrastra.