En el quinto sábado consecutivo de protestas, miles de manifestantes salieron a las calles y hubo dos muertes más. Ya suman ocho las personas fallecidas en este contexto.
Miles de manifestantes con chalecos amarillos salieron a las calles de París por quinto sábado consecutivo para protestar contra el elevado costo de la vida y exigir la renuncia del presidente, Emmanuel Macron, pese a que el mandatario había anunciado la suspensión de parte de sus polémicas reformas esta semana.
Dos personas -una al noreste de París y la otra cerca de la frontera con Bélgica- murieron en accidentes causados por los bloqueos de rutas y elevaron a ocho la cantidad de víctimas mortales en el contexto de estas protestas.
Una vez más, la avenida de los Campos Elíseos vivió momentos de tensión entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que emplearon gases lacrimógenos para dispersar a un grupo que intentó forzar una barrera policial.
Más de 150 personas fueron arrestadas, de las cuales al menos 110 permanecían detenidas esta noche, según informó la jefatura de Policía de París. Una cifra en baja con respecto a las 598 detenciones -475 de ellas bajo custodia- realizadas al mismo momento del pasado sábado.
A la vez, las autoridades reportaron siete heridos, cantidad sensiblemente inferior a los más de 100 de hace siete días.
A diferencia de las movilizaciones precedentes, este sábado abrieron muchas de las atracciones turísticas de la ciudad, entre ellas el museo del Louvre y la Torre Eiffel.
Para ello, el Gobierno volvió a desplegar un fuerte dispositivo de seguridad en la capital, con 8.000 policías movilizados, 14 vehículos blindados y la reintroducción de unidades de choque en motocicleta, que habían sido prohibidas en 1986 tras la muerte de un manifestante.
En total, 69.000 miembros de las fuerzas de seguridad fueron movilizados para contener a los cerca 33.500 personas que protestaron en todo el país, menos de la mitad de los 77.000 que salieron a las calles el sábado pasado.
Si se compara con las cifras de la semana pasada, hubo entonces unos 20.000 efectivos menos a nivel nacional para la mitad de manifestantes.
Con esta nueva jornada de movilización, los denominados “chalecos amarillos”, un movimiento ciudadano nacido en rechazo al alza de los combustibles y que ahora aglutina el malestar general hacia las políticas de Macron, continúa su pulsada contra el gobierno.
Tras desoír los reclamos durante semanas, el gobernante galo terminó cediendo el pasado lunes al anunciar un paquete de medidas que incluyen partidas extras para los trabajadores con menos ingresos, así como exenciones tributarias sobre las horas extras y algunas pensiones.
Días antes, el gobierno ya había accedido a suspender durante un tiempo la prevista subida del impuesto a los carburantes, medida que motivó en origen las protestas.